Acabamos de traspasar el umbral del otoño.
Una estación de transición que poco a poco nos abre las puertas a la montaña invernal.
Decidimos dar la bienvenida a este otoño y que mejor que buscar una ruta granítica, que nos conduzca a un mítico de la alta montaña, así que viendo escenarios y crestas nos decantamos por volar por encima de la cresta de Llosás-(Macizo de la Maladeta), que tras pisar varios tres miles:
Aguja Argarot 3042m.
Aguja Tchihatcheff 3050m.
Aguja Franqueville 3068m.
Aguja Escudier 3315m.
Aguja Daviu 3350m, nos llevará a besar la frente del señor del Pirineo: el Aneto 3404m.
La cresta de Llosas es una de las más atractivas y sugerentes del Macizo de la Maladeta y la segunda en importancia, si nos valemos del lenguaje pirenaico, para ascender al Aneto. La zona más difícil y aérea es el tramo comprendido entre la brecha inferior y la superior. Es en este tramo donde nos encontramos con los primeros tres, tres miles referenciados más arriba .Después de superar la brecha superior el recorrido transcurre por la espalda del Aneto, donde nos encontramos con los dos últimos tres miles. Esta zona es la más expuesta, entrando en un caos de grandes rocas afiladas y bloques sueltos. Una larga y exigente cresta para hacer en una jornada, pero una delicia llegar al Aneto por este flanco.
Según información recabada en medios pirenaicos, esta cresta fue surcada por primera vez por Henrri y Roger Brulle, padre e hijo, en el año 1913.- Casi 100 años de aquella gesta y la cresta sigue ahí, desafiando a la eternidad y a los mortales.
En el refugio de Vallibierna 24-09-09, el comando Alcoy
Rafa, Germán, Vicent, Viejolobo
Así que el día 25de septiembre y a las 06:00 horas nos ponemos en marcha y tras un copioso desayuno en el refugio de vallibierna nos encaminamos en dirección hacia el valle de coronas, guiados por los rayos de luz de nuestros frontales. Y una vez llegamos al ibón inferior del mismo nombre, nos dirigimos por una pedregosa canal hacia la brecha inferior de Llosas, el principio de la cresta.
La mañana ya castiga a estas alturas de la temporada. El frío y la nieve caída huelen a preinvierno
Nuestra gran sorpresa y nuestra gran alegría por supuesto, fue encontrarnos con la primera nevada de la temporada. No sabíamos como se desarrollaría la ascensión, dado que en la cresta no habría problema con esta primera nieve, y lo que más temíamos era la espalda del Aneto, ya que en dicho lugar observamos bastante nieve desde abajo, y nuestra incógnita era el saber lo que nos íbamos a encontrar.
Ausencia de viento sobre las primeras trepadas, el día promete
A mitad de la cresta atravesamos grandes columnas de granito, que sorteamos a caballo entre la vertiente de Llosas y de Coronas. Es un sitio extraordinariamente espectacular y de gran belleza, un laberinto de bloques ciclópeos; quizás la zona más compacta de todo el recorrido.
Después de subir hay que destrepar
Subiendo una bonita placa de IV grado
La inmensa cresta que comenzamos es un caos de roca que conforma todo el entorno.
Tras un delicado destrepe llegamos a la base de la aguja Tchihatchell. Por la izquierda tomamos una canal helada y en puro terreno mixto vamos ganando la cima de dicha aguja.
El descenso es quizás de los rapeles más espectaculares del pirineo. Unimos dos cuerdas de 60 metros y una vez en el final sobran escasos cinco metros. Vertiginoso rapel a más de 3000 metros.
Ahora trepamos para ganar la aguja Franqueville llegando a su cima en poco tiempo.
A partir de aquí comienza la zona “llana” de la cresta. Un continuo bosque de grandes bloques graníticos, que conforman en la imaginación un sinfín de figuras imaginarias.
Un escenario perfecto para disfrutar trepando las caprichosas formas geométricas que nos brinda el lugar, en verdad una maravilla de la naturaleza y su invisible escultor.
Cada cual imagine lo que quiera
El escenario que vamos dejando atras, la aguja Tchihatchell y la pared del rapel
Diversas vistas de la cresta, un sitio para soñar en las nubes
Senderos de graníto que no dan tregua
Llegamos a la brecha superior de Llosas donde la salvamos en un rapel de 20 metros.
A partir de aquí comienza el calvario para culminar la jornada, nos encontramos en la base del Aneto y continuamos por el cresterío de su espalda.
Fuertes sensaciones se experimentan en este lugar, a los grandes bloques superpuestos, engranados entre sí por capricho de la naturaleza, se suma la copiosa nevada que incomoda la ascensión.
El cansancio se hace presente con todo su poderío, vamos ganando metro a metro a la montaña. Y tras agotadora batalla en el terreno del monarca del pirineo alcanzamos la cima de la aguja Escudier
. La nieve es cada vez más copiosa, un inestable terreno mixto por lo que agradecemos la dureza del blanco elemento para progresar. Así llegamos a la aguja Daviu y pasamos por la salida del corredor Estasen . Arriba la cima del Aneto a tiro de piedra
El corredor está cargado de nieve y hielo, se presagia que la temporada invernal se acerca, salida de la izquierda
Salida por la derecha
Cerca de la cima.La cumbre del monarca está cerca, ya la divisamos, solitaria y con ganas de ganarla. Por fin tras diez horas de ascensión nos sentimos satisfechos. La nieve nos ha retrasado pero ha sido un privilegio el contar con ella, es lo que tiene la montaña.
Tras un merecido descanso en la cima, nos recreamos con el entorno, estamos solos, algo raro en la cima de esta montaña, la verdad es que son las cuatro de la tarde y es difícil que a estas horas ya haya alguien.
Enhorabuena sobre todo para German y Rafa que pisaban por primera vez esta cumbre y por este lugar.
Paso de Mahoma, bastante peligroso por la nieve
Vistas desde arriba
Glaciar del Aneto por la vía normal
Collado de Coronas
La nieve del pasado invierno
La última nevada otoñal
Corredor estasen actualmente, bajando para ibones de Coronas
El sol va cayendo en el ibón de Coronas, nosotros descendemos al valle tras una agotadora jornada de catorce horas hasta llegar de nuevo al punto de partida.
Espero que os guste las sensaciones no se pueden trasnmitir pero por lo menos se intenta
Saludos y hasta la próxima