La temporada de esquí ya ha tocado a su fin, pero todavía queda nieve en algunas montañas de los Pirineos, y nosotros tenemos ganas de disfrutarla aunque sea sin la tabla.
Sabedores de que en los últimos días han caído algunos copos en las cimas más altas del Pirineo Oriental, planeamos una pequeña travesía con raquetas de nieve, bastante fácil y asequible, con el objetivo de alcanzar la cumbre del Puigpedrós (2914 mts).
Así que el sabado partimos, antes de que amanezca, desde Barcelona hacia la Cerdaña catalana, atravesamos la Collada de Tosses, llegamos hasta casi Puigcerdà donde cogemos la N-260 hacia Meranges. Allí se acaba la carretera asfaltada y comienza una ascension por una pista primero de grava y luego de tierra (transitable con turismos siempre que no haya nieve) que nos lleva hasta el refugio de Malniu (se paga una "ecotasa" de 2 euros por el aparcamiento).
Allí el guarda del refugio nos informa que efectivamente ha nevado hace un par de días, y nos aconseja que sigamos la ruta más fácil para llegar hasta el Puigpedrós.
Sin más dilación, cogemos nuestros pertrechos y dejando atrás el refugio, encaminamos nuestros pasos ladera arriba, bordeando el lago. Desde aquí atisbamos como descienden con sus esquís de travesía algunos montañeros acompañados de sus perros que han sido más madrugadores que nosotros.
A medida que ascendemos las manchas de nieve se hacen más continuas y más profundas, obligandonos a calzarnos nuestras raquetas para proseguir avanzando.
Pronto afrontamos sin zigzagear el tramo con mayor desnivel de recorrido; con tranquilidad, sin prisas, saboreando el entorno coronamos la falsa cima, que hasta ahora nos había escondido la cima más alta.
El calor empieza a hacer mella, si bien es cierto que nos encontramos por encima de los 2000 metros, estamos ya a mediados de mayo, y la nieve actua como un gran espejo reflejando la luz solar.
Ante nosostros se extiende una gran explanada de escaso desnivel y nieve blanca inmaculada.
Es un largo trecho a recorrer, que cada uno acomete por separado, a su propio ritmo. Hay tiempo para reflexionar e imbuhirse del silencio solo roto por el crujir de la nieve bajo las raquetas y la propia respiración.
En los últimos metros aumenta el repecho, allí sopla un fuerte y gelido viento que nos obliga a abrigarnos. Pasamos de la camiseta al anorak en cuestión de metros
Enseguida llegamos a la cima, donde nos detenemos un instante: lo justo para tomar unas cuantas fotos y apreciar la magnífica panorámica que Puigpedrós nos ofrece (se llega a ver incluso las pistas, ahora sin nieve, de la Masella).
Volvemos nuestros pasos por donde hemos subido. Hacia nosotros empiezan a aproximarse desde Francia nubarrones que no auguran buen tiempo.
Pronto desviamos nuestro trazado para descender esta vez cruzando el bosque
Aquí se acumula mucha más nieve, y segun avanzamos enseguinda nos encontramos rodeados de árboles que dificultan a veces nuestra orientación, pero el entorno merece la pena. Sin embargo lo que comienza siendo solo unas gotas, pasa rápidamente a una llovizna de agua-nieve bastante densa. Así que raudos nos dirigimos al refugio del que apenas nos encontramos a un km, finalizando así otra gran jornada de montaña que nos ha deparado muy buenos momentos.