Are es considerada como la estación preferida para combinar nieve y après ski. La localidad sueca junto a otras situadas alrededor, tiene nada menos que 35.000 camas y un buen número de locales capaces de rivalizar con Ischgl en fiesta y desmadre. Es propiedad de Skistar, un gigante escandinavo del esquí con 3 complejos invernales en Suecia, dos más en Noruega, y otro en Austria. También tiene una cadena de tiendas de material de esquí, hoteles... etc.
También es accionista del Scandinavian Mountains Airport, inaugurado este invierno en una región transfronteriza entre Noruega y Suecia desde la que se puede acceder a casi media docena de estaciones que juntas suman 3,3 millones de días de esquí vendidos por temporada gracias a las más de 100.000 camas disponibles para turistas. El objetivo es atraer esquiadores de toda Europa en franca competencia con los Alpes.
La joya de la corona de Skistar es Are, donde ha organizado dos Mundiales de esquí alpino (2007 y 2019) y es sede prácticamente cada año de una prueba de Copa del Mundo. También ha regado sus calles principales de pubs y locales donde la música y la marcha compiten de tú a tú con el esquí. Es decir, un trozo de Austria enclavado en mitad de la La península escandinava.
En definitiva todo un motor económico alrededor del esquí que de momento pese a que el coronavirus llama a la puerta de los suecos cada vez con más insistencia, nadie quiere parar. Tampoco los suecos parecen ser conscientes de lo que se les viene encima, e igual que hicieran los italianos, salen a esquiar cada fin de semana para apurar las últimas semanas que quedan de temporada. Sin ir más lejos, este pasado viernes a domingo las 35.000 camas de Are y las poblaciones cercanas estaban casi todas ocupadas.
Las razones de este lleno en Are son varias. La principal, que las condiciones de nieve son excelentes y se mantienen las bajas temperaturas. También está el hecho de que sus países vecinos han cerrado las estaciones, así que quien quiere esquiar en escandinavia, tiene que ir a Suecia.
Y otra gran razón es la misma que en el resto de países afectados: mucha gente se ha encontrado con unas 'vacaciones' inesperadas y aprovechan para ir a esquiar. La semana pasada IKEA y Spotify obligaron a sus trabajadores que llegaban del extranjero a pasar una cuarentena. Volvo ha cerrado sus plantas de Torslanda, Skovde, Olofstrom.
Y todo esto pese a que el Gobierno no ha tomado grandes medidas de prevención. Aseguran que el ritmo de fallecimientos será mucho menor que en los países del sur de Europa porque están más preparados y que el Coronavirus afecta principalmente a personas mayores de 70 años. Por eso no ha cerrado colegios, aunque algunos sí lo han hecho de manera voluntaria y ha mandado a los alumnos a casa con un programa escolar on-line. También se ha prohibido los eventos de más de 500 personas porque consideran que serían los únicos que pueden atraer a extranjeros.
Actualmente Suecia cuenta exactamente con 2016 afectados por el Coronavirus. 816 de ellos en la región de Estocolmo. La provincia de Jamtland, donde está Are, tenía hasta este martes 49 portadores, casi todos ellos detectados en la propia estación de esquí. El viernes encontraron al primero. El sábado había ya 10. El domingo casi la veintena. Siguieron sumando el lunes y el martes hasta el casi medio centenar actual. Pero lo más preocupante es que Jamtland es la zona con más portadores/100.000 hab. de Suecia, superando a Estocolmo.
Según contaba este martes el diario Dagens Nyheter, la mayoría de los 49 afectados por el Coronavirus en Are se han vuelto a Estocolmo sin grandes medidas de prevención. Pero muchísima más gente hace el viaje inverso, es decir, de la capital del país a las regiones montañosas del norte donde están las estaciones de esquí.
Los escolares meten el portátil en el equipaje y aprovechan estas 'vacaciones' para ir a esquiar. Lo mismo los trabajadores y funcionarios que se les ha pedido que se vayan a casa.
Pese a que el Gobierno sigue restando importancia, como lo hizo en su momento la Gran Bretaña de Boris Johnson o los Estados Unidos de Trump, muchos expertos aseguran que la actividad en las estaciones de esquí son una bomba de relojería que puede explotar en cualquier momento. Afirman que las condiciones hospitalarias en estas regiones montañosas no están a la altura de las del sur del país, y que el coronavirus puede sumar una excesiva carga de trabajo a los accidentes de esquiadores,
A diferencia de otros países, Suecia hasta ahora se ha basado en apelaciones al sentido común de sus ciudadanos en lugar de regulaciones y toques de queda. Un un enfoque que obviamente está siendo contraproducente en Åre. En la misma región algunos temen las pérdidas económicas si se cierran los remontes, pero otros están cada vez más afectados por el miedo y la ira hacia los turistas que les traen el COVID19.
La compañía Skistar, que cotiza en la bolsa de Estocolmo, también ha sido criticada en los medios por cerrar sus estaciones de esquí noruegas, pero manteniendo abiertas las suecas. Linda Morell, portavoz de Skistar, defendió a la empresa asegurando que
A lo largo de estos próximos días veremos quien tiene razón, si el Gobierno porque apenas pasa nada, o la prensa que pedía el cierre de las estaciones para evitar una alta propragación.