Por tierras del sol de media noche
No se exactamente como, pero he convencido a mi mujer para ir a esquiar bajo el sol de media noche en la única estación del mundo donde eso es posible, Riksgränsen, en la Laponia sueca, que pasa por ser la estación de esquí mas al norte del mundo.
La idea seria ir hasta Estocolmo y desde ahí coger el avión hasta Kiruna, alquilar un coche y dormir 3 noches en Riksgränsen, los dias serian para pasear en Noruega (Riksgränsen esta en la frontera, hay mismo existe una pista que empieza y termina en Suecia pero entra por Noruega) y dos de las «noches» serian para hacer unas bajadas, en fin, el esquí no era el objetivo si no el pretexto para el viaje.
Con la ayuda de Manuel Lyndberg (a quien agradezco su atención), director comercial del grupo Stromma, propietario de la estación, hice las reservas del Hotel Riksgränsen con casi 3 meses de antelación y en seguida reservé los vuelos y el coche y…esperé.
Hace un mes la información es que había mucha nieve, esta era la mejor temporada de los últimos 5 años…hasta que llegó el calor y la lluvia y, una semana antes de partir me llaman del hotel diciéndome que iban a cerrar por falta de nieve el domingo 11 de Junio (yo llegaría el 14).
Tuve que decidir que hacer, dormir en Riksgränsen sin poder esquiar no tenia mucho sentido, asi que cancelamos las 2 primeras noches de la reserva y reservamos noches Svolvaer, la ciudad mas grande de las islas Lofoten, en Noruega, que eran el principal objetivo de la parte de paseo del viaje.
Asi llegó el dia, después de una tarde y noche en Estocolmo, donde estaban 30º, cogimos el avión para el Ártico y aterrizamos en Kiruna, con mucho sol y 15º menos.
Kiruna es una ciudad minera, sin ningún atractivo especial, así que ni siquiera entramos en la ciudad, después de coger el coche nos dirigimos a Noruega, teníamos un poco mas de 400km por delante, la mayor parte en carreteras de fiordos y con un ferry por medio.
A principio estaba soleado, aunque con viento, pero delante de nosotros se podían ver nubes, se adivinaba que el buen tiempo no duraría mucho.
En este lago (unos de los muchos lagos que hay en esta zona) se puede ver que hacia bastante viento.
Las primeras sensaciones del Ártico son sobretodo de espacio, apenas hay poblaciones, en la carretera solo se ven algunas casas de vacaciones aisladas y un par de centros turísticas, muy pocos y con algún edificio pequeños.
Se pueden ver cosas curiosas, como este Troll gigante.
Así que entramos en Noruega, tras pasar Riksgränsen, el paisaje cambia totalmente y se vuelve mas accidentado, mas verde y en poco tiempo la carretera sigue los márgenes de los fiordos y, a pesar de las nubes y de algo de lluvia, pudimos ver la belleza del paisaje, la carretera pasa por tuneles, puentes y ya hay pueblos, pequeños pues ya es una zona bastante habitada.
Finalmente llegamos a las islas Lofoten y, sobre las 10 de la «noche» llegamos a nuestro destino, Svolvaer, donde nos espera un sitio muy especial para dormir, una «rorbu».
Las «rorbu » son cabañas que usaban los pescadores como vivienda provisional durante el invierno y que están al borde del agua. Muchas de estas cabañas han sido remodeladas (y también se construyen muchas nuevas) y se alquilan, con todas las comodidades necesarias, durante el invierno.
Aunque se encuentren «rorbu» en otras zonas de Noruega, la mayor parte están en las Lofoten.
Cuando reservé no sabia exactamente que iba a encontrar, pero al llegar nos quedamos maravillados con nuestra «rorbu» y con el lugar donde estaba, la nuestra era la ultima del conjunto, en la punta sobre las rocas y teníamos el mar justo delante.
Cuando llegamos el cielo se abrió un poco, a ratos se veía el azul y, cuando era media noche, hice una serie de fotos.
Aunque no salió el sol ha sido una sensación increíble, porque es día por completo, como si fueran unas 6 o 7 de la tarde, y es día pero, por lo menos en nuestra «rorbu» la calma es total como si fuera noche (es noche), solo se escuchan las gaviotas y el mar.
