La inversión es alta, y más para una estación que vice exclusivamente de la venta de forfaits, y del alquiler de explotacion de un restaurante en la cota 3200, justo a la salida del remonte. Por eso Sata busca fórmulas para lograr más ingresos sin cambiar el caracter de una estación totalmente enfocada al freeride, y donde no se pisa ninguna pista, a excepción de un par en la zona más alta, donde está el glaciar que se abría antiguamente.
La primera sección del teleférico (Ruillans 1) se construyó en 1971. Es la que une el pueblo a 1470 metros, con la cota 2400. El segundo tramo (Ruillans 2) se levantó en 1977, llevando a los esquiadores hasta los 3.200 metros. Lo construyó el ingeniero Daniel Creissels, quien se retiró el pasado mes de junio, y que fue la única persona que logró hacer mínimamente viable la estación.
Sata tiene ahora la gestión de la estación para los 30 años. No solo debe sacar algo de beneficios, sino que además se ha de gastar unos 20 millones en renovar y ampliar el teleférico. Como La Grave no tiene pie de pistas, sino que cuando llegas abajo acabas literalmente en un solar y para volver al remonte has de coger un camino y unas viejas escalera de piedra, no se puede rejovar restaurante alguno ni construir nada. Tampoco hay servicio de alquiler de material o escuela de esquí. De todo eso se encargan los pequeños comercios repartidos por el pueblo. Tampoco hay hoteles con spas, ya que una filosofía que no encaja con lo que es La Grave.
Así que Sata quiere potenciar las visitas de peatones, los que vienen a contemplar el paisaje y no a esquiar. Es un tipo de cliente que ya existe, pero apenas es un 3% del total las de las ventas. La empresa quiere incrementar este porcentaje notablemente siguiendo más o menos el modelo de L'Aguille du Midi pero sin caer en un Disneyland de altura.
Para ello, y para que sea realmente atractivo subir alli arriba a los clientes sin esquís, se deberá completar también la tercera fase del telecabina (Ruillans 3). Siempre estuvo en el proyecto original, pero nunca se pudo llegar a completar por falta de fondos. Los ingresos apenas daban para pagar sueldos y mantenimiento de instalaciones.
Este tercer tramo del remonte, deberá llegar hasta lo que se llama Dôme de la Lauze a 3.600 metros de altitud. Alli el turista podra observar una panorámica de 360º de los Alpes. La renovación del telecabina y la construccion de esta fase extra, tendrá un coste de unos 20 millones de euros.
La inversón es alta, pero esto no amilana a Sata, quien además está diispuesta a cambiar el telesquí del glaciar por un telecabina. Este remonte cada vez es más complicado que sea operativo. De los 100 días que se abre, realmente está en marcha la mitad, ya sea por exceso de nieve, o por falta de ella. O por la niebla, o el viento. Un telecabina resolvería gran parte de estos problemas ampliando su temporada efectiva. Esto tendrá un coste de 10 millones de euros más.
Y finalmente la tercera parte de las inversiones se hará en las propias terminales del telecabina, las situadas en las cotas 1.470 en el pueblo, la de 2.400 a mitad del actual recorrido, la de 3.200 que es donde acaba ahora, y la futura de la cota 3.600. Se pretende crear puntos de restauración, museos y puntos de vista panorámicas en cada tramo para que el turista tenga una razón para ir bajando y tener una experiencia de viaje más positiva. En la estación intermedia por ejemplo, se quiere colocar un muro de escalada ne hielo.
De momento para ir abriendo boca, ya han colocado dos webcams panorámicas para que se pueda ir viendo lo que en un futuro cualquiera podrá tener en sus pies, aunque no lleve esquís...