La estación no ha querido perder la ocasión, y ha doblado los precios del forfait. La estación es pequeña, pero en los días claros permite esquiar a una altura de 2.000 metros rodeado de público de habla rusa mayoritariamente. Experimentar el esquí local tiene un precio de 3.000 rublos estos dias (63 euros).
Ha sido una de las estaciones que el Gobierno ruso quiso internacionalizar, así que las instalaciones son en general modernas y enfocadas a un público amplio, pero las estaciones de Sochi se han llevado todas las miradas. Así que Gornaya Karusel se ha quedado vacía y con algunas infraestructuras por terminar, y se ven restos de obras por todas partes, un 'deporte nacional' que ya se encontraron periodistas y atletas también en Sochi cuando llegaron el primer día.
Para los que no han logrado entrar a Rosa Khutor, sede principal de los Juegos Olímpicos, Gornaya Karusel es un buen reflejo de lo que está siendo el despertar ruso por el esquí. Donde antes no había nada, han querido crear todas unas infraestructuras a toda velocidad, pretendiendo hacer en 5 años lo que en Europa y Norteamérica se han tardado décadas.
El único restaurante clava literalmente a los turistas por un tazón de caldo, por lo que muchos prefieren esperar y salir a tomar un café en los bares de los alrededores.
El intento de modernizar las instalaciones para hacerlas internacionales con la falta de tiempo, da lugar a situaciones tan rocambolescas como que los camareros tomen nota con iPads, mientras las paredes están por revestir. Además muchos de ellos no saben ni inglés.
No obstante en general los que la han visitado y han ido colgando sus impresiones en Twitter coinciden en que la montaña tiene posibilidades.
Y mientras esto llega, la estación aprovecha la situación, y hace su Agosto particular...