Las radiaciones solares ultravioleta (UV) que atraviesan la capa de ozono, el tipo A y fundamentalmente el tipo B, pueden resultar nocivas para la piel y los ojos.
Debemos tener en cuenta que con la altitud la radiación UV se incrementa un 10% cada 1.000 metros y la nieve refleja hasta un 90% de la radiación UV, también la arena refleja hasta un 20% de radiación y el agua un 30%, lo que hace necesario ser cautos durante la estancia y práctica deportiva en estas situaciones, incluso en días nublados. En verano la intensidad de radiación UV se triplica respecto al invierno.
Los efectos de la radiación UV son acumulativos en el tiempo, lo que implica que aquellas personas que a lo largo de su vida han estado expuestas a importantes dosis de radiación UV tienen mayor riesgo de padecer degeneración macular y cataratas.
Por supuesto que la piel también se ve afectada y el efecto del viento y las bajas temperaturas la desecan, provocando erosiones y fisuras en labios, junto al envejecimiento prematuro de la dermis por la destrucción del colágeno, lo cual incrementa el riesgo de sufrir procesos tumorales.
El exceso de exposición a la radiación UV produce con frecuencia lo que denominamos, QUERATOCONJUNTIVITIS FOTOACTINICA u oftalmía de la nieve, una severa irritación de la córnea y conjuntiva en ambos ojos, con dolor, que se manifiesta al cabo de unas horas de la exposición, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño, fotofobia (intolerancia a la luz) y enrojecimiento ocular, con merma de la agudeza visual que puede afectar a la conducción de vehículos.
Resulta conveniente acudir al médico u oftalmólogo, pero puede aliviarse provisionalmente mediante lavados oculares con agua o mejor suero frío y aplicar compresas frías, durante períodos breves de tiempo, para aprovechar su efecto analgésico y antinflamatorio. No se recomiendan los colirios anestésicos, pues en ausencia de valoración médica, pueden ocultar la progresión y agravamiento de úlceras corneales u otras lesiones oculares.
La prevención es la clave, y para ello simplemente dos medidas, cremas de fotoprotección para la piel y gafas de sol para los ojos.
Las cremas deben aplicarse con anterioridad a la exposición solar y con un factor de protección acorde a las características de nuestra piel.
En las tablas adjuntas de la Asociación de Pediatría Vasco Navarra nos orientan en este sentido.
Las gafas de sol son un elemento primordial, deben conjugar una adecuada protección con una calidad visual suficiente. Las lentes se adecuarán a la intensidad de la radiación solar, así existen varios tipos de filtros solares:
Filtro 0: Absorción del 0-20% de la luz visible. Adecuadas para interiores, cielo cubierto en días nublados o con poca luz, invierno por ejemplo o fotofobias.
Filtro 1: Absorción del 20-56% de la luz visible. Luminosidad solar media. Días más soleados pero no en exceso, a partir de este filtro ya no son aptas para la conducción nocturna.
Filtro 2: Absorción del 57-81% de la luz visible. Luminosidad solar fuerte. El más habitual para hacer deporte.
Filtro 3: Absorción del 82-91% de la luz visible Recomendable en verano, días especialmente soleados, para la playa o el campo.
Filtro 4: Absorción del 92-97% de la luz visible. Luminosidad solar extrema. Indicado en alta montaña y nieve, nunca deben conducirse automóviles con ellas.
Algunos fabricantes especifican la absorción de radiaciones UV, en este caso elegir aquellas con una filtración lo más próxima al 100%: "absorción UV hasta 400 nm" o "UV absorption up to 400 nm".
Las gafas polarizadas mejoran el contraste pero eso no implica recudir la absorción de radiación UV por lo que deben añadir filtros, al igual que las gafas de espejo, éstas disminuyen el reflejo de la luz mediante una fina capa metálica.
Para los deportes de nieve y alta montaña las gafas también deben disponer de protecciones laterales y deberán ser graduadas si se precisa de corrección óptica (miopía, hipermetropía o astigmatismo).
No es determinante el color del cristal, aunque existen diferencias y preferencias. Los colores más empleados son:
-.Marrón, mejora los contrastes y es aconsejado para la nieve y deportes de invierno e iluminación artificial.
-.Gris, apenas altera los colores, indicadas para la conducción y ambientes calurosos.
-.Verde, altera poco los colores, se aconseja en deportes náuticos.
-.Amarillo aumenta el contraste lo cual es útil en condiciones de escasa visibilidad o luminosidad, de ahí que las gafas para niebla o ventisca suelan tener lentes de ese color.
Las gafas de sol se elaboran con lentes de diversos tipos (material plástico, orgánico, etc.), no entraremos en tanto detalle, pero si recordaremos que las lentes denominadas minerales, especialmente si no están endurecidas, no son aconsejables para aquellas actividades donde el riesgo de caída (conducción de bicis, motocicletas, esquiar...) o de impacto (tenis, paddel, squash, fútbol...) sean probables. En este sentido y también por seguridad, es conveniente desechar aquellas con monturas metálicas, especialmente si presentan piezas o bordes con acabados que pudiesen actuar como agentes cortantes. En resumen, han de ser ligeras y de materiales no fragmentables.
No está de más fijarnos en que la gafa lleve el anagrama "CE", homologación de calidad y debe figurar especificado el filtro de absorción, también deben cumplir el estándar europeo sobre gafas de sol (EN 1836:1997). En cualquier caso, debemos adquirirlas en establecimientos especializados para asegurarnos de su calidad.
Es obvio, que a pesar de llevarlas puestas, nunca observaremos directamente el sol, ni fuentes luminosas del tipo rayos UVA.
A disfrutar pero con seguridad.
Dr. Pedro J. Pérez Sáez
Especialista en Medicina del Deporte
pedro_perez_saez@hotmail.com