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Última actualización: 19/04/2024 a las 09:26:02 (CET)

De esquís y esvásticas

De esquís y esvásticas
Cuentan las crónicas que el 6 de febrero de 1936 nevaba copiosamente en Garmisch-Partenkirchen, un pequeño pueblo de la montaña bávara, cerca de la fr
Cuentan las crónicas que el 6 de febrero de 1936 nevaba copiosamente en Garmisch-Partenkirchen, un pequeño pueblo de la montaña bávara, cerca de la frontera con Austria, mientras una multitud asistía fascinada a la inauguración de los IV Juegos Olímpicos de Invierno, que estaban presididos por lo más granado de la jerarquía nazi.

Los atletas desplazados desde todo el mundo saludaban al pasar por delante de la tribuna donde el führer Adolf Hitler contemplaba orgulloso el éxito de su organización, olvidando que él mismo había calificado pocos meses antes los Juegos Olímpicos como una «invención de judíos y de masones», declarando de paso que su Gobierno nunca patrocinaría un evento de ese tipo.

Hitler en las Olimpiadas
Hitler en las Olimpiadas de Garmisch-Partenkirchen'36.
Finalmente, su ministro de la Propaganda, el habilísimo Josef Goebbels, pudo convencerlo de que este tipo de actos podían convertirse en el mejor escaparate para demostrar la 'superioridad de la raza aria' y la efectividad del nuevo orden y, para vergüenza de los países civilizados, a pesar de que en 1935 se habían aprobado las leyes de Nuremberg, que privaban a los judíos de sus derechos civiles en Alemania, el Comité Olímpico Internacional (COI), que había autorizado en 1931 la celebración de las competiciones, cuando Alemania aún era un país democrático, decidió confirmar la designación. Sólo se pusieron dos condiciones: el respeto a la Carta Olímpica y la exigencia de que durante las pruebas deportivas no se haría propaganda antihebrea.

El día de la inauguración se dieron cita en el lugar cerca de un millar de atletas de 28 países y 150.000 espectadores que habían llegado cómodamente y con puntualidad germana en los transportes especiales fletados por los anfitriones, que demostraban así su capacidad organizativa. Por aquel entonces todos conocían de sobra que el régimen nazi era totalitario y dictatorial, pero nada hacía presagiar los excesos que se cometerían poco después. Seguramente por eso, salvo las delegaciones de Estados Unidos, Estonia y Finlandia, todos los demás desfilaron levantando el brazo para complacer a aquel hombrecillo uniformado que unos años más tarde se convertiría en la mayor pesadilla de la historia de la Humanidad.

Espectadores en Garmisch-Parterkinsen
Miles de especatadores no se quisieron perder la inauguración de los Juegos


De cualquier forma, el aparato de propaganda alemán, el único autorizado a registrar las imágenes de la ceremonia, se encargaba de filtrar la información para que diese la impresión de que había unanimidad y los cinco continentes rendían pleitesía a su líder.

Desfile en las Olimpiadas de Garmisch'36
Así saludaron la mayoría de los países en Garmisch'36
Cuando le tocó desfilar a España se produjo una de esas fotos excepcionales y anacrónicas que son difíciles de interpretar a la luz de lo que nos han hecho estudiar. Nuestros esquiadores, que marchaban igual que los demás cumpliendo con lo que consideraban como una cortesía hacia el país de acogida, reverenciando a la esvástica con el saludo a la romana, iban precedidos por un apuesto joven que portaba la bandera nacional, la tricolor por supuesto, símbolo del Estado republicano que éramos entonces. El abanderado era un deportista asturiano, Chus Valgrande. A Jesús Suárez Valgrande, «Chus Valgrande», le llamaban en aquella época «el galgo de Pajares», y aunque había nacido en Gijón en 1912 vivía vinculado a la cuenca del Caudal, especialmente a la montaña del concejo de Lena (su padre era oriundo de Flor de Acebos) y a Mieres, donde acabó estableciendo su domicilio. Él fue el primero en darse cuenta de la riqueza económica y deportiva que podía obtenerse de la nieve y compaginó estas dos actividades en su pequeño mundo del puerto. Allí volvió tras la muerte de su progenitor para encargarse del pequeño pero popular hotel familiar junto a su madre y sus 15 hermanos, dedicando todo su tiempo libre a la práctica del esquí.

Desfile en Garmisch-Parterkinsen
Desfile de los países en los Juegos de Garmisch de 1.936


Prueba en Garmisch'36
Las pruebas se seguian a pie de pista literalmente.
Valgrande llegó a ser campeón de España absoluto, pero su especialidad estuvo en el esquí de fondo, donde llegó a acumular siete títulos nacionales antes de su retirada, en 1945. Desde ese momento no cesó en su actividad como presidente de la Federación Asturiana y también posteriormente del Comité Nórdico de Esquí, y tampoco dudó en asumir las más altas responsabilidades del turismo y el deporte asturiano -con un éxito indudable- durante el último franquismo.

Era lo que algunos pedantes llamarían «un deportista nato», criado en un ambiente en el que la nieve formaba parte de lo cotidiano y de la que participaba toda la familia, hasta el punto de que dos de sus hermanas, Conchita y Virginia, también fueron campeonas nacionales en la España de la posguerra, y a pesar de todo siempre vivió de su trabajo como empresario del transporte.

La comparación con otras sagas de deportistas de élite que vemos frecuentemente en las televisiones obvia cualquier comentario. En febrero de 1936, el mismo día en que se clausuraban los Juegos de Invierno de Garmisch-Partenkirchen, el Frente Popular ganaba las elecciones en España y en los cuarteles comenzaba a engrasarse la maquinaria para el alzamiento militar que iba a iniciar la guerra más cruel de la historia del país.

Finalmente, aquellas Olimpiadas supusieron la victoria de Noruega, consiguiendo Alemania el segundo puesto y con una representación española muy discreta, pero el éxito de su organización animó al Comité Olímpico Internacional para ceder de nuevo a los nazis la responsabilidad de los de 1940, a pesar de que inicialmente la favorita era la estación suiza de St. Moritz.

Estadio de Garmisch-Parterkinsen
Estadio de Garmisch-Parterkinsen


Maqueta del escenario de Garmisch-Parterkinsen
Maqueta del escenario de Garmisch-Parterkinsen de 1.936

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2 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    06/02/2007 19:06
    #1
    Esa bandera tricolor!

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  • #2
    Fecha comentario:
    07/02/2007 13:18
    #2
    Bonita clase de historia

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