Los constructores iban y venían. Sin embargo, el 'amigo' del Kremlin que encabezaba el proyecto, un desafortunado llamado Akhmed Bilalov, continuó diciéndole a Vladimir Putin que el salto de esquí se construiría a tiempo y dentro del presupuesto: unos 1.200 millones de rublos (26 millones de euros aproximadamente). Cuando ya había pasado año y medio, Putin decidió ir y ver por sí mismo la situación. Fue entonces cuando le dijeron que el coste se había multiplicado por siete. Las imágenes del vídeo de Putin ridiculizando a Bilalov se volvieron rápidamente virales.
Sirva esto para decir que el trampolín nunca trae nada bueno, excepto para los que se van de los Juegos con una medalla al cuello. Hay muchas disciplinas inútiles en unas olimpiadas, pero el salto es la que se lleva la palma.
Además, en un momento en que los padres vigilan más que nunca la seguridad de sus hijos, ¿cuál de ellos le dirá a su pequeño que se ponga un traje de látex y un casco y se lance por un precipicio como actividad extraescolar? Casi ninguno, por eso el salto de trampolín apenas tiene unos cuantos adeptos en un puñado de países. SI tuviera éxito todas las estaciones de esquí tendrían una instalación de estas.
PyeongChang 2018 no ha escapado a nada de esto. A los pobres coreanos, que tienen mucha menos experiencia en el esquí que los europeos, el COI le vendió los beneficios del salto y del escaparate al mundo que significaba una instalación colosal de ese tamaño que destacaría por encima de todo. Así que se lanzaron exageradamente y apartaron 9 mil! millones de euros para esta instalación. ¿mucha pasta? Pues les acabó costando el doble!
Efectivamente se ha convertido en el símbolo más visible de los Juegos porque además lo construyeron encima de una montaña. Mientras se han disputado las modalidades de salto todo ha ido bien, pero ahora que ya se han acabado las pruebas de este deporte, el trampolín es la primera instalación obsoleta de los Juegos Olimpicos de Invierno de PyeongChang 2018. Nadie va a usar eso ni se espera que se haga. Así que los organizadores y funcionarios de Seul, se están preguntando ya, quien va a pagar los altos costes de mantener esa infraestructura cerrada, mientras algún otro ya está buscando información sobre cuanto podría costar desmantelarla.
No obstante al menos sí se está sacando provecho de las gradas que se construyeron alrededor del trampolín. Hoy lunes debuta el Big Air como disciplina olímpica por primera vez en la historia. Aunque en snowboard, al fin y al cabo es un salto de esquí pero adaptado a los tiempos modernos. La instalación en realidad no es más que "un 'montón de nieve con una rampa llena de andamios que lleva a ella". Está construido al pie del trampolín y es como si se hubiera necesitado prácticamente una llave de tubo, un destornillador plano y un par de viajes a la ferretería para montar todo eso. Aparentemente es mucho más barato que el trampolín, y la semana que viene ya no habrá ni rastro de todo eso.
Todo parece hecho tan de bricolaje que los participantes tienen que subir cargados con su tabla varios tramos de escaleras antes de comenzar su prueba. Mucho más espartano que el acceso por ascensor que tienen los participantes del trampolín. Algunos deportistas que han estado entrenando estos días, bromeaban acerca de que deberían haberse puntuado también el tiempo en subir las escaleras, en una suerte de Combinada.
Aunque las dos disciplinas comparten la misma idea básica, personas que usan rampas para saltar cosas, la experiencia para el espectador es distinta. El trampolín es más aburrido y el único aliciente es ver si alguien se pega una torta espectacular. El Big Air tiene la mitad de peligro, pero una gran dinámica de movimientos y habilidad.
Es la X-Winterización de los Juegos Olímpicos. Deportes sencillos y divertidos deben empezar a ser lo protagonistas, dejando aparte otros como el biathlon, que pese a que requiere de una habilidad y destreza (apuntar a una diana con el pulso a 100 por hora después de haber recorrido varios kilómetros en esquí de fondo requiere una gran proeza) es probable que pocos entiendan de qué va, como la Combinada Nórdica, (trampolín + salto). No hay nada de malo en estos deportes como tal, pero a nadie le importan. Existen solo por su brillo olímpico.
Once medallas se entregarán en Pyeongchang para Biathlón, y solo dos para un deporte de masas como es el hockey. Eso no tiene ningún sentido, pero es la razón por la cual el Biatlón todavía sigue vivo. Y porque no tienes que construir unas instalaciones específicas para poder disputarlos. Solo necesitas un trazado de esquí y un lugar para apoyar las dianas. Todo lo contrario del costoso Salto de esquí. ¿Por qué el COI continúa con esto? Inercia e influencia...
No se sabe cuantas personas pagaron la entrada para ver los saltos de trampolín pero si se sabe que para el Big Air costó encontrar un asiento. Se vendieron unas 30.000 localidades al pie de la estructura de 42 metros de altura. Los y las deportistas que ya han entrenado, estiman que han llegado a bajar por la rampa a 60 km/h para poder alcanzar una altura de salto de seis metros y un vuelo de 20 metros más. El sueco Kevin Backstrom decía,
De momento solo está en Snowboard, tanto hombres como mujeres. Pero no es casualidad. Es el deporte que el COI buscó hace 20 años para rejuvenecer la audiencia, debutando en Nagano 1998 con el Slálom Gigante y el Half-Pipe. El Big Air es la quinta disciplina olímpica para los riders de la tabla ancha, pero es la que tiene la pinta que vaya a tener más éxito. Los propios snowboarders reconocen que incluso sienten al público más cerca, a diferencia del Slopestyle, donde siguen una linea de barandillas y módulos. Aunque a espectáculo tampoco le gana nadie al SnowboardCross donde Regino se llevó la primera medalla olimpica de invierno para España en 26 años.
Un salto con las proporciones exactas de la rampa del Big Air de snowboard, que hace su debut olímpico en Pyeongchang, no existe en la naturaleza. Debe ser construido. Y así al menos de una docena de veces al año, en espacios que van desde estadios hasta aparcamientos. Equipos de ingenieros impecablemente coordinados, proveedores de hielo, fabricantes de nieve, operadores de grúas, aparejadores, montadores, diseñadores de andamios.... cualquier se puede hacer una idea ahora de lo que es montar esa rampa.
Y en los Juegos de Invierno de este año, del 19 al 24 de febrero, los practicantes de snowboard de todo el mundo se lanzarán desde una de las rampas aéreas más grandes jamás concebidas. 42 metros. Todo un record.
Como estas grandes rampas son temporales, se diseñan especialmente para adaptarse a las condiciones particulares del sitio. Como resultado, cada una se construye de forma un poco diferente, pero comparten una anatomía estándar. En la parte superior de la estructura, a unos 45 metros de altura, se encuentra la cubierta, un área de preparación plana donde los participantes esperan para realizar sus saltos. Luego está lo que se ha bautizado como inrun, la caída larga y vertiginosa, en un ángulo de entre 38 y 39 grados, que los atletas descienden para ganar velocidad acelerando a velocidades hasta 65 km/h. Y luego está el Kick, una elevación brusca en la parte inferior del inrun, que lanza al rider al aire.
Y no menos importante es la rampa de recepción. Hay que tener en cuenta que el deportista llega de un salto de más de 7 pisos, asi que hay que facilitarle la llegada al suelo para que no se de un tortazo olímpico. La ubicación es crucial.