Nuestra forma de esquiar es guiada por nuestro sentido de eficacia personal. La Teoría socio-cognitiva, propuesta por el psicólogo Albert Bandura, es el marco teórico en el que se asienta el concepto de autoeficacia percibida. Esta teoría se basa en nuestras creencias sobre las propias capacidades para gestionar nuestras acciones en el afrontamiento de las situaciones que se nos presentan en la montaña. La autoeficacia es la propia opinión sobre si somos o no capaces de realizar una determinada ejecución, y de este juicio valorativo dependerá nuestro esfuerzo, nuestra persistencia y nuestra resistencia al fracaso.
La autoeficacia percibida no trata sobre los recursos personales disponibles para afrontar una situación, sino sobre el reconocimiento que tengamos sobre qué podemos lograr con ellos y el convencimiento de ser capaces de lograr el éxito en la ejecución decidida. Esta convicción se desarrolla en nuestra edad temprana, pero es también una percepción dinámica constante que sigue alimentándose de acuerdo a nuestras experiencias y actitudes. Este aspecto dinámico y motivacional de la conducta que se presenta frente a la solución de situaciones tiende a desplegarse a lo largo de nuestra vida.
La autoeficacia comienza a desarrollarse en las etapas iniciales del aprendizaje del esquí y tiende a seguir durante toda nuestra evolución. Es un proceso personal que se relaciona interactuando con los procesos conductuales y las situaciones ambientales. Vamos desarrollándonos en ambientes cada vez más complejos y, a su vez, estos ambientes nos condicionan mental y emocionalmente, debiendo desplegar creencias funcionales de autoeficacia. Tanto el principiante como el atleta novato no son capaces de autoevaluarse apropiadamente, por lo tanto, depositan su confianza en el juicio del profesor y del entrenador para desarrollar el sentido de eficacia. Estos colaboran en el desarrollo de la eficacia de aquellos en tanto pueden gestionar apropiadamente las experiencias de éxito como las de fracaso.
Como esquiadores necesitamos un sentido de eficacia personal resistente, optimista y perseverante para hacer frente a las realidades del contexto en el cual nos desenvolvemos. En una actividad como el esquí, en la cual ciertos errores pueden llegar a producirnos consecuencias perjudiciales, se requiere una autoevaluación precisa de las propias capacidades. No es suficiente tener capacidad para realizar una determinada ejecución, sino que, para lograrlo, es preciso juzgarnos capaces de realizarla. Un esquiador dotado de habilidades similares, o el mismo esquiador en circunstancias diversas, puede ejecutar acciones carentes, adecuadas o extraordinarias según las fluctuaciones en sus convicciones de eficacia personal.
El hecho de producir efectos sobre el ambiente procura un sentido de eficacia y de placer. Si no creyésemos poder producir con nuestras acciones los efectos que deseamos, tendríamos poco estímulo a actuar, es más; ni siquiera intentaríamos aprender a esquiar si creemos que no somos capaces. Si no creemos que podremos alcanzar ciertos resultados, no demostraremos incentivos ni perseverancia en el afrontamiento de los desafíos. La opinión personal sobre nuestras capacidades influye en la percepción de la dificultad de la ejecución a realizar. Esta eficacia personal interviene en la esquiada a nivel motivacional, emocional y conductual. Tanto influye que se podría decir que nos basamos en nuestras propias creencias más que en la información objetiva que recibimos. Cuando alcanzamos un rendimiento apropiado es porque, además de poseer la capacidad, creemos en ella.
En relación a los lugares por los cuales nos desplazamos, si contamos con un bajo sentido de eficacia muy probablemente lo haremos por pistas con poco tránsito y seguras porque, debido a nuestra interpretación, el entorno aparenta ser peligroso. En cambio, si poseemos una convicción de eficacia firme, esquiaremos pistas congestionadas aun si representan contextos más riesgosos puesto que nos autoevaluamos más competentes para afrontar las acciones y reacciones de los demás.
Las creencias de autoeficacia influyen en la motivación, la persistencia y en el éxito del desempeño de la conducta motora, explicando por qué esquiadores con los mismos recursos físicos y técnicos exhiben diferentes rendimientos. Esto se debe a que las propias acciones se ven influenciadas por lo que piensan, sienten y creen.
Hasta aquí la primera parte del desarrollo de este aspecto fundamental al esquiar. Proseguiremos en breve.
¡Hasta la próxima!