Reportajes Viajes y aventuras en la nieve de nuestros visitantes
Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

Todo el mundo puede esquiar powder

Todo el mundo puede esquiar powder
La oscuridad lo cubre todo. Solamente las pobres y viejas farolas de la plaza arrojan una tenue luz esta mañana. Menuda nevada está cayendo. Yo aquí en la cama. ¿Qué es ese ruido?

La oscuridad lo cubre todo. Solamente las pobres y viejas farolas de la plaza arrojan una tenue luz esta mañana. Menuda nevada está cayendo. Yo aquí en la cama. ¿Qué es ese ruido? Coño...!! Las siete y suena el móbil, podrían poner otra melodía de despertador... No pegaría estos botes. Saco la cabeza de debajo de la manta. Estoy haciendo una prospección de temperatura con la punta de mi nariz. Me dice que aunque tenemos la calefacción encendida y una pared de mi cuarto da a la chimenea, me va a costar vestirme. Hace un frío de cojones en la habitación y fuera.... Joder!!! Qué paquetón en la ventana!!! La hostia Patxi!! Con toda la prisa del mundo y dando brincos y espasmos por todo el cuarto consigo vestirme. Evidentemente hoy la térmica es la gorda, el forro el grueso y... o me animo ya o me congelaré antes de llegar siquiera al coche. Abro la puerta y veo que todavía hay una brasilla en la chimenea. Je je!! Ayer nos pusimos como unos tocinetes. Oigo un silbido y me doy cuenta que Toni acaba de cerrar el agua de la ducha y ya se está vistiendo. Este tío es un crack. Se ducha todas las mañanas haga el tiempo que haga, en la ducha más precaria que sea si hace falta y encima sonríe como un niño de cinco años. Me doy cuenta de la mala uva que tengo algunas, por suerte pocas, mañanas. Por lo menos el silbido me ha dado ánimos. Es una canción de los Ramones que se pega fácilmente. Ahora Toni ya se ha animado a cantar y grita como loco algo de Toy Dollz. (Semos punks). Jajajaja y yo el único "heavy" de la casa. La verdad es que hacemos un cuadro digno de pintar.

Cojo el pan y como si fuera un cirujano-albañil corto dos rebanadas de pan de payés. Joder, qué bueno soy. Rectas como si las hubiera hecho con una regla. Las pongo en la brasa... digo... Con el empane matutino me he olvidado de que para tostar pan hace falta algo de brasa y... casi no hay. Le meto caña al carbón y enseguida coge un poco de temperatura la cosa. Mientras Toni vigila el pan me voy a arrancar el coche. Nada más salir de casa me doy cuenta de que hoy va a ser parecido a ayer. Pero sé que hoy llegaremos tarde al curro fijo. Yo, Toni, y todos. La razón es la nieve que aunque no me llega a la rodilla, arriba... ni te cuento. Armado con una escoba vieja que estaba en el mugriento desván de casa empiezo a sacarle la nieve al coche. Suerte que es un 4x4 si no hoy... en casa. Lo arranco y el pobre me responde con una buena humareda. Será cabrón... Se va a enterar este de lo que vale un peine. Ya estoy en el techo. Hay por lo menos treinta centímetros encima de éste. Bueno, misión cumplida. Ahora a desayunar. Antonioooo!!!

Lo pillo dándole el primer bocado a la tostada. Pan con tomate, embutido... Me doy prisa porque pa comer soy un poco lento. Me pregunta por la nieve. El tío se parte. Hoy paquetón. Fijo le digo. Hoy toca hacer de coche escoba otra vez. Ponemos la tele y nos quedamos embobaos viendo los primeros atascos de Barcelona, lo que llueve y nieva por ahí, la presentadora... Toni desaparece un momento. Recojo la mesa y guardo los embutidos no sin antes reservar unos trozos de queso, fuet y un buen pedazo de chocolate. Le grito al amigo si quiere él algo. Me dice que no que hoy estará en la base de la estación y que ya cogerá algo en la cafetería. Valeee....

