Gran parte del invierno, la nieve puede ser escasa, por lo que las máquinas de nieve artificial van tapando el suelo, creando una gigantesca alfombra blanca en un paisaje sin árboles.
Afriski se encuentra situada geográficamente justo en medio de cuatro de las ciudades más importantes de Sudáfrica: Johannesbrugo, Pretoria, Durban y Bloemfontein. Eso sí, desde cada una hay la friolera de 4,5 horas en coche, y no se puede llegar de otra manera. Aunque hay un buen trozo de autopistas, antes de llegar aún queda una última prueba: subirse los empinados puertos de los pasos Moteng y Mahlaela.

Es casi incomprensible que una estación tan pequeña, tan lejos de todo y que funciona más bien gracias a la pericia de su personal a la hora de poner en marcha los cañones de nieve artificial que a las nevadas que caen, pueda estar abriendo cada año. También es cierto que en verano tienen también muchas actividades como paseo en quads, una enorme tirolina, y seguro que el avistamiento de algún león mientras el turista va montado en algún Jeep.
La cuestión es que de alguna manera u otra, logran abrir casi siempre los primeros en el hemisferio sur. Se adelanta así a los otros cuatro países que tienen alguna estación de esquí por aquella parte del planeta: Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelanda, y su vecina Sudáfrica. Allí funciona también Tiffindell, no mucho más grande que Afriski, ni tampoco mucho más accesible.
Este año Afriski no ha defraudado y han abierto los primeros. Poca cosa de momento, que estamos a principios de la temporada, pero gracias a las bajas temperaturas y unos cuantos cañonazos, ya pueden poner en marcha telesquís y pistas.
La mala noticia es que de momento solo es accesible para los habitantes de Lesotho por el cierre de la frontera con Sudáfrica. ¿Quien es el lesotense que tiene dinero para esquiar en un país muy pobre donde la mayoría de gente se dedica a la agricultura de subsistencia? Pues habrá que verlo estos próximos días.
La temporada en Afriski levanta el telón en junio y cierra a finales de agosto. Vive única y exclusivamente de los sudafricanos que se dejan caer por allí, principalmente para aprender a esquiar. Pero el coronavirus en Sudáfrica está en pleno festival haciendo subir puestos rápidamente al país en el ránking de ciudadanos más contagiados, por lo que no se espera que de momento se vayan a abrir barreras a corto plazo.
Lesotho en cambio parece que de momento ha podido sortear bastante bien al coronavirius. No ha reportado ningún fallecido y fue uno de los últimos países en llegar el COVID.
Afriski fue fundada en 2002. Desde entonces su cifra de esquiadores fue creciendo hasta estabilizarse en unos 12.000 al año. Tienen una clientela muy fiel, y desde hace unos pocos años un programa de race-camp que busca encontrar algún corredor que pueda representar a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Invierno. Para ello han contratado a entrenadores europeos y de los Estados Unidos. Al mismo tiempo comenzaron un programa para enseñar a esquiar a los escolares del propio Lesotho con la esperanza de encontrar también un futuro campeón nacional.
Los responsables de Afriski son conscientes de la realidad económica del país, y por eso tratan de contratar al máximo de personas del propio Lesotho. Del total de 240 personas que forman la plantilla, más de 160 son locales. El resto son técnicos y especialistas en instalaciones que se han tenido que ir a buscar a Europa o Norteamérica.
Respecto a los turistas que llegan hasta Afriski, especialmente los del hemisferio norte, no llegan para esquiar en la pista de 1 km, sino porque quieren tachar de su lista el "esquiar en África". Y lo hacen mientras saborean la bebida local y se empapan de los eventos que los responsables del complejo invernal montan entre las cabañas para turistas bautizadas todas con estaciones de los Alpes.
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