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Diego A.
Enviado: 06-06-2002 10:09
Esto está dedicado a "fulanito de tal" (una mariconada):

Los Catorce de Alberto Iñurrategui

Repasamos la carrera himalayista del vencedor más joven de los techos mundiales, culminada con la arista este del Annapurna. - 23.05.2002

Por Jordi Pastor jordi@desnivel.es




Alberto Iñurrategui, décimo vencedor de los Catorce Ochomiles
Foto: Col. Hnos. Iñurrategui

Once años después de su ascensión al Makalu -la más instructiva, aunque en todas se aprende-, Alberto Iñurrategui (Aretxabaleta, Guipúzcoa 1968) ha culminado su proyecto de los Catorce Ochomiles. Un proyecto conjunto, siempre entre dos, incluso después de que su hermano Félix no regresara del Gasherbrum 2 hace dos años. Como el décimo integrante (segundo de nuestro país tras Juanito Oiarzábal) del selecto club catorceochomilista, lo ha logrado siendo el más joven con 33 años, y sobre todo, manteniendo una mentalidad y estilo que ha dado un importante valor añadido a su carrera ochomilista.

No ha sido un proyecto exento de vías normales, tanto en los doce ochomiles que escaló con Félix, como en los dos restantes que ha coronado sin él. Eso sí, en éstas (Everest, Cho Oyu, Lhotse, Broad Peak, Dhaulagiri, G2, G1,...) la dificultad la pusieron ellos movidos por su máxima de permanecer "el menor tiempo posible en altura y salir de allí bien parados, dejando un buen desnivel para el día de cumbre". En otro caso, lo hicieron con resignación tras un primer y frustrado intento aperturista, pero casi siempre, subir por la vía más fácil supuso horarios rápidos en estilo alpino o casi alpino, que también han practicado lejos de los gigantes del Himalaya: Mt. Cook (Australia) en cinco horas por una ruta de 18, con avalancha e importante susto incluido (Alberto y Juanjo San Sebastián, su "cronista" en el Annapurna, permanecieron algunos minutos bajo la nieve). Ese valor añadido requiere (y casi exige) un repaso de los catorce de Alberto (y Félix), desde el Makalu 1991 hasta el Annapurna 2002, donde Alberto, con una actividad casi equiparable a la apertura en su cara sur por Enric Lucas y Nil Bohigas en 1984, ha cerrado un ciclo como alpinista y persona.




Cima del K2, su tercer ochomil. La pisaron durante "la expedición perfecta", según Juanito Oiarzábal
Foto: Juan Tomás
Makalu 1991. Erróneo primero
Es cierto. Con el tiempo reconocieron que fue un error. Su currículum en altitud se limitaba al Pumori (y eso que en 1990 el destino inicial era Perú) del año anterior, y se metieron, para empezar, con uno de los llamados cinco grandes. Querían un ochomil tras su excelente rendimiento a 7.000 m, y optaron por Gran Negro movidos por la sugerencia de uno que los conoce bien, Juanito Oiarzábal.

El vitoriano volvía de la suroeste del Everest y en un bar de Katmandú, tras bajar del Pumori, les resolvió sus dudas iniciales. No se arrugaron, y un año después volvían a casa con la cima del Makalu por la Variante Kukuczka junto a Felipe Uriarte. También con congelaciones (Felix estuvo un mes en manos de Kiko Arregui), y sobre todo, con una importante experiencia en el cuerpo. Su mayor paso en el Himalaya, más grande incluso que el siguiente, el Everest sin oxígeno, que ya avistaron en el trekking de regreso.

Everest 1992. Alberto, el más joven
Fue su primer gran bombazo. Aunque sólo lo supieron al regresar, Alberto, con 23 años, era el alpinista más joven en la cima del mundo sin oxígeno. Eso lo tenían claro, aunque respetando siempre a los que tiran de botellas, si se cumplen las reglas básicas (por ejemplo, si te las subes, después las bajas). Con mascarilla "se resta valor a la montaña", por eso en sus ochomiles, el Everest entre ellos, nunca respiraron gas artificial. Esta vez también fueron sin compañía, conscientes de que encontrarían bastante en el Chomolungma (fueron por el Collado Sur), y también mucho trabajo hecho. La racha siguió. Dos de dos.

