Hay varias opciones para obligar a reducir la velocidad de los coches en ciertos tramos de la vía pública, entre ellos poner bandas rugosas o plataformas en la calzada, colocar semáforos que se ponen en rojo si el vehículo circula más rápido de lo indicado, o finalmente el radar. De todas ellas solo la última permite recaudar dinero a las arcas muncipales. Irónicamente es también la única en que no se obliga físicamente a reducir la marcha.
Pues bien, el Ayuntamiento de Alp ha optado por el radar. Le ha salido gratis porque la empresa que lo ha montado no le ha cobrado nada, a cambio de llevarse el 27% de las sanciones. El 73% de las multas irán directamente a las arcas municipales.
Se han colocado dos radares. Uno de tramo que controla dos kilómetros de la Avinguda d'Alp entre el barrio de la Estación y el cruce con la calle Puigmal. El otro es fijo y está en la Avenida Supermolina frente al supermercado. Son dos accesos muy usados por los esquiadores y visitantes de las estaciones de esquí de La Molina y Masella, por lo que será en invierno cuando realmente no notará el incremento recaudatorio del Ayuntamiento.
Precisamente esta semana un grupo de vecinos de Llívia, enclave español dentro de Francia no muy lejos de Alp, se quejaba del afán recaudatorio de este tipo de medidas. Allí les han colocado un radar a la salida de la población, y aunque son conscientes de que no se puede ir a más de 50km/h, critican que los residentes usan varias veces al día ese tramo para salir de la población, y que es fácil despistarse un día. Que habían otras opciones como colocar bandas en la calzada o semáforos. Unas medidas que sí o sí, obligan a detener o aminorar la marcha de los vehículos.