La aventura blanca comenzó en el aeropuerto cuando nos encontramos todos en la entrada de la terminal de barajas, cargados de bártulos y con muchas ganas de nieve. El tamaño de las maletitas pronto fue el tema principal de conversación.
Una vez en el avión, se nos empezaba a abrir los ojos como platos cada vez que mirábamos por la ventana, eso si, cuando las nubes lo permitían.
Vista de los Alpes desde el avión.
Aunque había ocasiones que no sabías donde mirar ya que por un lado estaba la ventana con los Alpes nevados de fondo, y al otro lado nos encontrábamos con la Siruca en su apogeo.
Una vez superada la duda de donde mirar, llegamos al aeropuerto. Tras recoger el coche, se nos planteaba otro gran problema; como meter todo eso es la furgoneta y que además cupiéramos todos. El tamaño de las maletas dio que hablar again.
Aparcamiento del aeropuerto de Basilea.
Había que ir probando combinaciones hasta que diéramos con la correcta. Así que manos a la obra.
Un par de semanas más tarde aprox, conseguimos la forma de embutir todo el equipaje y que además quede espacio para las personas, aunque para entrar en los asientos de atrás hubiera que saltar por encima de varios pares de esquí, pero eso son detalles sin importancia, que era gracioso de ver jajaja.
Pasamos por controles de la policía, que estaba parando a la gente que intentaba acceder al Alberg por riesgo de avalancha, pero tras un intenso dialogo en ingles policía-conductor (en este caso era Chona) nos dejó pasar ya que teníamos el alojamiento en esa zona. Llegamos a la casa ya de noche, y suerte que dimos a la primera con ella
DIA 1: SÖLDEN
Hasta donde llegaría mi nerviosismo por probar la nieve austriaca que me desperté 1 hora antes que todos y estuve esperando a que se levantase alguien. Una vez los levantamos, fui a la ventana a ver como era aquello de los Alpes, y la imagen fue de cuento;
Vista de Pettneu desde el apartamento
Mire hacia un lado...
aggg y al otro...
Más aggg. En cualquier momento podría salir Heidi a saludarte.
Comencé a respirar más rápido y me puse hiperactivo. Vámonos ya ¡¡
Pero antes hay que protegerse del astro sol.
Siru y Duli con el cacao de moda
Una vez maquillados, nos pusimos rumbo a una estación... una tal... Sölden. Durante el viaje no dejamos de alucinar con los paisajes, por lo menos yo. Daban ganas de saltar con los esquís en marcha jaja
Por fin llegamos...
Una vez en el telecabina, se podía ver los nervios por empezar ya a deslizarnos
Chema, Duli y Ñako en el telecabina
La primera pista del viaje y por tanto, toma de contacto con la nieve. La pista no estaba pisada y debido a la cantidad de nieve caída, se acumulaba en la pista y costaba un poco esquiar.
Pero al rato, terminamos acostumbrándonos a esta delicia de nieve, y le cogimos el gustillo a eso del esquí. Desde las pistas se ve el valle de Otzal, con el pueblo de Sölden y al fondo la parte de Hochgurgl.
Tras deslizarnos un rato sobre las tablas, ya nos llamó la comida y allí que fuimos. Comimos en el restaurante que se encuentra a 2284m, Giggijoch.
En esa misma explana, había un escenario, grupos de chavales, una terraza con música y gente bailando sin camiseta y varias actividades con grupos de niños. Vamos, bastante animado, pero aun nos quedaba medio día de esquí y eso no se perdona.
Algunos de los chavales que os comentaba antes jeje
Chema y Siru con la pequeña y gruñona Chona
Al bajar del restaurante, unos bajaron por pista y otros por una pala muy rica de nieve virgen, la cual me animaron a bajar reprochándome que me lo iba a pasar bien (no hacía falta animarme, la hubiera bajado igual jaja). Razón tuvieron, la nieve super buena, una bajada disfrutona...pero claro hasta que pasó algo previsible:
Todo tiene su lado negativo, y en este caso, que con tanta nieve cuesta encontrar los esquís. Bueno, pensándolo bien, tampoco es tan malo jeje.
El día se empezó a poner jugueton, viento, nubes... (El tener nieve de esta calidad es por algo)
Incluso se veía la luz al final del túnel, como llamándote, y este es uno de los casos que hay que hacer caso y acudir a la llamada
Después de estar un ratillo en el cielo, decidimos que era hora de volver a casa, y coger la pista que baja hasta el pueblo
En resumen, a mi parecer es una pedazo de estación, más grande de lo que parece, con pistas divertidas y exigente para todos los niveles con algún fuera de pista muy recomendable. Los remontes, de los mejores que hay, con capota y rápidos. La zona del glaciar no llegamos a conocerla por la climatología, ya que las nubes se quedan retenidas en este cordal, pero aun así merece la pena la estación.