El esquí de competición español necesita un cambio
Hace unos años tuve la oportunidad de asistir a un coloquio entre un grupo de universitarios y la mejor esquiadora española de la época Blanca Fernández de Ochoa que venía de conseguir ganar alguna de sus múltiples medallas. Después de oír comentar los periplos que debió pasar para conseguir abrirse camino en el deporte del esquí le preguntaron si le había compensado tanto esfuerzo y tanto trabajo para los logros obtenidos. No contestó enseguida, se lo pensó un rato y dijo: NO.
La carrera del deportista de esquí alpino en España es difícil, dura, complicada y desagradecida y especialmente para aquellos jóvenes que sintiéndose atraídos por este deporte y teniendo cualidades para su practica no residen en alguna de las zonas próximas a la alta montaña. Para poder adquirir un alto nivel competitivo es precisa una pronta iniciación por lo que enseguida se plantea el primer gran problema: ¿Cómo compaginar los estudios con los entrenamientos? A los deportistas más prometedores, como ha sido el caso de Blanca, se les ha dado la oportunidad – o la consiguen directamente pagando esos gastos- de cursar estudios en centros especiales en los que desarrollar sus habilidades deportivas al mismo tiempo que siguen un programa educativo adaptado a su edad. No es la situación ideal ya que requiere el abandono de la residencia familiar a una edad muy temprana y a esos años los jóvenes precisan en muchas ocasiones de la ayuda de sus padres para superar los momentos de soledad, de cansancio y de fatiga y sobre todo para disponer del ámbito afectivo natural necesario para la formación del carácter personal.
Después vienen los viajes para poder participar en las competiciones y todos los gastos que rodean este deporte que no lo hacen precisamente asequible a los bolsillos de la mayoría. Aunque actualmente el deporte del esquí ha incrementado el número de practicantes y ha conseguido hacerse más popular, la preciso seguir avanzando si queremos estar al nivel de otros países de nuestro entorno y para ello es necesario, en mi opinión, poner el acento en la atención de los más jóvenes garantizándoles una buena formación académica y personal, fundamento para su futuro.
La elaboración y desarrollo de un Plan Estratégico para los Deportes de Invierno creo que podría ser un buen punto de arranque. Un plan orientado a determinar los retos del futuro con objetivos claros y exigentes y que marque otras pautas y formas de trabajar centradas especialmente en las necesidades de los deportistas más jóvenes. Se hace necesario un cambio, un nuevo impulso para conseguir poner al deporte del esquí al mismo nivel que han alcanzado la mayoría de los deportes en España.
Pamplona, de octubre de 2009.
I LANA PADRE DE EXCORREDOR