¿Como escondes dos torres de 40 plantas visibles desde varios kilómetros a la redonda? Pues este fue el encargo que hicieron los nuevos dueños de la estación de esquí de Alpha Tomamu, situada en la isla más septentrional del Japón, y a poco mas de una hora en coche del aeropuerto internacional de Sapporo. Los valientes que aceptaron fueron los diseñadores del estudio de arquitectura Klein Dytham de la nipona localidad de Shibuya.
Por mas que puedan impactar, estos dos edificios de 121 metros de altura se han convertido en todo un símbolo del complejo invernal, y no hay foto o vídeo que no salgan. De hecho aparecen incluso hasta en el plano de pistas. Ante tanta popularidad, se tuvo que descartar demolerlas para hacerlas desaparecer del paisaje. La solución pasó por camuflarlas. Pero la zona es un lugar boscoso, con un tipo de árbol que cambia mucho de color dependiendo de la estación del año, además de tener competir con el blanco de la nieve durante el invierno.
Otro problema era que el tipo de material con el que se hicieron las paredes con unos azulejos que con la humedad y el frío caían regularmente, así que la zona de abajo estaba revestida de redes de protección. Pese a todo las torres, convertidas en parte en hotel, tienen un encanto especial, primero por las vistas, y segundo porque son tan altas que a menudo las nubes de tormenta se quedan por debajo de los pisos superiores, así que mientras los esquiadores pueden pasar una jornada de tormenta, los clientes alojados más arriba disfrutan de un día soleado.
Finalmente se tuvo que tomar una decisión salomónica: Una torre satisfaría a los caprichos del verano, y la otra la del invierno. La primera tendría una degradación de colores que pasaría del negro al blanco, y la otra del verde al blanco. Uno de los edificios se terminó en 2010, y el otro se acabó hace unos meses, a punto para la actual temporada. Pese a todo, Klein Dytham tampoco quiso que se hiciesen 'invisibles del todo' y por eso insertó una serie de paneles rojos por los laterales. Su inspiración, afirman, proviene de los árboles de Navidad, solo que en lugar de animar a la gente una vez al año, lo harían todos los días.
El extraordinario tamaño de los dos edificios y los paneles de diferentes colores colocados por los diseñadores produce una imagen curiosa en el mundo real, ya que cuando las ves parece que estén pixeladas, como una foto de un ordenador aumentada varias veces!
Este tipo de proyectos ha requerido nuevos conocimientos hasta ahora no introducidos en Japón, y por ejemplo el aislamiento externo ha tenido que ser contratado a una empresa canadiense. Esto debe haber tocado mucho la moral a un país acostumbrado a no tener que pedir ayuda al exterior. Quizás por eso muchas empresas niponas han estado muy atentas a los trabajos para aplicarlos en otros edificios de similares necesidades.
Después de varios años en que las torres Alpha Tomamu se habían convertido en todo un monumento a los años negativos del desarrollo económico del Japón de los '80, se ha logrado reconvertirlos en un punto de referencia positiva, no solo en el paisaje del área, sino en la construcción japonesa. El edificio además está dotado de los más adelantos tecnológicos y medioambientales, con los que no solo logra concentrar a un buen número de personas en un solo lugar eliminando el impacto de un desarrollo urbano diseminado por la zona, sino que evita emisiones nocivas a la atmósfera.