Entramos en el coche y me alegro de haber puesto la calefacción nada más arrancar. La nieve del cristal ya se ha deshecho y el interior tiene una temperatura menos, cómo decirlo... Cortante. Meto la reductora porque de aquí... no sale ni Dios. Llegamos abajo en el cruce con la carretera principal. Quito la reductora pero dejo el bloqueo de diferencial puesto. Esto hoy está serio desde abajo y ya veremos por arriba. Pongo Metallica a medio gas. Al cabo de unas cuantas curvas Toni empieza a menear la cabeza. Si yo sé que le gusta el heavy pero reconocerlo por parte de un punk de los clásicos que sólo le va el rollo 70´s es un poco difícil. Estamos llegando a Boí y el tema está chungo en la carretera. Sólo he adelantado a tres coches, hoy la peña no se la juega o están en el bus, o... Bajo el volumen de la música porque no oigo bien el motor y me pongo más nervioso cuando el coche patina un poco. De momento vamos bien y que dure. Mira... el primero que se queda tirao... No hay nadie en el coche lo habrá recogido alguien. Llegamos al Pla y allí está to kiski. El autobús lleva hoy más gente que de costumbre. Y están esperando a que lleguen unos cuántos más con los coches y aprovechar el viaje. Al lado de la quitanieves el portugués se fuma un purito con el zumbao número uno de la estación. A ver si se jubila pronto... Abrirán paso al bus pero yo voy tirando para arriba. No me gusta ir en el bus con tanta nieve y menos depender de otros para desaparecer a la tarde después de currar. Dos chicas de taquillas suben con nosotros. Toni empieza a estar más despierto y comienza a hablar. Cambio de música porque ya hay una que se tira de los pelos... Le pongo Lenny Kravitz y le cambia hasta la mirada. La verdad que también le pega a una nevada como esta. Pero somos cuatro y para mí empezamos a ser multitud. Sobretodo porque acabo de pegar un patinazo en la curva del puente y tengo demasiados ojos encima.

Hemos llegado, no sin patinar dos veces más y adelantar a tres coches más que al reconocerme los conductores me pitaban y se reían. Bueno... desalojen el vehículooooo!!! Eso se dice rápido, hacerse... con este tiempo... Como siempre que entra de norte estamos pillando la del pulpo. Hago un pronóstico rápido de la velocidad del viento. Mantenido de cincuenta con rachas de ochenta aquí en la base. Arriba, más de cien. Aquí ya no nieva de arriba abajo, aquí nieva de costado. Entramos en el vestuario a toda prisa. Somos de los primeros aunque ya hay unos cuantos. Ji ji, ja ja, jo jo, yo me piro pa la base del remonte que me están esperando. Les deseo a todos muy buenos días y me voy al lío. Mi lio... El maquinista me está esperando como de costumbre al lado de la caseta. Abro la puerta de ésta y cojo los esquís. Por supuesto hoy también toca coger los bastones.

-Qué pasa Ramón!!
- Ná aquí, dándo tumbos como un gili.
- Pues no sabía que te pagaran por hacer el gili... #Ramón empieza a partirse después de oírme#

-¿Nos vamos? - Me dice.
-Por mí, nos vamos a tomar algo a la cafeta y que le den. Hoy no podré hacer nada más que leer y esperar a la hora de comer.

Arranca la máquina pisanieves y nos vamos parribaaaa... Me comenta que ha sido una noche de perros y que lo poco que pudieron pisar por la tarde está desecho porque entre la nevada y después el viento lo ha dejado todo fatal. Me doy cuenta enseguida porque nos empezamos a encontrar acumulaciones grandes por todas partes. Vamos siguiendo por debajo la línea de la silla de Júnior. El conductor de la silla y los ayudantes palean como posesos pues hoy todos los currantes de cotas superiores subirán por ahí. O no. Demasiado viento pero los jefes siempre nos aprietan. Es evidente nada más bajar del coche que hoy no se podrá abrir nada más que las cintas de debutantes y un arrastre corto. Pero poco importa cuando desde los hoteles y desde la central de Barcelona no paran de llamar a la Torre de Control cuando abren las pistas. A mí ya poco me importa, llevo ya cuatro o cinco inviernos aquí y ya sé de qué va la historia. Le digo a Ramón si ha hablado con Quim (el artillero) para poder subir arriba. Inmediatamente lo llama.

