Para muchos absurda, inútil e incluso cara, la estación de esquí más pequeña del mundo y seguramente de la historia, encara su recta final de su efímera temporada. Situada en St.Gallen (Suiza) nació como un concepto de arte reivindicativo. Sus autores han querido con este proyecto, hacer un llamamiento de atención a la crisis climática.
Bautizada como Grauer Himmel (cielo gris), esta pequeña (pequeñísima) estación de esquí está situada en el patio trasero de una casa situada en el número 50 de Schneebergstraße (calle de la nieve). Un grupo de artistas llegó a un acuerdo con el propietario, una constructora que quiere hacer pisos ecosostenibles, para que le cediesen la vivienda durante dos meses para su proyecto.
En paralelo, pidieron una subvención de 45.000 CHF al ayuntamiento para poder traer un viejo telesquí que una estación cercana les regaló. También para acondicionar la pequeña pista de tan solo 20 metros, hacer una zona de après ski en la casa, donde la segunda planta se ha destinado a fiestas, charlas y eventos.
Pero finalmente los concejales de la oposición en el Ayuntamiento de St.Gallen (Suiza) lograron detener la subvención, así que los impulsores de Grauer Himmel abrieron una campaña de recaudación de fondos que finalmente fue todo un éxito, ya que no solo completaron los 35.000 euros que pedían, sino que muchas pequeñas empresas de la población se ofrecieron para prestarles maquinaria y otros servicios.
En St.Gallen, aunque esté en Suiza, no suele nevar, y cuando lo hace la nieve apenas dura mucho en el suelo. Así que durante estas semanas desde que abrieron su efímera temporada, puntualmente el 1 de febrero como estaba programado, lo que más ha funcionado es el aprés ski. Cada fin de semana se han montado fiestas y conciertos en vivo con un gran éxito de público.
Aún así, hace un par de semanas obró el milagro y cayó una nevada con la suficiente abundancia como para preparar la pequeña pista. Aún así, tuvieron la ayuda de varias empresas que colaboraron y trajeron más nieve, la pasaron a través de la casa mediante una cinta, y la lanzaron a la pista con un soplador de nieve colocado en el segundo piso de la casa: así pudieron simular que nevaba.
Se logró acondicionar la pista, que por su fuerte inclinación es negra, pero lo más importante es que incluso se pudo habilitar el carril de subida del telesquí con la suficiente nieve como para poder se arrastrado con los esquís puestos.
Poco después recibieron una propuesta de sanción. Al parecer no recibieron el permiso para poner en marcha el remonte. Según el Kontrollstelle IKKS, el departamento en Suiza que controla los transportes por cable, emitió un informe negativo porque la salida era demasiado corta y empinada. Sin embargo, Anita Zimmermann, impulsora del proyecto, aseguro al periódico Tagblatt que
En el espíritu del arte, el remonte puede estar en funcionamiento, sólo que sin transportar personas. Como el grupo no tuvo esto en cuenta, lamentablemente tuvimos que anunciar la suspensión de las operaciones y la amenaza de una multa de acuerdo con la Ley del Teleférico»
Dos fines de semanas estuvieron con el telesquí en marcha aprovechando la nieve que había. De momento no saben el alcance de la sanción. Aunque eso si, el telesquí ahora funciona pero no lleva a nadie.
Ahora quedan un par de semanas de su efímera temporada. el 29 de marzo se detendrá definitivamente su remonte y se cerrarán los eventos. Ese día subastarán todo lo que puedan. Remontes, cable, mobiliario de la zona de après ski, etc... Y será momento para sacar conclusiones.

Uno de los pocos afortunados que pudo probar el telesquí de Grauen Himmel