Valgrande-Pajares ha entrado oficialmente en el abandono tras un inicio de temporada protagonizado por todo tipo de desastres en los que no ha faltado de nada. Desde falta de tiempo para poner en marcha los remontes, a la avería de su telesilla principal, pasando por un conato de huelga de sus trabajadores, y hasta una protesta en pistas de los esquiadores con pancartas y todo. Ni al más avezado de los guionistas se le ocurriría una cadena de despropósitos tan variopinta en apenas tres años.
A Valgrande-Pajares está claro que le hace falta algo más que un ajuste de tuercas desde hace años. Pero fue en 2016 cuando se certificó que iba de cara al abandono. La estación cerró y desmontó el telesilla Cuitu Negro sin tener listo un remonte para su sustitución. Una situación inédita en nuestro país, y eso que el aparato llevaba dando problemas desde 2011.
Cinco años después se encontraron con que no podían seguir poniendo en marcha el Cuitu Negro, pero tampoco habían sido capaces desviar fondos para comprar un nuevo telesilla. Y otros tres años después de haberse desmontado, la situación sigue igual.
Así que para acceder a las zona verdaderamente esquiable de Valgrande-Pajares, los esquiadores se deben encomendar al telesilla Brañillín, y rezar para que nunca se estropee. No es la única estación que depende de un remonte para poder acceder a las pistas principales. Sin ir más lejos a la de Espot en el Pirineo de Lleida, se le estropeó el de La Roca el pasado mes de febrero, justo cuando comenzaba la verdadera temporada tras un invierno aciago en el que la nieve se hizo de rogar hasta prácticamente finales del mes de enero.
Ferrocarrils de la Generalitat reaccionó rápidamente y hoy ya se está esquiando con un nuevo telesilla de 4 plazas desembragable, mientras que en Valgrande-Pajares no han encontrado todavía dinero en estos 8 años desde que se empezó a estropear el Brañillín para su sustitución.
Un telesilla hoy en día se puede ir facilemente a los 8 millones de euros, pero hay varias soluciones para poder hacer una inversión mucho menor. Sin ir más lejos en Valdezcaray aprobaron a finales de la temporada pasada la instalación de un 4 plazas de pinza fija (que se estrenará en 2020), un modelo que seguramente habrá costado unos 3 millones de euros. Los esquiadores han mostrado su alegría y la estación riojana resuelve un problema de saturación.
Otro de los problemas con los que se enfrenta la estación es con los propios trabajadores, a los que no les facilita la ropa de trabajo. Llevan reclamándola desde el año pasado, hasta que tras una huelga de la plantilla, se decidió llevar el tema a los tribunales.
El pasado día 2 de diciembre el Juzgado de lo Social de Mieres falló a favor de los trabajadores de Valgrande-Pajares en su reclamación al Principado por incumplimiento del convenio ante el retraso por la entrega de la ropa de trabajo, que les llevó a la huelga en febrero de 2019. Para CC OO esta sentencia
Con el desmantelamiento del Cuitu Negro, toda la carga de trabajo va al Brañillín, un telesilla de 4 plazas de pinza fija montado en 1991. Con casi 30 años a sus espalfas, este remonte dio su primer susto importante el año pasado, cuando el pasado 11 de abril se estropeó.
Ese sábado dejó de funcionar. Los técnicos pudieron arreglarlo para ponerlo de nuevo en marcha el domingo. Ya el lunes se paró de nuevo y se aprovechó para hacer una revision más exhaustiva que se prolongó hasta el martes. No fue hasta el miércoles que se volvió a la normalidad.
Ante todas estas situaciones y viendo que parece que si algo va a cambiar es para peor, los esquiadores habituales de Valgrande-Pajares salieron a protestar el pasado sábado. Se plantaron en las pistas con pancartas.
Puede parecer algo frívolo, pero de esa estación dependen los ingresos económicos de muchas familias con negocios en la zona relacionados con el esquí y los deportes de nieve. No es de extrañar que estén asustados ante lo que se les avecina.
El pasado día 30 de noviembre muchos de ellos estaban ilusionados. Llevaba días nevando, las pistas estaban en buenas condiciones para abrir, y parecía que se podía estrenar la temporada ya. Pero nuevamente llegaba una mala noticia: el Brañillín estaba todavía pendiente de hacer la revisión obligatoria antes de comenzar la temporada. Todas las estaciones hacen esta operación en otoño, hacia el mes de septiembre u octubre. Pajares estaba ya tocando el mes de diciembre y seguía igual.
De esta revisión se encarga una empresa externa, la cual todavía no había recibido la autorización para empezar a trabajar. Para acelerar los trabajos de esta empresa cuando tuviera los permisos, fueron los propios trabajadores de Valgrande-Pajares los que descolgaron las sillas del cable, con el riesgo que eso comporta por realizar un trabajo que no hacen habitualmente.