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Fernando W.
Enviado: 28-01-2002 09:08
<HTML><b>Diario Ideal de Granada, 27 de enero de 2002</b>

Al día siguiente, la bola de nieve creada por la bandera olímpica de los deportes de invierno, para una Granada del 2010, aplastó las excesivas expectativas puestas en este evento. No quiere decirse que haya que abandonarlo, pero con una bien estudiada idea de futuro y no de 'milagro' inmediato que parecía más -como he dicho en alguna ocasión- una especie de telón para ocultar muchas deficiencias y anomalías de una ciudad que tiene que empezar por bases más inmediatas que no pueden ser ocultadas por espejismos y cuentos de la lechera. Acabemos, de una vez, por convertir a esta ciudad cochambrosa, en muchos aspectos, en una ciudad luminosa, limpia, ordenada y rehabilitada, en su centro y en sus barrios más emblemáticos; empujemos ese Campus de la Salud que sigue siendo una entelequia y hasta hay dudas sobre su auténtica dimensión; háganse realidad la conclusión de las infraestructuras -autovías, conexiones con el dichoso AVE, ampliación del aeropuerto, etc., etc.-; constrúyase ya el gran espacio escénico que la ciudad cultural necesita o el Palacio de hielo, si los políticos quieren ejercitarse en el patinazo, o el metro ligero o la estación del ferrocarril y cuantas cosas más exige la ciudad y, además, se han prometido.

¿O es que Granada precisa para ponerse a andar justificaciones como unas olimpiadas? ¿Acaso Málaga, o cualquier otra provincia, han necesitado de ninguna justificación para que el Estado, la Junta de Andalucía, organismos y particulares inviertan en el futuro? ¿Está Sevilla pagando, como Granada, los réditos de las obras del 92?

Es malo, desde luego, que se hayan sacado las cosas de quicio creando esas ilusiones desorbitadas para algunos, por poco realistas. Pero precisamente, desde el realismo, lo que no podemos tolerar es que, ahora, se diga que no puede hacerse nada de lo que pensaba 'colgarse' de 'Granada 2010'. Dejemos el telón, trabajemos para el futuro, pero sin espejismos y sin justificaciones para no hacer nada de lo cotidiano y hasta de lo importante. Los milagros hay que hacerlos todos los días, trabajando y caminando paso a paso. Pidamos lo imposible, pero también lo posible. Que nadie se sacuda las manos y se quite la carga que hubiese supuesto la aceptación del proyecto. No lo perdamos de vista, pero, por favor, vamos a trazar y a exigir que se terminen o empiecen tantas cosas que necesita Granada, con olimpiada o sin olimpiada. La unión artificial -como mucha de la nieve producida en la Sierra- puesta en este proyecto debe convergtirse en real para exigir a todos -digo bien, a todos, Administraciones públicas y privadas- que cumplan de una vez con su deber y con su compromiso. Granada debe ser futuro, pero sin cuentos de la lechera, sino con esa constancia y esa tenacidad que tantas veces hemos echado en falta.

Se ha hecho lo que se ha podido. Nadie debe hacer a nadie responsable de este fracaso. Quizá, sí, de haber abierto la caja de las ilusiones sin gran base real en estos momentos. Por eso, incluso a los que no nos parecía demasiado realista este proyecto, tenemos que exigir que no se pierda el norte. Hay que seguir, pero, sin ocultar, bajo el gran decorado, tantas cosas paralizadas en la ciudad, en conjunto, tanto o más importantes que conseguir una olimpiada blanca dentro de un siglo. Sierra Nevada es una referencia real que hay que seguir mimando y cuidando, como el resto de posibilidades de una ciudad que, en los últimos años, no ha visto moverse practicamente nada, si exceptuamos las obras de la autovía a la Costa. A ver si después de esto, los políticos piensan que lo único que nos queda es la simpática Rosa de 'Operación triunfo'.

RUIZ MOLINERO</HTML>
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