Leyendas existen en todas partes. Pero solo algunas hacen honor a su nombre. Y por ello cuesta poderlo relatar. Fue hace 6 meses, cuando Nadaw, tu buen amigo, te preguntaba durante una calurosa mañana en Central Park, donde podríamos organizar una escapada de esquí para el venidero invierno. Mi respuesta fue desafiante:
- He leído que el terreno más salvaje de América es Silverton. Algunos lo comparan como 'La Grave' de los EE.UU.
Yo había estado en 'La Grave'. E ingenuamente pensé que sería más o menos lo mismo...ingenuamente.
Los siguientes meses, Nadaw organizó un equipo de 7 esquiadores, más yo, un total de 8: el numero justo para los grupos guiados que ofrece Silverton. Todos con gran experiencia, dos de ellos con titulación de monitor de esquí. Nos encontramos todos por primera vez un jueves de primeros de enero para cenar juntos y tener la oportunidad de conocernos antes del viaje y rematar detalles.
El viaje a Silverton es complicado, pues no hay vuelos directos. Hay que volar a Denver, y desde allí en vuelo regional hasta Durango, y desde el aeropuerto conducir durante 1 hora y media por una carretera estrecha, con nieve. Total del viaje desde Nueva York, unas 9 horas.
^^Embarcando en el Bombardier de camino a Durango
Silverton es un pequeño pueblo de apenas 600 habitantes a 2.837 metros de altitud. Tan solo hay dos hoteles, un par restaurantes, y una taberna. No hay tiendas. El pueblo es más concurrido en verano que en invierno. Llegamos alrededor de las 2 de la mañana. Está nevando. En el hotel el conserje hace horas que duerme. Nos ha dejado unos post-it marcando los dormitorios que nos corresponden. Nos acostamos.
^^Silverton, pueblo fantasma
Por la mañana nos levantamos temprano. El malestar es generalizado: mal de altura. Yo pensaba que nunca lo sufriría, pero mi cuerpo se ha mal acostumbrado a las cotas próximas al nivel del mar de la Costa Este. El dolor de cabeza es intenso, y la respiración acelerada. Dormir a más de 2.800 metros de altura, es toda una experiencia. Desayunamos, y nos ponemos en marcha hacia la montaña. El tramo de carretera desde el pueblo hasta, lo que llamaríamos 'base de la estación', es más próximo a una pista forestal que a una carretera: no hay asfalto, deben haber 30cm de nieve, y hay unas rampas del 15%. Sin un 4x4 y auténticos neumáticos de invierno, imposible llegar.
Dejamos el coche, y vamos a la tienda donde se reparte el forfait y el equipo de rescate: en Silverton es obligado el uso de un transmisor/receptor de avalancha, pala, punzón, y mochila adaptada para cargar con los esquís. Así mismo, el esquí en la estación siempre debe estar supervisado por un guía. La tienda es una especie de toldo de plástico, con una salamandra en el medio, y rodeada de antiguos asientos de coches. Una barra de bar junto a las cajeras. El olor rancio de cerveza incrustada en el suelo de moqueta es el primer recuerdo que te llevaras del lugar. Más tarde te contaran que la tienda fue una donación de K2, después de usarla en una feria; los sofás a base de asientos de coches usados fue una donación anónima de los vecinos del pueblo, que los iban depositando en el aparcamiento, cuando abrió la estación.
^^En éstos 'sofás' se deben haber sentado los mejores esquiadores de América
Recogemos los esquís en un autobús de colegio, varado en medio de la nieve. Posteriormente te darás cuenta de porqué, aun con toda tu experiencia de tantos años en la nieve, aquí es más que recomendable llevar un mínimo de 110 bajo el patín. Unos K2 'pontoon' aseguraran tu flotabilidad en descensos de más del 60% de pendiente.
^^Recogida del material en...el autobús del correccional de Silverton
^^Interior del acogedor lugar de alquiler de material
Nos congregan en la explanada junto a la (única) silla. Total de esquiadores el día de hoy: unos 120. Nos asignan nuestro guía, Mark: 29 años; 4 en Silverton; guía de heli-ski en Alaska. Nos explica el protocolo estándar de búsqueda en avalancha. Comprobamos por segunda vez todo el equipo, y montamos en la silla.
La silla de Silverton es una silla de dos. Fue comprada de segunda mano a la estación de Mammuth Mountain. Tiene un desnivel de casi 800 metros. Llegamos arriba, y empieza la leyenda.