-Quim, ¿me recibes?- grssch!
-Dime...- grssch
-Oye! Que llevo al de la Express para arriba. ¿Cómo lo ves?- grssch
-Sube por Erta no te metas por Servi. Si arriba está mal no te metas en líos.-grssch
- Vale, recibido. Grssch

Estamos apañaos le digo. Un día nos sacaran a trozos me dice. Nos reímos. Un año esa pala casi se lleva a dos maquinistas. Menos mal que no subieron. Se llevo dos telearrastres enteros y reventó tres casetas. Hoy no va a ser así, pero siempre te queda la duda de si cae algo por pequeño que sea. Aunque con este viento lo dudo mucho se está llevando todo o sea q no quedará mucha nieve. Llegamos a lo alto del collado. Se parece a la boca del lobo. Es el infierno blanco. Ramón para la máquina y me mira.


-¿Qué? ¿Llamas tú o yo?
-Llama tú que a mi no me hacen ni puto caso. Al remontero ni dinero. #Decide llamar él#

No cuela por hoy y dice que probará que si no lo ve claro nos bajamos. Claro... la madre que me parió!! No se ve nada y andamos agachados mirando por el borde de abajo del cristal para ver alguna marca de la máquina en el suelo. Encontramos las cuerdas y empezamos a subir el camino. Unos metros y atascados. Demasiada nieve delante de la máquina. Después de unas cuantas y hábiles embestidas Ramón y yo salimos adelante. Arriba será peor, lo sabemos los dos y el barranquillo de al lado no nos gusta a ninguno. En el primer escalón la cosa se pone fea y nos tiramos un buen rato embistiendo la masa blanca. De vez en cuando paramos porque simplemente somos una burbuja de color enmedio de lo blanco. Blanco arriba, blanco abajo, blanco a diestro y siniestro. Joder qué blanco se ve todo!! Al cabo de unos cinco minutos llegamos al último muro y por arriba está más despejado aunque en la cima... En la cima hay un pitote de tres pares de cojones. Le pido que limpie la zona de desembarque y el resto de la línea de llegada. Hasta me saca nieve de delante de la puerta. Las ráfagas de viento aquí ya son muy fuertes. Calculo que alguna pasa ya de los cien por hora con mucha facilidad. Está todo destrozado. La red se ha roto y tiembla en el aire echa jirones.

Me bajo de la máquina a toda leche y pillo los esquís, botas, mochila, bastones, todo dentro de la caseta y a tortas. Me cierro y uff! Que alivio. Le digo adiós con la mano y él me pita. Menuda putada bajar con ese trasto, solo, y por ese jodido cuello. Bueno. Ya estoy aquí. Lo primero, ponerme las botas plásticas de montaña que como todos los días están con los botines fuera y éstos a su vez encima del radiador. Calientes, calientes. La verdad soy un sibarita. Snob, sibarita y heavy, menuda mezcla!! Llamo por radio a la base de la silla y tardan en contestar. Me cago en sus muertos justo cuando me contestan. Que meos mal que ya era hora. Será cabrón. Miro el reloj y la verdad que hemos tardado más de cuarenta minutos. Joder!!