K2 1994. Ruta Vasca
La Montaña de las montañas les costó dos intentos. 1993 fue el primer año sin cumbre, ya que el Chogori les cerró las puertas por su arista norte a base de temporales. Llegaron a 8.100 metros. Al año siguiente cambiaron de vertiente y con Juanito Oiarzábal, Kike de Pablo y Juan Tomás llevaron la vía Cesen (Espolón sur-sureste) por primera hasta la cumbre, aunque sin darse apenas importancia, y mucho menos una nueva ruta. Ellos se quedaron con "lo bien que lo pasamos, la suerte que tuvimos con el (buen) tiempo y la ascensión tan bonita que nos salió". Para Juanito fue la expedición perfecta, aunque también tuvo momentos difíciles, sobre todo para Félix. Vómitos continuos le hicieron desistir al llegar al Hombro (8.050 m), repartir su material entre el resto de mochilas y tirar para abajo. ¿Para abajo? Cuando amaneció y levantó la nube, sus compañeros pudieron admirar la belleza de la zona somital y comprobar también que Félix seguía en la brecha..."Es que se me ha pasado algo y está todo tan bonito...", les confesó luego. Ya tenían tres de los cinco grandes.




Cho Oyu y Lhotse, su primer doblete en una expedición
Foto: José C. Tamayo
Cho Oyu y Lhotse 1995. Doblete a la carrera
Tras su cima en el K2 (que sólo un mes después le costó la vida a Atxo y graves congelaciones a Juanjo), en otoño del 95 los Iñurra firmaron su primer doblete, y tumbaron de paso los cinco grandes. En apenas dos semanas coronaron Cho Oyu (9/9) y Lhotse (27/9) de forma muy similar: en estilo alpino y a la carrera. En la Diosa Turquesa, una ascensión en estilo completamente alpino (con un vivac a 6.800 m) por la normal junto al sherpa Ong Chu compensó el fallido objetivo inicial, la Kurtyka/Loretan (cara suroeste) que desecharon por la acumulación y condiciones de la nieve. Fueron doce horas abriendo huella para los 1.400 m de desnivel del día de cima.

Dos días de descanso en Namche Bazar, y de nuevo con Juanito (y Juan Vallejo, que se retiran a 7.600 m) se plantan en el base del Khumbu, para coronar el Lhotse (Ong Chu Sherpa con ellos) en estilo casi alpino y en un horario espectacular. Fueron nueve horas a cima desde un campo intermedio a 7.600, y quince hasta alcanzar de nuevo la conocida Comba Oeste (6.400 m), en el Valle del Silencio. Subieron sin atarse y empalmando planchas de nieve para evitar la zonas heladas de la vertical pared del Lhotse, que también destreparon sin encordarse. Consiguieron además la primera nacional del cuarto ochomil del planeta, y quinto (en cinco años) de su acelerada carrera.




Intento de apertura en la aérea arista sur del Broad Peak
Foto: Col. Hnos. Iñurrategui
"Kangchen" y Shisha 1996. Primera tragedia
Nuevo año y nuevo doblete. El Kangchenjunga en primavera con Juanito, con quien estuvieron en otoño en el Shisha Pangma. Pero esta vez el éxito salió caro. Hubo un primer aviso en la Ruta Británica del Kangchen, "una cara norte de condiciones muy duras, y una ruta muy larga, sobre todo desde 6.500 m". Necesitaron tres vivacs durante el ascenso, y vivieron una agónica bajada debido al extremo agotamiento de Juanito. El alavés no se ha cansado de repetir desde entonces que los Iñurra le salvaron la vida, aunque estos le restasen importancia al asunto.

Pero en otoño la mala suerte los golpeó de lleno, a todos. Una avalancha los barrió de la pared mientras aclimataban en el cercano Ice Tooth para la Británica de la cara Suroeste del Shisha, llevándose a su compañero José Luis Zuloaga, Zulu. Tras el accidente, y con Juanito de vuelta a casa con graves lesiones, Alberto, Félix y Josu Bereciartua conseguían la cima, la primera vasca al Shisha, y además, el mejor horario de la Ruta Británica, reduciendo a uno los dos vivacs que suelen realizarse en ella. Como Juanito afirmaba en sus propias Conversaciones Ediciones Desnivel), fue el mejor homenaje posible para Zulu.

