CETURSA y el Gran Teatro del Apocalipsis: “¡Corre, que viene la avalancha!”
Señoras y señores, bienvenidos a Sierra Nevada, la estación donde la gestión del riesgo de avalanchas se hace con la misma precisión con la que un niño elige el sabor de un helado: al azar y con entusiasmo injustificado.
Porque sí, amigos, en el maravilloso mundo de CETURSA, la información sobre avalanchas no se basa en estudios detallados ni en criterios científicos. No, aquí se improvisa. Imaginen a un pobre empleado, con el café frío en una mano y la desgana en la otra, mirando la pantalla con absoluta indiferencia:
— "A ver… hoy qué ponemos… ¿riesgo de avalanchas? Bah, venga, que suene dramático: EXTREMO. Pero sin numerito, que eso es mucho trabajo."
Y así, con el mismo rigor con el que un adivino echa las cartas, se decide la seguridad de una estación entera.
Pero lo mejor viene cuando CETURSA decide llevar la experiencia al siguiente nivel con un montaje digno de película de terror de serie B. Ahí está, en la llegada del telecabina del Al Andalus, el cartel rojo gigante con un grito visual de “PELIGRO AVALANCHA”, colocado estratégicamente sobre la nieve, para que cada incauto que ponga un pie fuera del remonte entre en pánico absoluto.
El Gran Teatro del Pánico
Imaginen la escena: turistas despistados, debutantes en la nieve, familias con niños pequeños, todos desembarcando en la estación y, de repente… ¡BOOM!
📢 PELIGRO AVALANCHA 📢
El caos se desata. Gritos de horror, gente mirando al cielo esperando ver una lengua de nieve arrasándolo todo, esquiadores con el forfait aún caliente planteándose su testamento.
— “¡Dios mío, vamos a morir! ¡Corre, Juan, coge al niño!”
— “¡Aaaah, nos engañaron, la montaña nos quiere devorar!”
— “¡No te pares, Manolo, que nos pilla la ola blanca!”
Pero tranquilos, porque la realidad es otra. No hay una avalancha apocalíptica acechando tras la esquina. Lo que hay es la incompetencia de CETURSA, que, con su torpe gestión, ha convertido la estación en un simulacro de catástrofe sin sentido.
Una Chapuza de Manual
Si alguien pensaba que el riesgo de avalanchas en Sierra Nevada se gestionaba con el rigor que merece, que se lo piense otra vez. Porque lo que aquí se practica es la chapuza institucionalizada, la improvisación absurda y el alarmismo gratuito.
¿Por qué especificar niveles de riesgo cuando se puede simplemente escribir “EXTREMO” y dejar que la imaginación haga el resto? ¿Para qué comunicar con claridad si se puede sembrar el caos con un cartel rojo en la nieve? Porque esto es CETURSA, amigos, y la coherencia es un lujo que no se pueden permitir.
Conclusión: Más espectáculo, menos gestión
Al final, Sierra Nevada no es solo una estación de esquí: es un parque temático del disparate, donde las decisiones parecen tomadas con un dado y el sentido común es un mito.
Así que ya saben: si quieren esquiar con emoción, no se preocupen por la nieve, los fuera de pista o los baches… la verdadera adrenalina está en ver qué locura se inventa CETURSA mañana. 🎭