La mayor comunidad de fabricantes independientes de esquís está en Estados Unidos. Desde Utah a Colorado, pasando por California a Montana, podemos encontrar una infinidad de pequeños talleres que casi artesanalmente hacen sus propias tablas. Algunos situados en garages, otros en la trastienda de alguna tienda o incluso un cobertizo, más de uno ha tenido que saltar a alguna nave industrial después de que el éxito les haya superado.
Pero en general todos mantienen ese número limitado de esquís que permite ofrecer una esencia única, además de estar al día más rápido que las grandes marcas. Muchos de estos pequeños emprendedores suben a pistas, se fijan en las nuevas tendencias, y en cuanto bajan de nuevo a su taller se ponen a trabajar en el diseño y fabricación. Un ritmo que las grandes marcas no pueden ofrecer.
En Europa esta tendencia no está tan marcada. Hay pequeños fabricantes, especialmente en Suiza e Italia, pero muchos de ellos tratan de saltar a los grandes mercados en cuanto pueden.
En España también tenemos un pequeño puñado de estos fabricantes independientes. Ahi tenemos a Coretti (Guipúzkoa) con una producción anual de unos 150 pares de esquìs; Cervi (Madrid) con un límite de producción entorno a los 100 pares al año; o algunos más pequeños como Boreas en Navarra que fabrica unas 20 unidades por temporada y Blueberry en la localidad asturiana de Aller, con 15 pares por año.
En Sort un carpintero también hace sus propios esquís.Y los hace tan personalizados que los fabrica según el peso del comprador, su nivel de esquí y el uso que le quiere dar. Lleva haciéndolo desde hace seis años, cuando empezó a fabricar sus primeras unidades para él y siempre de madera y totalmente artesanos.
Aquellos primeros esquís dieron un resultado tan satisfactorio, que algunos familiares suyos le pidieron otros. Cuenta Arisa a la ACN que la calidad de su producto hace que quien los pruebe ya no se pueda resistir a quedarse unos. Tanto es así que lo que comenzó como la afición de alguien que se siente un fanático del esquí, ahora es un proceso que ha acabado 'industrializándose' y acepta pedidos por encargo.
La mayoría de pedidos llega en verano. Después de probarlos durante el invierno y ajustarlos al milímetro, empieza a construir sus encargos. Para fabricar el núcleo de los esquís utiliza listones de madera encolados entre sí y posteriormente cortados en forma de espejo, de modo que los dos esquís son exactamente idénticos y con las mismas prestaciones.
El núcleo del esquí es de madera (75-80%) y está reforzado con fibras de vidrio y carbono. Los tipos de madera más empleados son bambú, abeto, abedul, haya, fresno, arce o paulonia. Arisa asegura que la combinación de estas maderas con las diferentes fibras hacen que estos esquís respondan correctamente a los esquiadores más exigentes.
Algunos clientes de Arisa, como es el caso de Dimitri López, explica que son unos esquís muy ligeros y que deslizan muy bien tanto en pistas de esquí como fuera de ellas por nieve virgen.
Los que él ha comprado según explica la ACN, pesan 1,2 kilos. Arisa explica que el trabajo en el taller es muy meticuloso, hasta el punto que para la construcción de un par de esquís destina unas tres semanas.
En cuanto a su durabilidad, Arisa asegura que sus esquís llevan más de 400 horas de esquí en una sola temporada, muy por encima de lo que hace un esquiador habitualmente. La particularidad de estas tablas también es que la persona que hace el pedido puede elegir la decoración y ésta es fácilmente cambiable entre una temporada y otra.
