Decidiríamos subir por carretera, fundamentalmente porque no viajábamos en grupo y alquilar un coche para transportarnos desde Barcelona o Zaragoza no resultaba económico. En caso de ser más de cuatro pienso que si merece la pena subir en avión y alquilar un coche. Así que nos enfrentábamos a 1200 Km desde Huelva hasta Arties, pueblo elegido como residencia. Subiendo por la autopista de Extremadura, en la que hay menos tráfico, menos radares y menos baches, llegamos hasta Sigüenza, donde hicimos parada y fonda. Y como Lunerilla se lo merece sobradamente, nos quedamos en el Parador, un espectacular castillo restaurado al efecto; el sitio sin duda merece la pena.
El autor en la puerta del Parador, con 5 grados y manga de camisa.
Lunerilla en plena conferencia diaria con mi suegra, que es su madre.
Por la mañana, después de desayunar un magnífico Roscón de crema y mientras el resto de España abría sus regalos de Reyes nosotros dirigíamos nuestro camino hacia el Valle de Arán. Serían las 3 de la tarde cuando ya alojados en nuestro hotel, en este caso el Edelweis, nos dirigimos a reponernos del camino a la Sidrería Iñaki…y bueno, la comida y el precio correcto, pero han debido cambiar de dueño, o de gerente o de cocinero, porque ya no se ven los famosos pinchos de años atrás, así que en nuestra particular guía gastronómica no lo destacaremos.
Hablar de comida y buenos restaurantes es una afición que solo rivaliza con la del esquí, así que en este preciso momento voy a destrozar la línea de mi relato para haceros una útil guía gastronómica. Comer bién en el Valle de Arán es fácil y la comida contundente, lástima que quede tan lejos. Durante nuestra estancia hemos conocido los siguientes templos gastronómicos:
Sidrería Urtau, en Arties. Magníficos “pinchos” y abundante Sidra –hasta que se terminó y no volvimos, y eso que fuimos dos veces!-. Tiene restaurante pero no lo probamos.
Rastille, en Garós, el mejor chuletón del Valle. En 2006 con dos metros de nieve vi a un señor poner cadenas para subir a comer hasta allí, así que no lo dudamos. También probamos la famosa olla aranesa, pero aunque estaba muy buena, nos gustó más la de el Carmela. Muy acogedor.
Carmela, en Unha. Por lo visto en las paredes, muchas fotos de famosos, es todo un clásico. Magnífica olla aranesa, estupendos postres y dos botellas de licor de menta y castaña…aaahh que licores.
El Moli, junto al Rio, en Vielha. Bueno, este es para quitarse el sombrero, y nos lo quitamos dos veces, porque fuimos dos días seguidos. Se trata de un establecimiento con un toque romántico, con un gran ventanal sobre el río iluminado y velitas en las mesas. El romanticismo se perdió en el justo momento en que pedimos el “menú Calzots”, para quitarse el sombrero, a las fotos me remito. En nuestra segunda visita tomamos unos caracoles y como dice un amigo mío, un cacho de vaca, sencillamente fabuloso. Sin duda volveremos.
Señores, los Calzots están servidos!
Para acompañar, su cordero y su butifarra.
Sidrería Casa Pau, en Arties. Inmejorables y variados pinchos y abundante sidra para el apresqui; los pinchos esa solución para calmar estómagos inquietos cuando las pistas y las cocinas han cerrado.
Sidrería La Bruixa, en Vielha. Le precede su fama y quizás esta hizo que la realidad me decepcionara un poco, pero solo un poco. Tienen un menú en el que recomiendo pedir la tortilla de ropa vieja, con cebolla, pimientos y carne del cocido, lo mejor. Bueno, lo mejor el grifo de sidra que hay al fondo del restaurante por el método de autoservicio, sale fresquita, fresquita. Esa noche ¿Quién condujo?
Detalle de la barbacoa, cada chuletón, un kilo
Eth Taro, en Arties. Realmente esa noche íbamos a cenar al Restaurante Des Bordes, en el pueblo del mismo nombre, pero considerando la inoportuna nevada de 50 cm que caía, fuimos a cenar a Eth Taro, restaurante recomendado por la Guía Campsa. Un poquito más caro que el resto, para pagar comida más elaborada: fidegua, otro pedazo de vaca y un postre de bizcocho relleno de chocolate blanco recién hecho, delicioso.
En la recepción de la agencia de viajes de Baqueira (Vielha) te facilitan una guía de toooooooodo, restaurantes, plano de pistas, termas, spa, excursiones, …con direcciones, teléfonos, pegatinas, pins, todo. ¿Quién quiere un pin?
Volviendo al tema niveo la semana ha sido muy irregular. Cuando llegamos una inoportuna lluvia fastidió tremendamente gran parte de la nieve que había, lo que unido a las bajas temperaturas de la madrugada, fabricó unas inmensas placas de hielo que alternadas con enormes calvas sembraban algunas de las pistas. Como es habitual en primavera, no en enero, conforme avanzaba la mañana y subía la temperatura, la nieve comenzaba a fundirse. De cualquier forma, había algunas pistas, especialmente las más altas que estaban muy bien.
De esta estación, aunque realmente son tres, Baqueira, Beret y la Bonaigua, una de las cosas que más me gustan son los paisajes y las vistas, como muestra un par de botones.
Vistas desde Dossau, una rojita que me encantó.
