En el caso del esquí y el snowboard, subrayan que implican un
sobreesfuerzo en la zona inferior de las extremidades que puede acarrear serios problemas como sobrecargas o problemas musculares y que, por este motivo, es importante llevar el calzado adecuado e imprescindible calentar antes dado que las botas de esquí impiden realizar todos los movimientos fisiológicos del pie.
Los podólogos remarcan asimismo que las personas que
usen plantillas al caminar también deben utilizarlas con las botas de esquí y advierten que no llevarlas supondría aumentar presiones y fuerzas anómalas que podrían lesionar el pie o incluso las rodillas.
Según las mismas fuentes, también es importante el uso de
calcetines de un grosor adecuado para esquiar y que las botas acolchen y protejan los tobillos del usuario.
Abrochar las botas de esquí y no dejar en el maletero
Además, apuntan que las botas deben
adaptarse a la forma de los pies e incluso a los cambios de temperatura dentro de ellas, por lo que hay que reabrocharlas cada poco tiempo para evitar que se desajusten con los movimientos y los cambios de volumen de los pies.
También recomiendan
no dejar las botas en el maletero del coche una noche entera porque esquiar con unas botas frías puede producir lesiones.
Pediluvios de agua fría alternados con agua caliente
Los especialistas recomiendan que, tras la práctica del ejercicio, se realicen
pediluvios de agua fría alternados con agua caliente y finalmente fría, secarlos bien y aplicar después una crema desfatigante e hidratante para estimular la circulación y mantener en condiciones óptimas los pies del deportista.