-Bueno, le digo.
- ¿Cuanto aire sopla hoy?- grssch
- Ahora mismo setenta, setenta y pico pero hace un rato estaba constante sobre los cien, ciento cinco.- grssch.
- Debuti. Avísame si afloja o si sube. Voy a limpiar lo que pueda y cuando vuelva te llamo.- grssch
- Vale, recibido. No te mates que no vale la pena, ya te ayudaremos mañana o al otro.- grssch
- Okay.- grsscch

Vaya tela tio... Me tapo con toda la ropa que tengo y me armo de valor. Comprobaré que todo esté en orden y no me lio a limpiar nada. No sea que me vaya volando o me caiga por la escalera.
Tate. Levanto la primera tapa y casi me voy detrás de ella volando. Qué susto!! Me cago en Dios!! Su puta santa madre coño!!! Miro por dentro y está lleno de nieve hasta los topes. Cierro rápido y aseguro la tapa con un cordino que tenía a mano. Que le den. Yo paso. Entro a la caseta y me espero cinco minutos. Llamo abajo y les comento el tema. Ellos también han estado observando el viento y ahora ya no baja de cien. Llaman a Control y El Jefe dice que vale que haga lo que pueda y si no puedo pues nada.
Pues como ayer pero hoy no he podido ni siquiera hacer rodar el cable unos cuántos metros para que se caiga el manguito. Menos mal que sacamos la mitad de las sillas de la línea y aquí sólo hay cable. No podemos ni arrancar porque puede que se salga alguna correa y tal pero... De todas maneras me llaman porque van a darle un meneillo alante-atrás y debo estar al loro.

Salgo a la calle con mala leche pero entiendo que hay que hacerlo, de lo contrario mañana será peor. Me saco un cigarro y me lo enciendo como puedo. Pienso que de dónde coño he sacado la habilidad de encenderme los cigarros hasta con un huracán.

Les llamo que arranquen si quieren.

Arrancan la silla y suena todo a roto. Como siempre, como siempre con este tiempo. Casi no puedo ni mirar arriba y lo de fumar es un chiste de mal gusto pero como soy así de chulillo... El cable va rodando bien y va cayendo toda la nieve de encima. Pasa un minuto y me piden permiso para darle más caña. Les digo que se olviden, que ya les avisaré. Ahora ya estoy encima de la plataforma, agarrado a la barandilla, de cara al viento y cagandome en toloquesemena. Les llamo y al son de mi voz va subiendo la velocidad. Al cabo de un rato me parece ver una silla que va por la veinte... no yo qué sé. Ya empiezo a ver fantasmas cuando me dicen que van a ir para atrás un rato. Les digo que vale. Paran y dan marcha atrás al poco. Yo me voy al agujero.

Dentro de la caseta me saco, máscara, gorro, buff, chaqueta forro, guantes,... nieve de todos los rincones posibles... Menudo día. Y son sólo las nueve cuarenta y cinco. Bueno... mirándolo mejor mi misión ahora ya no es trabajar. Es no enfriarme, leer, comer, beber, y puede que hasta echar una cabezadita en la camilla de los pisteros. Enciendo la radio, suena el hit del momento y empiezo a dar botes como un obseso dentro de la caseta. Estoy a dos mil quinientos metros y debo ser uno de los pocos gilipollas en el país a esa altura haciendo tanta chorrada junta.

Me pongo cómodo y descubro un bote de nocilla con pan bimbo que "olvidé" el dia anterior. Me puedo considerar un tío con suerte después de este descubrimiento. No es la penicilina pero ahora mismo su efecto es parecido.

Paran la silla y me dicen que me ponga cómodo porque ellos ya están y van a hacer lo mismo. De momento la estación sigue cerrada y nadie puede hacer nada más que esperar. Los de abajo no paran de palear pero es inútil. La madre naturaleza nos quería dar fiesta hoy no así nuestros jefes. Ni por supuesto nuestros queridos clientes que no entienden ni quieren entender nada sobre lo que pasa a partir de los dos mil metros para arriba.

