19-11-2021
Un homenaje a Farmer Dave.

No conocía yo este hombre. Ni sabía de su existencia hasta hace relativamente poco. Vi un vídeo que publicó la estación de esquí de Alta, Utah, conociendo un poco su historia. Sentí admiración por su persona, su forma tranquila y eficiente de ver las cosas, maximizando el lienzo blanco dibujando sus trazas como cucharas una al lado de la otra.





Pues el pasado 17 de octubre, hace 33 días, perdió la batalla con el cáncer.

Ayer no subí a esquiar, consciente de que había nieve en Baqueira y con muchas caras conocidas disfrutando de sus primeras bajadas. Me desperté temprano, miré las webcams y vi los cañones funcionando. No me apetecía esquiar con los cambios de nieve producidos por los milagrosos aparatos, ni tenía ningún sitio claro dónde ir a esquiar para hacer algo interesante sin destrozar los esquís más de la cuenta. Así que no fui.

Por la noche se me pasó por la cabeza probar esto del snow farming, no el de las lonas, sino el sinuoso arado de las curvas e cuchara. Nunca lo había hecho, pero dadas las condiciones, igual prefería estar sólo en alguna ladera con buena nieve repitiendo giros que irme con la marabunta a hacer una pista.

Había que pensar dónde. Creí que las canales oeste al lado de la bonaigua no tendrían suficiente nieve, o que no sería tan estético. Pensé en la pequeña ladera que separa Teso del valle principal, convirtiendolo en un precioso valle colgado sobre Ruda con sus preciosas vistas. Además habría sol, y posiblemente más nieve que en otras zonas. Me fui a dormir nervioso, como cualquiera lo está a la vigilia de su primer día de esquí de la temporada. En mi caso, hacía ya 5 meses y 12 días. 165 días, o lo que es lo mismo, 11×15.

Subiendo, una vista reconfortante.



No estoy solo subiendo....



Veo Peülla en el sol de la mañana, se nota que los frentes fueron débiles y apenas pasaron la divisoria.



Pues esto que en noviembre, mes 11, empiezo a subir sobre las 08:40. Viendo el panorama mejor subir hasta Teso y luego bajar por la pista. Calculo que tengo que subir 322 metros, luego 11 más para subir a la carena y ver el contraste entre norte y sur y disfrutar de las vistas.

Dicho y hecho. Me siento flojo, no estoy haciendo mucho ejercicio últimamente y encima resfriado. Subiendo, las pieles demasiado estrechas y mis adaptadores Alpine Trekker me hacen sufrir las partes con nieve dura. Estos inventos me van regular con nieve polvo de pretemporada, pero con el rehielo en las solanas hacen imposible mantener el control del esquí en la ladera. Hasta me tengo que quitar los esquís unos metros para llegar arriba de la última pala, ¡menuda vergüenza!











Como veis, no anda la cosa muy sobrada de nieve en orientaciones solanas, mientras que en umbrías hay buena base ya. Sorprende ver en las umbrías más duras la nieve aún en las ramas de los árboles, Ruda está precioso. A mi parecer con una nevada de 20 cm se puede abrir pero mejor si son 50. Los pensamientos vagan libres por mi mente mientras entro en el trance de la subida (interrumpido a veces por la tos).



Llego arriba, hago la conversión y disfruto el momento. Miro cómo está la nieve en la pista y si será posible llegar al llano.



Hay piedras, pero en solanas está dura por lo que se podrán esquivar. Con cuidado y esquiando fatal voy bajando, esquivando todo lo que puedo y quitando importancia lo que no. Mientras bajo voy mirando las condiciones de mi ladera elegida. ¿Por dónde habrá más nieve? ¿Esas irregularidades son césped o rocas? ¿De verdad has venido aquí para hacer 4 giros? ¿Cuántas veces vas a subir? ¿A qué hora me tengo que ir para devolverle el coche a mi madre antes de la 1? Preguntas y más preguntas mientras bajo y mientras subo, haciendo la escalera un par de veces para ir justo por la carena. Voy sacando fotos que no muestran la belleza del sitio dónde estoy, y hacen flaco favor al sentimiento de inmensidad experimentado aquí, colgado encima de un valle con los blancos pirineos en frente.



A medida que avanzo, pienso que cada metro que haga ahora es un metro que luego tengo que subir andando, pero que con cada metro que avance en horizontal ahora consigo mayor desnivel al ir bajando la pista a mi lado. Intento encontrar un sitio que haya acumulado nieve, ancho para poder repetir la bajada una y otra vez.





Me parece encontrar un par, pero me tienta el mayor desnivel que tengo más adelante. Llego, respiro, empiezo a bajar.

Un giro, el primero. Buena nieve, pero ¿no me acuerdo de esquiar?

Otro giro, ¡tira el peso para adelante!

Ya estoy entrando en el tercero cuando noto la primera piedra, cerca de la superfície, desequilibrándome.

Voy a por el cuarto, no puedo perder el ritmo.

Otra piedra. A la mierda

Esquís rectos, un salto en un montículo para quitar el enfado y evitar la frustración. Abajo, vistazo atrás. No es buena zona, no vale la pena.

Dejo las cosas abajo, me quito los esquís y empiezo a subir andando. Compruebo así cuándo una protuberancia es acción del viento y cuándo es una piedra escondida. Parece que, si no empiezo desde arriba, un poco a la izquierda de mi primera bajada hay una ancha zona sin piedras (o son menos evidentes...)