Broad Peak 1997. Resignarse a la normal
Quizás un ochomil frustrante, porque no hubo manera. Se propusieron una meta bastante ambiciosa, abrir vía en estilo alpino por la virgen Arista sur del Broad, pero el tiempo, pésimo, no acompañó, y los obligó a abrir huella sobre nieve que cubría por encima de las rodillas. Se retiraron a 7.300 m, completamente fundidos, delante de un resalte del que no veían el final, "un terreno raro, de tubos de órgano, empinado". Eso sí, tampoco se fueron sin la cumbre, que les costó, por la ruta normal, dos días desde el CB y cinco horas el día de cumbre desde 6.900 m. Al principio iban como motos y disfrutando, desde el C3 sufriendo, porque la huella se terminó. Aunque "justitos" y con su octavo ochomil en la mochila, se volvieron mirando al dichoso resalte durante la marcha de regreso: 300 metros, con otro por encima de unos 500. Difícil en estilo alpino, pero no imposible, por lo menos para Alberto: "Estando fuerte y con mucho compromiso igual se puede hacer", pero además de lo agotados que estaban, no quisieron asumir ese compromiso.




Una despejada cima del Nanga Parbat premió su brillante ascensión junto a José Carlos Tamayo en estilo alpino desde 6.000 metros
Foto: José C. Tamayo
Dhaulagiri 1998. Paciencia de himalayistas
Comenzaron el año filmando para Al filo de lo imposible un intento invernal al Manaslu, que se quedó en eso, en intento, a 7.400 m junto a Josu Bereciartua. Volvieron a encontrarse con el de Azpeitia y otros alpinistas vascos en la base del Dhaulagiri en primavera, aunque cada uno llegó por su lado. Los Iñurra de nuevo con Al filo y Jon Lazkano, Juanjo San Sebastián y José Carlos Tamayo. Bereciartúa buscaba la cima con Juanito y Juan Vallejo.

Fue un año duro por diversas circunstancias. La muerte de Chantal Mauduit (sepultada por un alud en su tienda del C2 mientras dormía), la decepcionante antecima de Juanito y compañía tras una durísima ascensión, el accidente de un colombiano que arruinó el intento cimero de Lazkano, Juanjo y Tamayo (lesionado además al haber caído en una grieta)...Unos y otros decidieron retirarse, salvo Juanito y los Iñurra. El gasteizarra quería la cima principal, y se alió con Félix y Alberto, dispuestos los tres a agotar un último y desesperado cartucho, antes de que el helicóptero volara de vuelta a Katmandú con ellos dentro. La espera mereció la pena, porque con el monzón ya encima lograron su objetivo y "muy bien, por cierto" según Oiarzábal. "Por la ruta original, disfrutando de la montaña, de la vía, y de los compañeros". La Montaña Blanca fue su tercer ochomil juntos.

Nanga Parbat 1999. Tras los pasos de Alejandro
El Nanga fue, quizás, un ochomil diferente, por lo menos con un contexto (histórico) muy peculiar (ver La Ruta de Alejandro, Desnivel 157) que llevó a los Iñurrategui, Jon Lazkano y José Carlos Tamayo a ascender el Monte Olimpo, las montañas más altas de Irán y la Torre Sin Nombre (Ruta Eslovena), ya en pleno Karakorum, antes que a La Montaña Desnuda. Un largo y azaroso viaje tras los pasos de Alejandro Magno que ya sin la compañía de Lazkano, Alberto, Félix y José Carlos remataron coronando el Nanga por su ruta más ascendida, que recorre el conocido Muro Kinshofer (Vertiente Diamir). Lo hicieron en estilo alpino desde el C2 (6.000 m), montando una pequeña tienda a 7.300 m, y disfrutando una despejada cima al día siguiente. Antes, convirtieron el rescate de un alpinista colombiano inmovilizado a 6.400 m, y cuyos compañeros eran incapaces de bajar hasta el C2 en su fase de aclimatación. Improvisando una camilla con un bidón seccionado en dos, el cuarteto vasco organizó y coordinó un rescate que acabó bien, y con ellos perfectamente aclimatados para intentar la cima. Fue la décima de los Iñurra.




