Por primera vez en muchos años, la estación de esquí cerró sin tener que lamentar ningún fallecido. No solo en las estaciones de esquí de España, sino tampoco en Andorra, Portugal y Pirineos de Francia. Al menos que se hayan hecho públicos.
La únic excepción es el fallecimiento, precisamente, de un miembro del Comité Técnico de Seguridad de Cauterets, que tuvo un accidente mortal mientras revisaba las pistas pocos días antes de abrir la temporada.
Sí se ha tenido que lamentar fallecidos este invierno en la montaña por causas de la nieve, pero entre personas que circulaban alejadas de las estaciones de esquí o que hacían senderismo por la nieve sin llevar el equipamiento adecuado.
El dato pone en relieve la seguridad de un tipo de actividad turística y deportiva que apenas entraña ningún riesgo de gravedad. El año pasado se cerró la temporada con cuatro fallecidos por causas derivadas directamente de la práctica del esquí. El resto fueron por entrar en zonas cerradas por peligro, por infarto, descender con material no apto en estaciones, etc...
En España se vende cada año entre 4,5 y 5,2 millones de días de esquí a los que hay que sumar los 1,7 de Andorra y otros 5 de Francia. Casi 12 millones de jornadas y entre dos o tres fallecidos por invierno por causas directas derivadas de la practica del esquí o el snowboard en las estaciones.
Con todo, la gran mayoría de veces, estos accidentes de gravedad suceden por imprudencias. Especialmente por saltarse barreras que impiden el paso por algún tipo de peligro, o salir a practicar el esquí en condiciones meteorológicas muy adversas.
Las estaciones de esquí de la península y Pirineos se preparan cada otoño para afrontar la temporada con total seguridad. El nivel de exigencia ha ido creciendo cada año, no solo en seguridad pasiva (colchonetas, redes de protección, avisos, etc...) sino en seguridad activa (controles de velocidad, retirada de forfait por acciones peligrosas, etc...).
