A poco menos de hora y media de la ciudad de Nueva York se encontraba Woodbury Ski Area. Nació en los años '60 como Tapawingo. En 1972 la compró Rod Taylor, un antiguo campeón nacional de esquí que fue quién la rebautizó.
Woodbury nunca tuvo grandes aspiraciones pero cada invierno se llenaba de familias y aficionados. Apenas un puñado de pistas, dos remontes, y eso si, un buen sistema de producción de nieve. Rod Taylor tuvo claro que se tenía que empezar cuanto antes y cerrar la temporada en las mejores condiciones posibles. Porque el objetivo siempre fue transmitir su pasión a las nuevas generaciones, así que se especializó sobre todo en las clases para debutantes. Aunque también tenía una zona de tubbings muy apreciada y un snowpark.
Por si algún invierno iba mal, montó actividades para el verano en la que se incluía toboganes y una tirolina. Rod Taylor falleció en 2014, su viuda se hizo cargo de las instalaciones, pero tan solo dos años después una grave sequía acumulada ya del año anterior, impidió que pudiesen abrir las pistas de esquí. Un golpe del que ya no se pudieron recuperar.
Entre otras cosas porque tenían algunas deudas con hacienda, así como una gran indemnización pendiente por una usuaria que se dañó en un tobogán y a la que tenían que pagar una compensación de casi 700.000 dólares.
Woodbury Ski Area atraía a un buen número de esquiadores cada invierno
Desde su cierre oficial en 2017, algunas personas se interesaron por las instalaciones, y parecía que Woodbury Ski Area volvería a abrir sus pistas. Pero ninguno acababa de concretar, y el que más cerca estuvo de ponerse en marcha, falleció poco después de firmar su intención de compra.
Además con el tiempo, lo que era una zona apartada al norte de la ciudad de Woodbury, empezó a llenarse de casas, dejando la colina del pequeño complejo invernal en mitad de un área residencial. Así que un avispado consultor inmobiliario pensó que si como estación de esquí no se vendía, quizás como casa tendría más salida.
Y efectivamente. El propietario de un parque acuático de Nueva York se ha quedado con todos los activos. Incluye la colina, las pistas, las dos máquinas pisapistas, un telesilla y un telesquí. No obstante no parece que tenga intención de reabrir todo aquello al público, sino más bien reformar las instalaciones para hacerla vivienda con estación de esquí en el patio trasero.
En Conneticut quedan ahora cinco estaciones de esquí, cuatro de ellas públicas (Mohawk, Ski Sundown, Mount Southington y Powder Ridge) mientras que Ski Mount Lakeridge funciona como una comunidad privada de propietarios, los únicos (y sus invitados) que pueden acceder a sus pistas y remontes. Todas ellas atraen principalmente a esquiadores y snowboarders de la ciudad de Nueva York a entre hora y media y dos horas en coche.
Lo que fue el edificio de oficinas, taquillas, alquiler de material y restaurante, ahora se reconvertirá en una vivienda residencial