El temporal Filomena ha cubierto de blanco las calles y las carreteras, intransitables para los vehículos y conquistadas, seguramente por primera vez en la historia, por esquiadores, familias con sus trineos y tablas de snowboard, con palos de trekking, y por cientos de madrileños que han salido a pasear y a disfrutar de la nieve.

La urbe se ha peatonalizado casi por completo, y es tan complicado ver comercios abiertos como coches circulando este sábado por la ciudad. Tampoco es fácil distinguir a los vehículos que están estacionados ya que, como todo el mobiliario urbano, están ocultos por capas y capas de nieve.
El espesor de la misma ha permitido a los más pequeños (y también a algún mayor) construir enormes muñecos de nieve en muy poco tiempo gracias a la cantidad de materia prima. Una de las figuras nevadas más famosas ha sido la que han construido en media hora Nelson, Sergio y Nuria, en plena Puerta del Sol y con una altura de unos dos metros.
En esta plaza, como ya ocurrió la noche de ayer en Callao, se ha formado una guerra de bolas de nieve entre conocidos y desconocidos y acompañada por música, y aunque se han respetado las distancias, alguna mascarilla no ha logrado sobrevivir a la humedad de esta entrañable batalla.
Pese a los resbalones y los pies atrapados por el espesor de la nieve en las calles, los vecinos de Madrid no han dejado de salir de sus casas a pasear, compartiendo carril con los esquiadores, que como José Luis y sus hijos Gonzalo y Luis, han aprovechado la situación "histórica" para practicar su deporte preferido,
Las inclinadas calles del histórico barrio de Lavapiés han sido otras de las improvisadas pistas de esquí y snowboard que se han formado por la ciudad, y donde los más pequeños se han provisto con bolsas de basura para deslizarse por la nieve, aunque tenían que tener cuidado con los árboles caídos.
En el barrio de Las Letras y Palacio, los vecinos de los últimos pisos han tenido que proveerse de sus escobas para poder retirar la nieve que se acumulaba sobre sus ventanas y así poder disfrutar del níveo paisaje, aunque eso ha supuesto que grandes cantidades de nieve cayeran a unas calles repletas de viandantes que han tenido que esquivarlas, entre risas y algún que otro enfado.
Todo esto ha sido fruto de una nevada que Madrid no se recordaba en Madrid desde 1971, que ha dejado 33 litros por metro cuadro en forma de nieve en 24 horas dejando intransitables calles y carreteras y afectado el transporte urbano terrestre, el ferroviario y que también ha paralizado los vuelos en Barajas durante este histórico sábado.
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