Y yo aquí en mi palacio particular. Tengo suerte. Trabajo de los más altos. Me suben en máquina con calefacción y no postrado en una silla temblando más que Mickk Jagger en plena fiesta de cocainómanos. Tengo mis cacharritos aquí. Hornillo, radio, revistas, váter (que no va pero las bolsas de basura son geniales), agua, comida... Soy el puto rey de la previsión. Perdón. Me equivoco. No preveo nada, simplemente veo que voy a pringar otro día más, solo ahí arriba y me preparo como es debido. Oigo un ruido. Aparte de los mil quinientos distintos al zumbar el aire con el metal, la caseta e infinidad de cosas sueltas de ahí fuera. Parece una moto de nieve. No lo es y lo sé. Es un "duende". A veces me pasa, oigo cosas que no son. Siempre he pensado que o opción a; me los imagino yo; u opción b, son tonos o ruidos que todavía no tengo identificados. Siempre tiendo a la b, la a me da rollo.

Por fin tengo el pan bimbo untado con nocilla y abro el último Solo Nieve que ha caído en mis manos. Lo miro por encima y voy pasando las páginas. La verdad que este número promete. Llego al artículo que cada semana escribe Xavi Fané desde los USA Lleva por título "Todo el mundo puede esquiar powder". Y automáticamente me digo, ¿sí?. ¿Todo el mundo...? Pues ya me dirás cómo chato... porque aquí en los pirineos... Total que me dejo de especulaciones y dejo de mirar como embobado la ventana y dirijo mis ojos al papel. Según voy leyendo me voy imaginando a mí como protagonista de la aventura que cuenta Xavi. Realmente creo que es una de las pocas personas que sabe realmente de dónde viene y a dónde va, y eso que ni lo conozco. Cuenta que un buen día de powder "Made in the Rockies" se fue a una montaña cerca de su casa en Crestted Butte. No he estado nunca pero me imagino las calles al más puro estilo del oeste americano. Ese día se fue con un amigo suyo que representa ser el cartero del pueblo, un tal Gunnison o algo así. Total que fueron subiendo con las pieles de foca hacia el paraíso más blanco que podían imaginar no sin antes tomar las precauciones debidas como por ejemplo realizar un perfil de la nieve para comprobar su estabilidad. Xavi siempre que redacta alguna animalada parece que antes de hacerla toma las medidas de seguridad pertinentes. Fue su día, un día mágico en un lugar paradisíaco reinado por el blanco más puro, un día orgásmico, según cuenta. Al cabo de unos días volvieron a quedar para repetir "el polvo". Pero ese día no fue lo mismo. Les pilló una ventisca muy parecida a la que me rodea en estos solitarios momentos. Bueno, seguramente no tan fuerte pero la montaña debía tener un aspecto lamentable para esquiar. Bancos de nieve, acumulaciones con forma de ola, hielo azul..., piedras... Pero de todas formas decidieron subir. En la primera de las salidas Xavi contaba lo fácil que es marcarse unas buenas curvas a toda velocidad sintiendo la componente gravitacional al máximo debajo de los pies, encima de la nieve más polvo que uno pueda soñar. Esta segunda vez en cambio los giros... bueno... este... dijeramos que los giros no se suceden unos con otros. Bajar de ahí arriba se convierte en una acrobacia contínua al límite del agarre de los cantos en el hielo, al límite del equilibrio y rebasándolo en varias ocasiones de la manera más ortopédica jamás soñada.

La conclusión contiene la típica ironía de los textos de Xavi. Todo el mundo puede esquiar powder. Pero para esquiar ese soñado powder hay que estar ahí todos los días, dándo el cayo, curtiéndote. De vez en cuando la madre naturaleza te obsequia con un buen día de powder, pero no es costumbre.

