Bueno, a pesar de que hace mucho tiempo que he vuelto de los Alpes, hasta ahora no he tenido tiempo de escribir en el foro. Antes de nada mi enhorabuena a Fernando W., a Josemi y a Hubi por sus magníficas ascensiones.
Por mi parte, no he podido hacer nada. Mi viaje era para muy pocos días, en realidad sólo disponía de 5 días de montaña y tuve la mala suerte de que coincidieron con las inundaciones de Centro Europa, las mayores de los últimos 100 años. ¡Ya es puta casualidad! Nuestra intención era hacer el Finsteraarhorn, el Mönch y el Jungrau, y sólo he podido verlos de lejos. Llegamos a Grindelwald por la noche, y a la mañana siguiente cogimos ilusionados el tren del Jungfraujoch, a pesar de que el día amaneció nublado, pues pensamos que arriba podía estar despejado. Nos equivocamos. Arriba había una niebla de cojones y estaba nevando a mantas. Una vez allí, no podíamos bajarnos otra vez, pues el tren cremallera valía alrededor de 15.000 ptas. por cabeza, así que decidimos cambiar los planes. En vez de bajar a Concordia para subir al refugio del Finsteraarhorn, pues la niebla lo hacía imposible, optamos por subir al refugio del Mönch, que estaba mucho más cerca y había balizas que indicaban el camino, para desde allí intentar primero el Mönch. Imposible. Estuvimos tres día encerrados, con una ventisca impresionante, sin parar de nevar. Esta era la vista que había desde el refugio:
Al tercer día, desesperados, decidimos bajarnos. Habían caido tres metros de nieve. El aspecto del refugio era absolutamente invernal.
La bajada fue horrible. Todavía con ventisca, nos hundíamos en la nieve hasta la cintura, por lo que había veces que teníamos que andar de rodillas. Lo que se tarda en hacer 45 minutos, tardamos más de tres horas agotadoras. La única foto que pude hacer fue ya en las inmediaciones del Jungraujoch.
Ya en el valle, al día siguiente amaneció casi igual, pero fue despejando a lo largo del día, y se mantuvo así el quinto. Lo que sucede es que había caído tal cantidad de nieve, que no se podía hacer nada en alta montaña. Además, las aristas de roca del Mónch o del Jungfrau, que eran las únicas opciones que nos quedaban, pues son los únicos cuatromiles que se pueden hacer en un día desde allí, se habían vuelto impracticables, por la nieve y el hielo, al menos para mi nivel. Así que nos dedicamos a hacer turismo y media montaña. La siguiente foto es del Mönch desde un paseo que hicimos por la zona de Mürren, que es un pueblecito al que no hay acceso más que en tren cremallera. Ni siquiera hay coches eléctricos. Una maravilla.
Y el último día subimos a una cumbre, el Rötihorn, de 2.757 metros, que curiosamente es la que sale en la foto que Buho hizo desde la senda de la cara norte del Eiger.
En el camino había un lago precioso, de lo más bonito que he visto nunca.
Desde aquí la vista del Finsteraarhorn y del Jungrau son impresionantes.
En fin, espero no haberos aburrido mucho. Sobre todo después del fracaso del viaje. Tras 4.500 Km. de coche, ida y vuelta, la mala suerte te hace reflexionar sobre si merece la pena volver a los Alpes. Sin embargo, a pesar de todo, llegas a la conclusión de que volverás. Lo que hay que hacer es replantear la manera en que, yo al menos, viajo a las montañas. No se puede ir con el tiempo limitado al estrictamente necesario para hacer una o varias cumbres y volver, pues si te hace mal tiempo te vuelves de vacío, como me ha pasado ya muchas veces. Hay que ir con más tiempo, como hizo Josemi. Dos semanitas, en las que le dió tiempo a todo. Pero bueno, otra vez será.