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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

De cómo salir - de - esta - madre - mía

De cómo salir - de - esta - madre - mía
Muchas veces no metemos en complicaciones y luego no sabemos salir. No hay que olvidar que la montaña es un medio hostil.

(Hago un pequeño inciso en la serie sobre baches, para incluir un articulillo extra sobre la seguridad) 

Muchas veces no metemos en complicaciones y luego no sabemos salir. No hay que olvidar que la montaña es un medio hostil. Uno ve restaurantes, remontes, pisteros en moto, gente por todos lados y dice ¡hala, como en mi casa! En la playa suele pasar algo parecido... uno se confía y olvida que unos metros más allá está en plena y ruda naturaleza, un lugar rodeado de peligros del que sólo nos separa la fina línea de la prudencia y el sentido común

Una de las cosas más frecuentes y, a la vez, de las peores que se pueden hacer cuando uno se mete en un atolladero, es quitarse los esquís: el principiante se siente engañosamente más seguro sin ellos ya que no los domina, y piensa que caminando podrá desenvolverse mejor; pero esto es un tremendo error. Uno nunca debe quitarse los esquís

Los esquíes son un medio de transporte para la montaña, se agarran en la nieve dura y no se hunden en la blanda, cosas ambas que no ocurre con las botas. Si estoy en una llano y piso una placa de hielo con mis botas me voy al suelo directamente, imaginad si esto pasa en un sitio suficientemente empinado y difícil como para que me haya planteado quitarme las tablas. Igual ocurre si la nieve es blanda, puede haber una grieta escondida, un agujero o, en el mejor de los casos, tanta nieve que ni siquiera pueda avanzar. 

Os podría contar infinidad de casos pero, para no aburriros, citaré como ejemplo la pista Cenidor, en Las Leñas. Cenidor es una negra bastante fácil y también con muy buen acceso desde una zona de dificultad media. Cualquiera que haga un mal paralelo puede llegar hasta allí. Además, Cenidor termina en Venus, una pista de debutantes fantástica, así que los principiantes ven a los expertos bajar desde su primerísimo día de esquí. En consecuencia, el fetiche de los principiantes en Las Leñas es llegar a bajar Cenidor. Parecido a lo que pasa con la pista del Río en Sierra Nevada - salvando las distancias - los más osados se mandan a Cenidor en cuanto se ven capaces de encadenar un par de giros. 

Pero las cosas no son lo que parecen, y cuando el principiante sale de la silla de Caris y se mete sin dificultad en los primeros metros de Cenidor, ésa nieve blanca, blandita y uniforme resulta ser una placa de viento bastante dura y rebotona, y la pendiente que desde abajo parecía mediana, se ve con todo el vértigo de sus cuarenta y cinco grados, sin ni uno menos. Algunos con más sentido, hacen una diagonal y salen con dificultad en escalera  a una pista roja, pero otros simplemente se quitan los esquís y tratan de salir caminando. Así, zás, se precipitan los trescientos metros de desnivel (casi novecientos metros de pista) dando tumbos, chocando contra las bañeras y las rocas y, cuando llegan a la pista de Venus no son más que un guiñapo desfigurado. Quizás penséis que estoy dramatizando, pero el que lo haya visto sabe que hasta que no lo ha tenido delante no se imagina cómo se le queda a uno el cuerpo. 

Aunque uno crea que va a desenvolverse mejor sin esquís, debe pensar que, por muy mal que los controle, al menos podrá ir pasito a pasito, en escalera, sin quitárselos. Cuando uno se ha metido en un atolladero tiene varias opciones. Puede mirar alrededor y, leyendo la ladera, ver si tiene escapatoria en diagonal hacia una pista más fácil. También puede volver en escalera por donde vino o, esto no es ninguna vergüenza, bajar en cuña o en viraje fundamental si las condiciones lo aconsejan y así se siente más seguro. La realidad es que la mayoría de las dificultades son sólo sicológicas, y si uno mira bien el terreno por el que tiene que pasar se suele dar cuenta de que no es imposible. Pero como este no es una artículo sobre extremo ni para expertos, no me meteré en esas profundidades de las que hablaremos otro día. Siempre se puede pedir ayuda, siempre se puede salir remontando o en diagonal y, en el peor de los casos, siempre es mejor esperar a que nos rescaten que quitarse los esquís. 

¡Buenas huellas! 

Carolo © 2002

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