Me levanto después de mirar un rato por la ventana. La verdad que a través de ella no se ve un carajo. Apenas veo la plataforma y eso que es amarilla. Pero por mi cabeza han pasado un montón de sensaciones. Buenas, malas, pero sobretodo esquiadas a tope con paquetones inacabables, desvirgadas de palas con reflejos cristalinos por la nieve recién caída... Aunque de repente me doy cuenta de dónde estoy otra vez, otro día. Estoy a dos mil putos quinientos metros de altura. Afuera hay un temporal de norte rugiendo con toda su fuerza y lanzándome su mano a más de cien kilómetros por hora. Sólo una fina capa de madera y aislante me separa del exterior. A veces me siento como un astronauta en la lanzadera espacial orbitando alrededor de la Tierra. La única comunicación con el exterior es una radio que hay días que decide funcionar dubitativamente y con cortes que hacen initeligibles hasta los monosílabos.

Estoy solo y como siempre al mediodía me harán bajar. Es cojonudo. Siempre me llaman y me preguntan que como está por arriba, la visibilidad y tal, que como lo veo. No hace mucho casi la lío. Subí un día como hoy y no por placer. Me estuve tres jodidas horas en la calle cerrando tapas que se habían abierto debido a la presión del aire. Los cierres habían sido arrancados y con cordino prestado de los pisteros improvisaba nudos que no salen ni en los libros. Me costaba hasta pensar del frío que hacía y de lo que me llegaba a zarandear el viento. Y cuando conseguí limpiar más o menos todo de nieve me metí en la caseta, el día empeoraba por momentos. La parte baja de la estación estaba abierta pero por poco tiempo.

La velocidad del aire estaba subiendo de una forma alarmante. Arriba había estado haciendo aire toda la santa noche y me había destrozado algunas cubiertas pero la silla podía funcionar sin público para rodarla un rato pero en vista del día lo dejamos tal cual. Al cabo del rato empecé a ponerme nervioso. Estaba soplando muy violentamente y a rachas. Podía ver cómo meneaba la silla que tenía delante y las de detrás subían hasta tocar el cable con el borde del asiento. Le estaba pegando fuerte. La cosa empeoraba y por la mañana nos había costado trabajo llegar. Sólo había una máquina disponible para recogerme en caso de necesidad, pues las otras estaban en el taller y el mecánico tenía ya suficientes dolores de cabeza por ese día. Sabía que si no me largaba rápido de ahí me tocaría esperar mucho tiempo y si decidían subir con moto no llegarían. Ya nos dimos una torta un día y salimos volando, ya tuvimos bastante suerte aquel día.

Empecé a llamar abajo. Últimamente las relaciones entre nosotros habían decaído un poco. Me dijeron que esperara que me recogerían en máquina pero que la que tenía que subir estaba en el taller para reparar una tontería. Mierda. Al rato aquello me estaba poniendo cada vez más nervioso. Les llamé otra vez y me dijeron que las ráfagas superaban a veces los ciento treinta, ciento cuarenta kilómetros hora. Una baliza de madera arrancada de súbito por un golpe de aire se puede llegar a convertir en un proyectil. O eso creo. La verdad es que nunca lo he visto y dudo que suceda pero la idea nunca me ha hecho gracia. Los de abajo me decían que no bajara de momento y empezaban a hacer bromas y me pareció que me estaban tomando el pelo. Así que me cabreé y pensé que no habían llamado a nadie y me estaban dándo largas para que me callara. No sería la primera vez. Lo habían hecho dos veces y me había molestado mucho. No mola estar ahí arriba pillado y que te toquen los cojones. Básicamente porque normalmente acabas bajando sólo con un temporal acojonante, sin ver nada más allá de los tres metros y remando para abajo enmedio de una roja!!. Me puse muy pesado y les dije que estaba harto, que ya llevaba tres días encerrado ahí y que por mis cojones el cuarto bajaba. Enseguida me llamó por radio el jefe. Me decía que estaba loco que ni se me ocurriera abrir la puerta... Estaban evacuando a la gente que estaba en las sillas de la parte baja y los pisteros y los monitores iban de culo. Estaban bajando a pie por la pista verde más de cien niños con sus profesores y estaban también ayudando a bajar a turistas normales.

