La alta montaña presenta una serie de dificultades y peligros que deben afrontarse con la mayor prudencia, sin tener ningún reparo en abandonar una ascensión si las condiciones no son aconsejables . En caso de carecer de experiencia en la alta montaña , lo más aconsejable es iniciarse de la mano de algún amigo o conocido experto o bien con algún guía o curso de iniciación organizado por cualquier centro excursionista o la Federación de Montaña territorial más cercana. Lejos de la estación de esquí las dificultades y peligros aumentan considerablemente, y sin los conocimientos y experiencia necesaria el riesgo que inconcientemente se asume a veces puede ser muy elevado. La montaña es muy exigente, expuesta y totalmente desaconsejable a inexpertos . La montaña es el medio donde desarrollamos nuestras actividades: es la fuente de nuestras satisfacciones. Sin embargo, no podemos ignorar que el montañismo, debido al ambiente donde se desarrolla, presenta una serie de riesgos que debemos conocer para al menos prevenirlos y atenuarlos. Los peligros que la montaña encierra pueden ser de dos tipos: Objetivos: Son los de origen natural, que nada tiene que ver con el comportamiento del montañero: Desprendimientos de rocas y piedras. Nevadas, aludes, cornisas, seracs, grietas en glaciares, ... Cambios de tiempo improvistos: tormentas y rayos, fuerte viento, niebla, ... Aumento del caudal repentino en ríos, barrancos y cañones. Subjetivos: Son los que derivan del propio comportamiento del hombre: La infravaloración, inconsciencia, y desconocimiento de los propios peligros, ambiente, circunstancias y seguridad. Concretamente: No poseer la preparación física adecuada Realizar una actividad sin los debidos conocimientos técnicos No utilizar el equipo adecuado No llevar acabo una alimentación correcta No renunciar a tiempo de nuestro objetivo. etc... Es evidente que los riesgos y peligros existen en la montaña, están ahí, pero también es cierto que una adecuada preparación llevada a la práctica, nuestra prudencia y la experiencia adquirida día a día, atenuará sus efectos permitiéndonos hacer montaña con mayor seguridad.
La niebla
Junto con la nieve convierte el terreno más familiar y conocido en un laberinto sin SALIDA . No partir si es importante. Permanecer en el refugio o abrigo si es posible. No separarse en ningún caso del grupo, y si es necesario avanzar hacerlo con el mapa, altímetro y brújula , que deben saberse utilizar correctamente.
En esta foto se aprecia como la niebla se nos hecha encíma.
Tempestades de nieve, lluvia o viento
Protegerse con las ropas adecuadas (el tejido gore-tex es uno de los más idóneo) , especialmente las extremidades y buscar refugio o descender al valle .
Es aconsejable informarse de la previsión meteorológica antes de afrontar cualquier salida y adaptarse a ella, renunciando en caso de duda o ante los primeros sintomas de empeoramiento .
Aludes
Son la principal amenaza para el alpinista o montañero y originan la mayor parte de accidentes mortales en esta disciplina. No hay mejor solución que evitar este infierno blanco, pues las probabilidades de salir ileso de un alud son escasas . En cualquier caso la posibilidad de vida del alpinista disminuye en un 50% transcurrida la primera hora, siendo aquí donde los ARVAS (aparato electrónico de detección y rescate) han demostrado su eficacia, aunqué su utilización en los Pirineos es aún minoritaria y su uso eficaz requiere un entrenamiento previo y específico
Como normas de caracter general no debe emprenderse una ascensión después de nevadas importantes , dejando pasar unos días para que la nieve se asiente . Tampoco debe iniciarse una ascensión con cambios bruscos de temperaturas , que favorezcan el desprendimiento de nieve . Hay que intentar pasar por los lugares más expuestos antes del mediodía, cuando la temperatura no haya ablandado la nieve. Debe prestarse mucha atención a las placas de nieve provocadas por el viento, difíciles de detectar, pero que acostumbran a aparecer bajo las crestas , en las cercanías de los collados o en las inflexiones del terreno .
En caso de tener la aparición de un alud debe avanzarse separados , suficientemente distanciados los miembros del grupo, con las correas de seguridad desatadas. En la mayoría de macizos de España durante la temporada invernal se facilitan unas boletines sobre el peligro de aludes que el esquiador ó alpinista debe respetar siempre y adaptarse a el. Y nunca debe olvidarse la regla de oro para evitar un alud: en caso de duda mejor abstenrse.
Accidentes
En cualquier caso si se produce algun accidente lo más aconsejable es abrigar al herido en caso de hacer frío, y solicitar ayuda para proceder a una evacuación. Para heridas menores es aconsejable llevar un pequeño botiquín y poseer unas nociones elementales de primeros auxilios. En caso de congelaciones debe procederse a la evacuación inmediata del afectado, abrigando y calentando ligeramente la zona afectada, y desechando métodos como las friegas de nieve, golpes o inmersiones en agua. El desfallecimiento personal puede deberse a una deficiente alimentación o a un entrenamiento insuficiente . Sus consecuencias pueden ser muy delicadas y el mejor tratamiento es la prevención. Debe cuidarse y estudiarse al máximo la dieta alimenticia , atendiendo al esfuerzo a realizar y frío a soportar. Un entrenamiento previo y progresivo, que asegure un buen fondo y resistencia, permitirá disfrutar más de la ascensión y evitar situaciones peligrosas.