Alberto y Félix en el G2, su último ochomil juntos
Foto: Exped. Iñurrategi 2000
Manaslu y G2 2000. Un final inesperado
Sobre todo por lo bien que empezó la temporada. Aunque con mucho frío, Alberto, Félix y el aragonés Pepe Garcés (que bajó con congelaciones) abrían el año en el Manaslu, primer ochomil coronado en 2000, con una madrugadora cima el 25 de abril. Lo hicieron por la ruta normal (vertiente noreste) tras un mes en la montaña, dentro de su proyecto Iñurrategui 2000, que buscaba los cuatro ochomiles restantes de sus Catorce en un año: Manaslu, Annapurna y los Gasherbrum.

El primero estaba hecho, y a todo correr (bueno, en helicóptero) marcharon hacia el segundo, pero un solo vistazo a la montaña les cambió el gesto, y como comprobaron después, ya con la mochila a la espalda, la montaña estaba imposible por su cara norte: el cono de entrada destrozado, avalanchas continuas, rastros de seracs caídos, la vía Holandesa llena de hielo y la Francesa de 1950 como para no mirar. "Estamos fuertes y en forma, pero a veces hay que saber parar en el momento oportuno. Ya tendremos ocasión de desquitarnos en Pakistán".

Y en verano aterrizaron en el campo base de los Gasherbrum. El resto es de sobra conocido. Perseverantes pero infructuosos intentos al G1 por el mal tiempo y la gran acumulación de nieve (abrían trinchera en lugar de huella), y finalmente cambio de objetivo. El Gasherbrum 2, considerado uno de los ochomiles más asequibles, cae a la segunda por la ruta normal el 28 de julio, en un día de muchas dudas por el tiempo que premia su paciencia himalayista. Una hora en la cima tras una ascensión muy bonita (acabó despejando) donde se vieron solos en la montaña abriendo huella hasta arriba. Y durante el descenso, la mala suerte que anteriormente sólo se quedó en sustos serios, se cebó esta vez con Félix. Camino del C1, el anclaje del primer rápel en la Banana Ridge salta y el mayor de los Iñurra se precipita a un vacío de 400 metros."No había podido rapelar por esa cuerda porque estaba demasiado tensa. Pasé un mosquetón de seguridad y bajé destrepando. Mi hermano hizo lo mismo, pero la cuerda se aflojó, comenzó a rapelar, el anclaje cedió y cayó". Así lo contó Alberto a su regreso a Bilbao. En su duodécimo ochomil juntos, se rompía una cordada irrepetible.

Gasherbrum 1 2001. El primero sin Félix
Tras un periodo de reflexión y recuperación, Alberto anunciaba a principios de año su regreso a la alta montaña con un nuevo intento al G1.Antes, un periodo de "aclimatación" escalando en Mali, Chamonix y Jordania junto a buenos amigos del que Alberto declaró volver "con la intención clara de seguir saliendo de expedición a la montaña y con un montón de planes concretos en la cabeza". Uno de ellos pasaba por el G1, y retomaba su proyecto de los Catorce. Jon Lazkano estaría con él, y otro Jon, Beloki, sería su nuevo compañero de cordada, en su estreno en ochomiles.

Fue un estreno brillante, porque aun escogiendo la vía normal, la cordada vasca hizo gala de un excelente fortaleza, y eficacia. Fueron los más madrugadores y trabajadores. En poco más de diez días, y pese a la acumulación de nieve y tener que fijar más cuerda de la prevista, dejaron todo preparado para intentar la cima. El 7 de julio, San Fermín, salían hacía arriba desde el campo más alto (7.000 m), coronaban, y tras la fotos de rigor, descendían hasta el C2 (6.500 m). Es decir, misma mentalidad y estrategia que siempre: fuerte desnivel para el último día, el menor tiempo en altura posible y para abajo cuanto antes. Era la penúltima cima de su proyecto y la primera sin Félix, para quien Alberto tuvo una especial dedicatoria: coronar con el piolet de su hermano, una vez recuperado el depósito de material que un año antes abandonaron en esta montaña.




