Pero a los estonios les gusta el esquí. Principalmente el nórdico lógicamente, obligados por las circunstancias, pero también hay afición al alpino, que se puede practicar en cuatro estaciones. Una de ellas destaca por una particularidad: está montada sobre una montaña que hasta hace unas décadas no existía. Se trata de una de esas colinas que se han ido formando con los restos de la pizarra bituminosa.
Estonia es uno de los principales países europeos extractores de aceite y petróleo bituminoso. De los 18 millones de toneladas de roca que se trabaja cada año, la mitad acaban en deshechos. La otra mitad se convierte en energía para alimentar los 1,3 millones de hogares del país. La mayoría de estos restos se amontonan en la región de Ida-Viru, situada al noreste, dejando un sucio testimonio de esta industria.
Pero una de estas montañas tiene un aspecto distinto ya que allí se ha montado un centro de actividades deportivas. Llamado Kivioli Adventure Center Ski and Motocross Resort, fue idea de un universitario de Tallin, la capital de Estonia, y allí se puede practicar en verano actividades como el motocross o el mountain-bike, y en invierno se puede practicar deportes de invierno, sobretodo el que se hace en el snowpark, aunque tiene alguna pista de esquí alpino, incluso se hacen carreras.
El cerro, situado en la ciudad de Kivioli, está formado por mas de 6 millones de toneladas de semicoke depositados allí por la refinería entre los años 1928 y 1967. El semicoke es considerado peligroso porque contiene elementos orgánicos inflamables que pueden arder si se dan las circunstancias. Kivioli significa 'roca de aceite' y la población fue fundada en 1922 con la apertura de una de las primeras refinerías de esquisto de Estonia. Vivió su momento de apogeo cuando su aceite servía de combustible para el imperio soviético, pero cuando cayó al Unión Soviética la fábrica se tuvo que cerrar, y con ella perdió mucha población. Con tan solo 5.800 habitantes frente a los mas de 14.000 que tenía en la década de los '80, iba camino de convertirse en una ciudad fantasma del pasado soviético.
Hace 13 años, Janek Maar tras graduarse en la Universidad de Tallin, empezó a usar aquella colina en invierno para tirarse con su tabla de snowboard. En cuanto empezaba a nevar aquella sucia montaña se convertía en una bella colina blanca. Pero la bajada de unos 400 metros, apenas duraba 20 segundos, mientras que invertía mas de dos horas en subirla. Por eso pensó primero en poner algún remonte que le subiera hasta arriba.
Entonces se reunió con Kaja Kreisman, una concejal de Kivioli, que llevaba toda la vida a la sombra de aquella colina artificial, que había contaminado el río, matando a todos los salmones que en su momento alimentaba a la industria pesquera de la ciudad. Y también había sido testigo de como el declive de la industria bituminosa había convertido la en su momento bulliciosa ciudad, en un testigo mudo del pasado soviético, que había empujado a los jóvenes a emigrar a otras partes del país.
Aquella idea podía atraer de nuevo a la juventud, y de paso crear puestos de trabajo en la ciudad. Pese a todo esto, llevar a cabo el proyecto les llevó nada menos que 13 años entre estudios geológicos y ambientales para que las autoridades declararan que era seguro esquiar allí. Para ellos tuvieron que sellar la colina entera con 20.000 metros cúbicos de tierra natural.
Todos estos trabajos, estudios, mas la construcción de un hotel de 30 camas, un centro de convenciones y poner remontes y crear las pistas, les costó 6 millones de euros, la mayoría financiados con fondos de la Unión Europea, y el resto con ayudas del empresariado local.
Ideado desde el principio como un centro para todo el año, ahora trabajan 30 personas a tiempo completo, que se refuerzan en la época fuerte de la temporada de esquí, y en los meses centrales de verano. Además, no solo se ha vuelto muy popular entre los habitantes de Kivioli y la región, sino que ha atraído a turistas de fuera. Por fin, la imagen negativa de aquella ciudad, se fue olvidando.
Este invierno Tourest, la mayor organización turística de la región del Báltico, ha nombrado a esta vieja colina de ceniza como el "Mejor Promotor de Turismo de 2013", y este próximo mes de Agosto 5.000 amantes del motocross de 15 países se reunirán en la pequeña montaña para bajar en el primer "Campeonato Mundial de Motocross" que organiza Estonia.
El éxito de este centro, ha animado a otras poblaciones a reutilizar las montañas con residuos de pizarra bituminosa. Algunas se están plantando bosques, en otras se crearán parques de aventuras, e incluso se ha montado un parque de turbinas eólicas. No obstante la cantidad de residuos difuminados por el país es enorme, pero el Ministerio de Energía está dispuesto a seguir apoyando cualquier iniciativa que permita, sino eliminarlas, al menos convertir estas montañas artificiales en algo público y positivo para la ciudadanía.