Distinguimos la ansiedad normal como forma de enfrentar situaciones esperadas o conocidas, y la ansiedad neurótica como la expectativa de peligros desconocidos y representados mentalmente.
A nivel experiencial del aprendizaje, la ansiedad afecta a la atención y a la memoria. Bajo un estado ansiógeno no podemos incorporar lo que estamos tratando de aprender. Además, la ansiedad es uno de los factores que más afectan el aprendizaje del equilibrio al esquiar.
Un estímulo demasiado intenso, como por ejemplo bajar una pista exigente por primera vez o esquiar con niebla, puede ser generador de ansiedad. Cuando evaluamos esta situación como amenazante, provocamos una reacción de estrés la cual combina las hormonas de estrés con la perturbación que genera la amenaza interfiriendo en la atención, es decir, orientamos nuestra atención hacia ella provocando una disfunción cognitiva llamada inhibición cortical, la cual disminuye la conciencia de la esquiada. En estos casos, es conveniente aplicar estrategias para aliviar el contexto ansiógeno. Como no es viable cambiar las situaciones estresantes mencionadas, es posible concentrarse en algún elemento de la ejecución para desplazar la atención hacia algo concreto que estamos desarrollando en el presente. Si bien la amenaza sigue existiendo, tenemos herramientas específicas para enfrentar las circunstancias.
La función de la ansiedad, como mecanismo de defensa, es enviar señales de alerta que tienen por objetivo preparar nuestra respuesta para la situación que percibimos como amenazante. La ansiedad de preocuparnos por un cierto peligro nos empuja a tomar menos riesgos y a buscar seguridad. Si aparece aisladamente no es perjudicial porque colabora en dar alarma al organismo para enfrentar al contexto. Se vuelve inconveniente cuando, frente a situaciones poco intimidantes en las cuales no existe perjuicio físico, lo que experimentamos genera una reacción desproporcionada. Se vuelve nociva si se activa constantemente porque resulta dañina para el organismo.
Si bien es considerada una emoción adaptativa para una situación puntual, si es exagerada o continua se convierte en una dificultad porque orientamos nuestra atención hacia la alarma y no a la realidad de la situación.
Algunos esquiadores tienden a rendir favorablemente bajo presión, pero cuando es alta, el rendimiento se vuelve menos predecible. Esquiar bajo presión es la causa más común de estrés. Se genera por un factor, o conjunto de factores, que incrementan nuestra percepción sobre el valor que representa lograr una buena ejecución. Si poseemos un grado de control sobre una situación desafiante y gestionamos nuestros síntomas de ansiedad, los consideramos como facilitadores del rendimiento. Por otro lado, si percibimos que no tenemos el control de la situación, interpretamos a los síntomas de ansiedad de manera negativa, lo que influye directamente en nuestras expectativas de logro de objetivos.
El bloqueo psicológico bajo presión es un fenómeno en el cual el rendimiento es disminuido debido a ansiedad intensa. Suele ocurrir que la tensión es tal que nuestros movimientos no pueden ser ejecutados apropiadamente porque nos esforzamos demasiado.
Roy Baumeister, psicólogo social, sugiere que la capacidad para ejecutar una habilidad motriz fina es afectada por la presión de la situación, porque la autoconsciencia nos lleva a hacer un esfuerzo consciente para llevar a cabo acciones que ya dominamos y que deberíamos ejecutarla, en situaciones normales, de manera automática. En estos casos, podríamos considerar que hemos ‘des-aprendido’ cómo ejecutar la técnica. Este estado psicológico desagradable se genera como reacción frente a la interpretación de que la ejecución bajo presión es una amenaza.
¡Hasta la próxima!