Se me quitó rápidamente la idea de la cabeza. Aunque por un momento pensé que también me estaba tomando el pelo para que me esperara a que subiera la máquina que yo por supuesto sabía que si estaba en el taller hasta la tarde no estaría arreglada, como tantas otras veces. Al mirar por la ventana me dí cuenta de que me había emparanoiado solo. Que el temporal de fuera era una bestialidad y era de locos bajar en esos momentos. Me tranquilicé sólo después de fumarme casi seguidos tres cigarros. Las dos y media y la cosa había aflojado bastante, las ráfagas ahora apenas superaban los noventa por hora. Decidimos entre todos esperar un poco más. A los veinte minutos me dijeron que bajara cuando quisiera que el viento había permanecido estable. Me preparé con esmero, sin pausa pero sin prisa. Lo tenía todo listo y hasta me puse los esquís dentro de la caseta. Si alguien lee esto dirá: "menuda gilipollez ponerse los esquís dentro". Pues no!. Porque enmedio del polvo y del viento la fijación queda cubierta enseguida por la nieve y no ves tu esquí o se te hace un zueco a la mínima. Otras veces el aire ya ha barrido toda la nieve y el cristal que tienes delante de la caseta te sugiere que no salgas con las botas lisas de plástico resbaladizo que llevas.

Tardé una eternidad en llegar abajo. Tanto que a medio camino me llamaron por radio por si no estaba entero. Sí lo estaba, lo peor ya había pasado. Pero... uff!! Decidí no bajar por la pista pues el collado era en esos momentos una trampa. La pista del otro lado era un muro de hielo pero pasaba también cerca de otro collado dónde soplaba un aire tremendo todavía, incluso más que arriba pues es un paso natural para el aire y allí se acelera por su estrechez. Así que la mejor opción era la más punk de todas. Bajar por fuera pista, por debajo de la línea de la silla. El único pero son unas rocas que hay un poco más abajo de la pilona veintidós. Nada más salir de la caseta un rafagón me sacudió y tuve que levantar mi brazo izquierdo para taparme. La nieve dándome en la cara parecía un manojo de agujas clavándose. Tres segundos más tarde aflojó. Inicié la bajada y justo en la segunda curva otro rafagón me detiene y tengo que volver a levantar la mano y mirar arriba para coger aire. En eso que a través de la máscara veo que justo encioma mío tengo una silla que es zarandeada violentamente hasta tocar con el asiento al cable portador. Jodeeeerrr... menuda bajadita me espera. El muro está hecho un asco y de momento las ráfagas se van sucediendo igual que mis precarios giros en la nieve siempre cambiante. Ahora venteada, ahora hielo, polvo, dura, más hielo, acumulación... zas! Casi me la pego pero no se cómo sigo para abajo concentrándome en cada giro y llegar abajo sin darme un hostión. Al fin llego abajo de los muros superiores y ahora encuentro un mar de crestas de nieve venteada. Voy de recto pero aún así al final me quedo parado. El viento me sigue meneando pero cada vez se nota menos pues estoy ya en los dos mil dos cientos. Paso varias casetas de otros remontes. Me acerco a ver si hay alguien pero nada, todo el mundo está abajo comiendo. Me llaman por radio para ver si estoy entero. Les digo que estoy en la cota intermedia que ya casi estoy. Al fin llego abajo, resoplando como un borrico. Otra bajada para la posteridad. Trabajar en ese remonte me ha dado un buen nivel de esquí. Estoy agradecido. Hoy ha sido igual que aquél día y cuando entro en la caseta para cambiarme recuerdo. Todo el mundo puede esquiar powder.

4 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    20/04/2007 23:20
    #1
    moooola

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0

  • #2
    Fecha comentario:
    30/07/2007 01:22
    #2
    Fantàstic

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    25/08/2007 16:07
    #3
    Lo estaba leyendo y me imaginaba la situación, pedrín !!!

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    08/09/2010 01:50
    #4
    gracias por esta pedazo de historia. mola muchoo

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0


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