Un paréntesis para decir que las islas Lofoten están a mas de 200km al norte del circulo polar ártico, para hacernos una idea: mas al norte que toda Islandia, que casi la mitad de Groenlandia y que la casi totalidad de Alaska, estábamos mas cerca del Polo Norte que de casa.
En los dos días que estuvimos allá, la temperatura estuvo entre los 6º y los 9º, no esta mal para mediados de Junio.
El día siguiente íbamos a recorrer las islas hasta el final de la carretera, en la punta sur de la ultima isla conectada por tierra.
Antes de salir de Svolvaer, encontramos una de las imágenes mas significativas de las Lofoten, que son las estructuras de madera donde ponen los bacalaos a secar, es una imagen curiosísima que me encantó.
El día estaba verdaderamente malo, mucha lluvia, mucho viento y, lo peor, muchas nubes que no nos han dejado ver las montañas, perdiendo una parte del paisaje.
Aun así las vistas son increíbles, desde luego por los pueblos de pescadores que hay por toda la cuesta.
Que malos parecen estos bacalaos.
Las imágenes de las Lofoten se suceden delante de nosotros, si es verdad que nos gustaría ver todo en un día soleado, también hay que decir que este tiempo, con la lluvia y las brumas existentes en parte de la zona, le dan un ambiente muy especial.
Finalmente llegamos al final de la carretera, que termina en un pueblo con un nombre de lo más curioso.
El día siguiente, como el tiempo no mejoró, salimos temprano de las islas, por ferry hasta Skutvik, en el continente.
A partir de ahí había un poco mas de visibilidad y eso nos permitió percibir la belleza de los incontables fiordos por los cuales pasa la carretera hasta Narvik.
Pena no haber visto uno de estos.
De lo mas curioso son algunas casas que tienen hierba en el tejado, a lo mejor es por una cuestión de aislamiento, pero cuando vimos una con un árbol en el tejado quedamos con muchas dudas sobre eso…
Tras pasar por Narvik, que no nos pareció tener demasiado interesante, empezamos a subir en dirección a Suecia, donde teníamos reservada una ultima noche en Riksgränsen.
En la parte noruega de las montañas se ven muchas casitas aisladas, seran casas de fin de semana y de vacaciones, con muy buena pinta.
El tiempo volvió a empeorar, la niebla no dejaba ver mucho, así que decidimos que no dormiríamos en Riksgränsen y que buscaríamos hotel en Kiruna para intentar ver el sol de media noche.
Así estaba Riksgränsen.
Paramos y entramos en el hotel solo para cancelar la reserva, y la verdad es que fueron muy simpáticos y comprensivos.
Poco después ya se veía al fondo cielo azul, nos daba esperanza de tener buen tiempo en Kiruna.
Antes paramos un rato en Abisko, en el Parque Nacional con el mismo nombre, donde vimos esta estación de ferrocarril que es un encanto.
En Abisko hay una pequeñita estación de esquí, en esta foto se puede apercibir una de las pocas pistas.
Esta es una zona donde la gente viene a caminar y, para eso, tiene muy buena pinta.
Antes de partir, una visita a la base del telesilla.
De nuevo en la carretera hemos tenido la suerte de encontrar estos dos simpaticos renos.
Finalmente llegamos a Kiruna, el cielo estaba nublado de nuevo pero con mucha claridad, ha sido una buena decisión no dormir en las montañas.
Kiruna tiene sus pistas de esquí, pero la verdad es que parecen tan aburridas como la ciudad.
Después de encontrar un hotel nos fiumos a cenar en un bar que mas tarde empezó a llenarse de gente completamente borracha, me han dicho en Estocolmo que se emborrachan antes de irse al bar con bebidas caseras, solo puedo decir que es algo extraño estar en el bar, con todos bailando, con el suelo lleno de cerveza y, mirar por la ventana y ser de día.
Eran las doce y pico de la ‘noche’, tiempo para unas fotos, no muchas aunque lo mas interesante era ser día a esa hora.
Por fin, cerca del hotel, el cielo se abrió un poco y esto ha sido lo más cercano que estuvimos de ver el sol de media noche.
Al día siguiente nos despedimos de Kiruna y volvimos a Estocolmo, el viaje ha sido, a pesar del tiempo, memorable para nosotros, el ártico tiene un ambiente muy especial, me quedé con muchas ganas de volver, si es posible al final del invierno cuando todavía hay mucha nieve y ya es de día durante muchas horas.