Hoy día, el carving nos permite imitar con facilidad los gestos de los corredores de Copa del Mundo y, en la pista, se ha convertido casi en una obsesión dejar dos surcos perfectos dibujados en la nieve preparada. Esto está muy bien, pero no debemos olvidar que el esquí es una inmersión en el entorno y sus elementos (las fuerzas de la física, la montaña, la naturaleza) y por ello una expresión de libertad. No tendríamos que encasillarnos, pues, y reducir todo a una forma inflexible de hacer las cosas. Hay que innovar y reinventar cada día el esquí.
Como su propio nombre indica, el “estilo libre” nació como una huida de la estricta técnica de alpino y de la rigidez de sus competiciones y, hoy, cuando el freestyle clásico también ha sido sobre-reglamentado por la Federación Internacional de Esquí (FIS), han surgido nuevas modalidades, siempre tratando de zafarse de las ataduras de la inflexibilidad.
Hoy día, cuando nos hacemos una imagen del esquí libre, solemos pensar en dos cosas: bien en alguien dejando una magnífica estela de polvo en una pala extrema, o bien en un descomunal e inverosímil salto invertido hecho con un esquí de doble espátula. El Freeride y el Freestyle modernos son los reyes del marketing (aunque también buena parte de la gloria se la lleva la técnica de competición clásica, a la que podemos sumar el apasionante skicross). Pero hay una modalidad antigua y olvidada de la que han salido muchos de los iconos modernos del esquí, y ésa es el Freestyle clásico; los saltos y los baches.
Son muchísimos los esquiadores que se han formado en las competiciones de baches y hoy parten la pana en las competiciones de freeski o filmando videos de extremo: Candid Thovex, John Mosseley, Jean Paul Auclair, Michael Douglas…. Pero sin embargo las competiciones de baches están de capa caída (y eso a pesar de las nueva reglamentación de la FIS que permiten los saltos invertidos y fuera de eje, que antes estaban prohibidos por seguridad) ¿Por qué pasa esto?
Creo que existen dos problemas: un exceso de reglamento y una escasez de dinero. Por culpa de los excesos, los corredores se matan de entrenar desde pequeños para verse sometidos a infinidad de normas, fórmulas y decisiones arbitrarias que acaban por aburrirlos de las competiciones. En cuanto a la falta de dinero, los patrocinadores se decantan por financiar otros eventos en los que haya más espectáculo. De ahí que los esquiadores formados en los baches terminen por decantarse por el freeride o el park, competiciones donde hay más flexibilidad normativa y, por supuesto, medios de comunicación volcados con ingentes cantidades de pasta.
¿Desaparecerán entonces algún día los baches? No sé, pero creo que, de momento, no. Igual que magníficos esquiadores extremos se han formado técnicamente pasando palos de alpino, los equipos de Freestyle clásico siguen siendo una magnífica escuela del “aire” y del “ir a por todas”, en un entorno docente controlado, seguro y eficiente (pistas de entrenamiento cerradas y preparadas, clinics de verano con salto al agua, entrenadores que vienen de artístico y conocen los riesgos de los saltos y las sensaciones en el aire…). Es quizás más divertido reunirse en el park con los colegas y dejar que el pique y el talento personal nos conviertan en un “pro” de manera espontánea, pero la realidad es que muchos de los esquiadores “libres” mejor pagados del momento (que, obviamente, deben de ser los mejores) son chavales que abandonaron el equipo francés, canadiense o norteamericano de baches y que crecieron en ese entorno eficiente del que hablo.
Y esta es mi reflexión: si quiero "hacer carrera" en el esquí ¿me decantaré por el alpino, los baches o mejor seré un autodidacta del park y del backcountry? Cualquier opción es buena, pero si vemos hacia dónde evolucionan las cosas y dónde están poniendo los ojos los medios de comunicación y los patrocinadores (el “mardito parné” que no debemos perder de vista si se trata de ganarse la vida con algo), una elección sería adquirir una buena técnica de base en un club de alpino y luego pasarse a los baches para formarnos física, técnica y mentalmente en el domino del suelo y de aire. Los caminos para seguir serán varios: SkiCross, park, extremo, y más variedades que sin duda surgirán…. Ahí creo que es donde está el futuro y, mientras salen clubes y equipos específicos para entrenar en estas modalidades, los baches y los saltos, el Freestyle clásico, puede ser una gran escuela.
Carolo © 2004