Esquís en el hombro derecho, el palo respectivo arrastrándose por la nieve. El izquierdo va marcando los pasos. Uno, y otro, creando escaleras en la nieve. No te preocupes, la primera subida siempre es la más dura.

Llego al rellano, parece buen sitio. Justo al empezar alguna piedra te vas a encontrar, pero nada grave. ¿Cuánto ocuparán 5, 10, 20 trazas de esquí? ¿Tendré espacio? Miro la hora. 10:00. Al lío.

Enlazo 2, 3, 4, 5.. hasta 11, 12 curvas hasta llegar abajo. No me sentía muy bien, pero al mirar atrás el resultado es bonito. Vamos a por otra pues.



Y así empieza la rutina. Quitarme los esquís, soltar los dos cierres de arriba de las botas, desbloquear la caña. Juntar los esquís, quitar la nieve, hombro derecho, caminar. Sigo mis propios pasos arrastrando un palo y clavando el otro. La punta de un palo dibuja gusanos en la nieve, el otro cometas. Llego arriba, esquís en el suelo, primero el izquierdo, después el otro. Dos golpes con el bastón, cruzo la pierna derecha para encontrar primero su fijación, luego poner el esquí izquierdo en su sitio para encontrar, descruzando, su respectiva bota. Avanzo hasta el final del rellano, vuelta maría que empezamos hacia la derecha. Y a seguir la traza anterior. Vistazo atrás. No ha salido mal.



Otra.

Me quito los esquís, suelto los cierres de arriba y desbloqueo la caña. Junto los esquís, quito la nieve, hombro derecho, caminar. Llego arriba, esquís en el suelo. Un par de golpes con el bastón, primero el derecho. Avanzo, vuelta maría. ¿dónde vas a empezar el primer giro? Ya estás abajo.



Otra.

Quitarme esquís, soltar cierres, quitar nieve, hombro derecho, caminar. Cometas y gusanos, cada vez más. ¿Arriba ya? Primero el derecho. Avanzar, girar, empezamos. Cuidado las piedras. Ya estás abajo. Ha quedado bonito.

Otra.



Esquís, botas, palos, esquís, palo, botas en fijaciones. Girar. Girar. Girar. Girar. Girar. Girar. Girar. Ya lo tenemos.



Otra.

Subir. Bajar.



Otra.

Subir. Bajar.



Otra.



Otra.



Otra.





Otra.



¿Otra?

Mierda, la hora. Tengo que volver. Son las 11:11, 11 trazas he hecho. 11, porque parecen unos esquís, y porque las casualidades me han llevado a ello. 66 minutos he tardado en hacer las 11 bajadas, 33 días desde la muerte de Dave, demasiadas coincidencias.

Saco pieles, como un poquito, agua. Los adaptadores estos, y al lío. Intento subir en línea recta, para que el 11 se mantenga y se dibuje allá donde vaya.



Hay bastante nieve en el llano, se ven bonitas las caras norte de Aran, el Parc, las Maladetas, Perdiguero (por ahí anduviste hace unos meses...).





Subo cansado, no estoy en forma. Arriba, arriba. Maldito catarro. ¿Mejor nieve polvo en la que te hundes pero no resbalas o la crosta traicionera?



Un poco de ambas... arriba, arriba.

¿Qué hora es? ¿Por dónde bajar?

Arriba, arriba.

¿Por la pista o debajo la silla?

Arriba, arriba.

¿No es mucha vuelta?

Venga, vamos.

Arriba, arriba. Ya está.

Pieles fuera, adaptadores fuera. Ponerse la chaqueta.

Agua.

Mochila.

Listos.

Por Cresta.

Dejo correr los esquís, no hace falta ni girar ni pensar. Bastones, remar un poco. Vale, no hay nieve. Recto? Muchas rocas. Giro? Muchas rocas. Pues escalera.

Ya llego.

Ya llego.

Recto?

...

Un poco más.

Vale, ahora.

Deslizo por el césped y la nieve, llego a una pequeña umbría y me regalo una curva de nieve polvo.

Otra vez por la pista, saco fotos sin pararme, los esquís saben por dónde toca ir.





Otro giro en la pista, nieve polvo. Hay base. Pues unas curvas.

Otra curva en la pista, nieve de cañón. Un trabajador baja en la silla, me mira. Al final se acaba la nieve. Frena. Unas curvas más, ya llegas.

¿Recto? Muchas piedras.

¿Escalera? Muchas piedras.

Pues me quito los esquís. Casi corriendo me dejo llevar por la gravedad, esquís en la mano.

¿Aquí? Venga. Primero derecho, luego el otro. Recto.

Saltando de un esquí a otro mientras esquivo traicioneras piedras en la pista, llego al puente. Remar, subir. Esquís fuera, escaleras. Como siempre. Una pareja francesa. ¿Habrá venido solo a ver la nieve? ¿Qué van a pensar de mí? ¿Por dónde habrá bajado? Normal, yo tampoco sabría por dónde esquiar cerca del puerto. Pero vengo de más lejos, había nieve. Y piedras, sí. Me daba igual. Hoy no esquiaba para pasarlo bien, aunque lo hice. No esquiaba para demostrar nada, ni para estrenar líneas nuevas ni para asegurar el tiro. Esquiaba como meditación. Como decía Dave



Un saludo, y recordad a Dave este invierno