Blanhiblar, en Beret. Aquí hay una magnífica cafetería y sillones para tomar el sol; acceso solo por remonte y bajada esquiando. Al fondo a la izquierda la parte de Baqueira y la "negra Luis Arias.
Mirador de Baqueira
Algunas sorpresas me aguardaban aún. El tercer día por alguna de esas casualidades de la probabilidad, en el remonte de Argulls tuve el placer de conocer a dos foreros Leski y Jet Ski, que me invitaron a compartir unas bajadas con ellos; así que me enseñaron Argulls y parte de la Bonaigua. Desde aquí les doy las gracias, fue un placer conoceros.
La entrada de Argulls. Aquía hay otra cafetería, solo para esquiadores
y riders 
Este ha sido un viaje de nuevos amigos y especial mención merece nuestra profesora de esquí de la Escuela de Beret, Nuria; después de dar algunas clases a Lunerilla con las que mejoró mucho, tuvo la enorme paciencia de dedicar dos días a mejorar mi posición y el asunto de la flexión extensión. Una gran profesional y mejor persona. Por la tarde nos invitó a merendar y conocer el hotel que tiene junto con su hermana en Garós, El Hotel Peira Blanca http://www.peirablanca.com/index.php. Es un hotel familiar, lleno de velas e incienso, muy acogedor, edredones y televisión de plasma en las habitaciones, jacussi en las suites, sin duda en nuestra próxima visita esta será nuestra casa; nos encantó y por ello lo recomendamos.
La sorpresa final vendría el viernes por la tarde, cuando después de nevar durante horas en pistas, la temperatura bajó y lo que era lluvia se transformó en una intensa nevada en todo el valle. Además de una estampa idílica, dejó medio metro en las pistas que pudimos disfrutar durante la jornada del sábado. Puro podwer o como diría uno de mis compañeros de esquí del sábado –un saludo para Alfonso y Nacho- mantequilla. Un par de fotos.
Nevada en Arties, obligatorio cadenas!
La ermita al fondo, junto a nuestro hotel
A Gambrinus también le cayó lo suyo; confirmado, aqui también hay Cruzcampo.
Esto es lo que se podía ver por la mañana desde la ventana de nuestro hotel.
Y así estaba la zona de Orri después de la nevada.
Otra, gentileza de la casa.
Ese día no pudimos jugar al padel
Decía al principio que hay detalles que hemos apreciado y en los que no habíamos reparado antes. Y aunque las comparaciones son odiosas, por qué no tomar nota de las buenas ideas de los demás?
Mi enhorabuena a los responsables de pisar las pistas de Sierra Nevada, pensaba que lo hacían bien pero ahora sé que son los mejores.
La exquisita educación en las pistas, no hay un empujón, ni discusiones, ni malas palabras, lleves lo que lleves bajo los pies. La proporción tablas / esquís varía considerablemente, me atrevería a decir que los esquiadores suponen un 85% del total. Educación que se extiende al personal de pistas siempre con un buenos días y con una sonrisa, te paran la silla al montarte y te ayudan en todo momento. Pregunté en un remonte de Beret si Dossau estaba abierto y el pistero me contestó “no lo sé con seguridad, pero si quiere llamo por teléfono y lo consulto”…
Existen cinco aparcamientos descubiertos (2 en la Bonaigua, Baqueira, Orri, Beret) y uno cubierto en Baqueira, todos ellos gratuitos y vigilados por personal de la estación, en los de Baqueira con un trenecito gratuito que te lleva hasta el huevo y las taquillas de los forfaits. El resto está a pie de pistas.
Este trenecito te llevaba del aparcamiento hata el huevo, gratis.
Los “visitantes” apenas existen y hay un forfait más barato para debutantes. Pocos autodidactas, casi todo el mundo contrata clases. Eso sí, aun no tienen el sistema de tarjeta magnética y te pican el forfait con una pistola en los remontes bajos, en los altos nada de nada, no existen los tornos, ni tampoco las colas.
El huevo de Baqueira. La gente esperaba para subir solo con su grupo en cada cabina, que por cierto son sentadas.
No existe la venta ambulante ni ilegal, nada, ni rastro.
Pasillo cubierto para subir a tomar el huevo de bajada ahorrándote la subidita y en las alfombras de principiantes, sin frio, sin nieve.
La calidad y limpieza de los restaurantes. Existen varias cafeterías en cotas altas con estupendas vistas, como la de Blanhiblar de las que solo se puede bajar esquiando. ¿Qué como suben la comida? En helicóptero!! Emulando a Dinosaurius Park en uno de sus reportajes, me tomé un chocolate y un pastelillo antes de hacer la última bajada, mientras disfrutaba de estas vistas. ¿Imaginais una cafetería así en lo alto del Veleta, mirando a Africa, al Estrecho?
Momentos después de mi chocolate
La arquitectura del Valle es muy bonita, todas las casas en piedra, los techos de pizarra, ventanas de madera, un cuento de hadas. Aunque hay mucha construcción, no han alicatado la montaña. Especial mención debemos hacer a la muestra del Románico que se desparrama por toda la zona, impresionante.
Urbanización de Baqueira después de la nevada.
Han transcurrido siete días y después de 1200 kilómetros y 10 horas sin glamurosas paradas, estamos de nuevo en casa, deseando volver a nuestra estación para compartir bajadas y apresquí con nuestros amigos Fatiguitas.
Hasta pronto Baqueira!
