Las montañas que acogen a Stryn reciben tanta nieve en invierno, que es prácticamente imposible mantenerlas en condiciones para poder abrir cada día. Una vez llega la primavera y las nevadas empiezan a remitir, el servicio de carreteras de Noruega comienza la limpieza de los accesos mientras los operarios también hacen lo mismo en las instalaciones. Desentierran remontes, balizan las pistas y preparan las infraestructuras para acoger a los aficionados y sobretodo a equipos de esquí y clubes de media Europa que llegan para hacer sus primeros entrenamientos post-temporada.
La situación contrasta con el año pasado, cuando había muchísima nieve en la carretera, además acumulada por sucesivas nevadas, lo que hizo que se apelmazara en exceso, hasta el punto que la máquina que tenía que retirarla se rompió y el contratista no pudo traer otra hasta pasadas unas semanas perdiendo casi la mitad de la temporada.
La apertura antes de lo programado es un soplo de alegría para el nuevo dueño, Idar Aaboen, un antiguo trabajador de Stryn, quien compró la estación hace dos años después de que los anteriores propietarios se declarasen en quiebra. No obstante el año pasado pese a haberse perdido media temporada, se ingresó 1,5 millones de Coronas (161.000€) y se cerró con 35.000 Coronas de beneficio (3.770€).