Fue a través de mi amigo Alex, un viejo compañero de muchas temporadas en Sierra Nevada, que vi por primera vez imágenes de las montañas de Niseko.
Este amigo español que estaba dando clases alli me alentó a viajar, y me envió una foto de un esquiador, con un tubo de buzo, girando dentro de la nieve. Luego comprobaría que lo del snorkel no era una exageración.
Estas montañas, llegan a acumular 20 mts de nieve cada invierno. La situación geográfica del monte Annupuri, su extrema latitud norte, la cercanía al mar de Japon, y los aires gélidos provenientes de Siberia hacen esto posible.
Ya estaba claro, tenía que vivir la experiencia. Con mucha ayuda de Alex y toda la voluntad de mis futuros jefes japoneses comencé a tramitar mi visa de trabajo para formar parte de la división internacional de la escuela de esqui Grand Hirafu, la mas antigua de Niseko.
Niseko lleva unos cuantos años haciendose famoso en el mundo por ser el paraíso del powder, atrayendo esquiadores y surferos de todo el mundo. La necesidad de ofrecer clases a alumnos de habla inglesa llevó a esta veterana escuela con tradiciones niponas, a incorporar un grupo de profesores de diferentes países y abrirse a los rapidos cambios que Niseko va viviendo.
Total, con mucha ilusión y sin saber que responderle a mis expectativas, vuelo de Buenos Aires a Londres, a Tokyo, a Sapporo, y en el mismo aeropuerto me subo a un tren que al anochecer ya rodaba entre tuneles de nieve.
El pueblo de Kutchan, la villa de Hirafu, estaban cubiertos de nieve, por todos lados se veía a los pobladores quitando nieve de los techos y limpiando los accesos a las cocheras. Pero segun los locales, la nieve aun no habia llegado… era fines de Noviembre y la nieve venia tarde este año, decían. A los diez dias entendí de lo que hablaban. Aquellos bosques dejarían de verse, y las calles serian 3 metros mas altas. Toda la villa se cubriría de nieve, un dia tras otro.
Una vez en el ”Sanso”, el albergue que sería nuestra casa por el invierno, nos encontramos los nuevos profesores, ingleses, australianos, checos, rumanos, entre otros. Al dia siguiente de mi llegada conoci a Dani, de Zaragoza! Mi buen amigo seria una de las unicas personas con las que hablaría español en los proximos 6 meses.
Un gran compañero de esquí y de viaje.
Allí convivimos con trabajadores de la estacion de todas las areas: camareros de las cafeterias de las pistas, cocineros, pisters, mecánicos, choferes, personal de remontes, algunos profesores japoneses y mas.
Así que a aprender, adaptarse a los protocolos y convivir con una cultura tan nueva.
Dónde dejar los zapatos al llegar de la calle, los horarios de las comidas, el ritual del baño, una ceremonia para los japoneses.
Los dias se sucedieron entre gigantes nevadas y experiencias nuevas, asombrándome minuto a minuto, con el enorme Monte Yotei como veleta de este viaje. Remontes que funcionan durante 12 hs cada dia, el arroz sagrado, el karaoke, la ceremonia del sake, los inodoros calefaccionados, todas cosas nuevas.
Conoci la nieve mas ligera y profunda que jamaz pense esquiar, tuve la suerte de convalidar mis titulos al sistema japones, adaptandome a esquiar super inclinado con los pies juntos y los brazos abiertos; de compartir con los amigos nuestros ratos libres esquiando en las pistas iluminadas hasta las 8 de la noche.
Lo que mas me impactó fue sentir como mis tiempos se iban volviendo día a día un poco mas japoneses.Como contagian la calma y armonia de este pueblo, orgullósamente humilde.
Tan distintos y tan parecidos a los latinos de los Andes, o de la Andaluza Sierra Nevada.
Los Japoneses disfrutan la fiesta y siempre hay oportunidad para brindar. Se tratan bien, son hospitalarios, y disfrutan compartir, conversando, sobre otras montañas, otras costas, en encuentros en los que el tiempo parece ir mas lento.
Y todo esto se hace un poco propio. Al tiempo sentí que yo andaba mas lento tambien, que no había que correr tanto.
Esta profesion nos regala la oprtunidad de conocer gente de todo el mundo, de enriquecernos, de entender que este gigante mundo de la nieve es en realidad mas pequeño, que nos reconocemos en el impulso de perseguir esta emoción de esquiar, de subir, de bajar, de compartir.
Si, Konayuki es nieve polvo, es muy profunda, es esquiar “dentro de la nieve”. Es motivo suficiente para atravezar medio mundo y viajar norte hasta los 30 grados bajo cero.
Conocer el pueblo del sol naciente, los pobladores del pais de nieve, es un regalo que guarda Niseko.
Federico Cóceres