¡Tontorra, tontorra! El walkie anuncia la esperada cima del Annapurna, que culmina los Catorce Ochomiles y un ambicioso proyecto: la primera repetición de la arista este junto a Lafaille
Foto: Exped. Oinak Izarretan/EiTB
Annapurna 2002. El final esperado
El último capítulo del proyecto se cerró hace apenas unos días, y como le sucediera a Juanito en 1999, el Annapurna ha sido el último escollo de Alberto. El primer ochomil conquistado en 1950, y también el primero en cuanto a peligrosidad. Todas sus vertientes encierran importantes dificultades: la norte por sus continuas avalanchas, en la complicada pared sur un equipo británico liderado por Chris Bonington inició en 1970 el himalayismo de dificultad, la oeste sólo cuenta con una vía (Messner/Kammerlander 1985), y su afilada arista este tampoco ha sido demasiado transitada. Siete kilómetros y medio por encima de 7.000 m, de exposición constante y desprotección ante el viento e inesperados cambios de tiempo, secciones técnicas y comprometidas, y hasta ahora, una sola ascensión, la de sus aperturistas suizos Erhard Loretan y Norbert Joos en 1984, quienes ya en la cima no tuvieron fuerzas para regresar por ella.

En parte por evitar las avalanchas del Glaciar de la Hoz, en parte por las ganas de hacer algo técnico, difícil y de compromiso, Alberto eligió este delgado filo para coronar la Diosa Madre de la Abundancia. Un ambicioso proyecto con reducidas posibilidades de éxito (no han faltado intentos anteriores) que los juntó en el campamento base con tres destacados himalayistas: el fortísimo francés Jean Christophe Lafaille, y dos alpinistas de excelente adaptación a la altura, el americano Ed Viesturs y el finlandés Veikka Gustaffson.




Cara sur del Annapurna. Bohigas y Lucas pasaron siete noches en la pared durante su apertura a la punta central (8.051 m)
Foto: J. C. Lafaille
Vuelta al Annapurna 84
Un quinteto que cerraba Jon Beloki inició el trabajo en común que combinó aclimatación e instalación de tres campos de altura, antes de "montarse" en la arista este. El pasado 11 de mayo pusieron rumbo a la cima, y tres días después, Beloki, Viesturs y Gustaffson se daban la vuelta al llegar al Roc Noir (7.490 metros), primer test de dificultad de la vía. Alberto y Lafaille continuaron hacia la cumbre, que pisaron el pasado 16 de mayo, tras cinco días y dos vivacs (sobre el Roc Noir, y entre las cimas este y central) por encima de 7.000 metros, y otros dos ochomiles secundarios: Annapurna Este (8.026 m) y Central (8.051 m).

¿El final? No, todavía quedaban 7,5 kilómetros de vuelta con idéntico compromiso, el cansancio acumulado de la ida, y la eterna incógnita del tiempo. A diferencia de los aperturistas, que prefirieron la relativa seguridad de la vía normal de la cara norte, el sábado 18 compañeros y amigos respiraban por fin tranquilos cuando Alberto y Lafaille alcanzaban nuevamente el campo base, tras recorrer por segunda vez la arista este del Annapurna.

Un experto himalayista y compañero de Alberto en el K2, Kike de Pablo, lo resume como algo "alucinante, duro y muy extremo. Es al final una ruta de supervivencia pura y dura, donde además han encontrado secciones de roca muy descarnadas que les han obligado a flanqueos y rápeles de 20 metros, todo muy técnico". La circunstancial compañía de Lafaille -algo inhabitual en Alberto, que suele rodearse de amigos próximos en las grandes montañas- ha sido, junto a la benevolencia climática, otra de las claves: un alpinista tan fuerte físicamente como el guipuzcoano, de gran nivel técnico, y con la misma confianza y fortaleza psicológica para creerse una ascensión como esta. "Junto a la sur del Annapurna de Enric Lucas y Nil Bohigas, es lo más fuerte que se ha hecho por aquí". Un brillante final para sus brillantes Catorce Ochomiles.







Esta última es impresionante.
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fulanito de tal
Enviado: 11-06-2002 12:29
Y Que Coño me quieres decir con esto, si quieres te pongo el curriculum alpinistico de Messner o de Diemberguer o de Buhlt o de Bornington o de Ardito Dessio,Compagnioni,Lachenal,Hillari,Northon
Herzog etc.etc.etc.
Taluego Tio.
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Diego A.
Enviado: 11-06-2002 13:23
venga tio!
Ponlo, y así nos informas a todos, pero no te enfades macho que parece que estas en guerra con alguien
O mejor, pon tu curriculum alpinistico.......
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Eduardo
Enviado: 11-06-2002 13:53
Eso, si va a haber pelea que sea pública y así participamos todos. Diablillo Diablillo Diablillo
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