Desde la llegada de la silla en la cima, siempre hay que caminar hasta llegar al arranque de la bajada. Son caminatas de unos 15 minutos que se te hacen eternas: primero porque nieva, y segundo por la altura, pues estamos a casi 4.000 metros. La respiración se hace extremadamente profunda. Acortas los pasos e intentas mantener un ritmo poco acelerado. Aun siendo corredor de maratones, es un ejercicio extremadamente agotador, la falta de oxigeno es evidente, y lo notas en todas las partes de tu cuerpo. Llegas a la primera bajada con las piernas casi temblando. Los primeros descensos discurren a través de la cara Este: Colorado, Cabin, Waterfall,...Desniveles de 60 grados, entre árboles algunos. La nieve te llega hasta la rodilla. Desciendes en secuencia, primero el guía, y cuando da la señal más abajo, empieza a bajar el siguiente: de esta manera se minimiza el riesgo en caso de avalancha.
^^Pateo hasta llegar a la bajada. A 4.000 metros de altitud, las cosas suceden de forma muy lenta
Total del día, 4 bajadas que no olvidarás en tu vida. 'Three Thirty, beer time': parada en la 'tienda' para tomar una cerveza con el guía. El olor rancio ya forma parte del paisaje. Más tarde, volvemos al hotel, literalmente destrozados. Durante esa noche, casi nadie del grupo dormirá: el mal de altura se hace persistente, y casi todos nos levantaremos hacia la una o las dos de la madrugada con un dolor de cabeza insoportable. Incluso hay quien irá a devolver.
^^Beer time. Probablemente la cerveza más sabrosa que has probado jamás
Por la mañana volvemos a la estación. Continua nevando, pero eso ya no importa. Congregamos al grupo en la base, y de vuelta hacia la cima. Hacemos una bajada, volvemos a subir, y aparece nuestro pájaro: aun con mal tiempo, sigue volando. Le pregunto al guía como es eso posible, pues en cualquier otra estación se cancelarían los vuelos (me sucedió en Whistler, en Portillo y en Gstaad). La respuesta: volamos con uno de los pilotos más experimentados. Embarcamos en el helicóptero a casi 3.500 metros de altitud, y nos deja a 4.000 metros. Me fijo en la cabina, y el piloto no lleva máscara de oxígeno: sabe bien donde vamos, volamos entre las nubes, en medio de la tormenta. Descargamos, y acumulamos otra bajada épica. El golpe de adrenalina es tan fuerte, que ya te has sobrepuesto a todo. Empiezas a disfrutar, a sentir como de único es el lugar. A sentirte unido a la nieve, a la montaña. Haremos tres bajadas más para completar la jornada. Épicas.
^^El pájaro nos hará subir la adrenalina para el resto del día
Después de dos días en Silverton, marchamos hacia Telluride. El viaje en coche es a través de Ooray, la 'suiza de América': la montaña y los pasos a través de ella son espeluznantes.
^^Paso hacia Telluride, desolador
En Telluride esquiaremos dos días más, y aun y ser una estación de mucho nivel, nuestras cabezas siguen en Silverton. Bajadas abiertas en la zona de Revelation Bowl, y más cerradas entre árboles en la zona de Plunge. Una estación genuina, con una gran oferta de esquí en pista y fuera de ella. Volver a las bajadas pisadas se convierte en algo reconfortante para nuestras piernas. Parada en el 'Gorrono Ranch': música en vivo, un excelente chile remojado en un 'Telluride punch'. Tiempo para los brindis al sol, las sonrisas de después del sufrimiento, momento para los recuerdos.
^^Telluride ofrece un terreno variado, para hacer las delicias de cualquier tipo de esquiador
^^Vista desde la base del pueblo de Telluride
Volvemos hacía Durango, para nuestro vuelo de vuelta. Cruzamos los altiplanos del Parque Nacional de San Juan: las vistas, las montañas, el contraste de paisaje...espeluznante. El aire es tan limpio, que visualizas las cosas con extrema nitidez.
Imagino que el esquiador con bagaje que lea este reportaje, quizás el paralelismo que hará será compararlo con La Grave. Yo también he esquiado en La Grave, y puedo asegurar que no tiene nada que ver: por la altura, la cantidad de nieve y su calidad, la pendiente, los pasos entre árboles, el servicio de helicóptero, los 'pateos', el guía,...Silverton es especial, difícil de encasillar, es el esquí alpino llevado a su extremo más salvaje (con la excepción de Alaska). Y me apunto la frase de Powder Magazine para resumirlo:
Recuerdos a tod@s
Ens veiem a Silverton
N.A.P.
BONUS: Algunos vídeos:
Silverton'14 the movie from Natxo Alonso on Vimeo.
Telluride'14 themovie from Natxo Alonso on Vimeo.
