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Última actualización: 19/04/2024 a las 13:17:00 (CET)

Los glaciares aragoneses lanzan un desesperado grito de socorro

Los glaciares aragoneses lanzan un desesperado grito de socorro
Los glaciares del Pirineo aragonés, los únicos existentes en las cordilleras nacionales, se funden a un ritmo tan rápido que llegarán a desaparecer en

Los glaciares del Pirineo aragonés, los únicos existentes en las cordilleras nacionales, se funden a un ritmo tan rápido que llegarán a desaparecer en algo más de quince años. Estas grandes masas de hielo, declaradas Monumento Natural por las Cortes de Aragón en 1990, y con una protección recientemente ampliada para evitar cualquier acción que pueda comportar la destrucción, deterioro o transformación de sus características, se derriten a pasos mucho más agigantados de lo esperado, según los estudios científicos.



La voz de alarma la han proporcionado los datos recogidos en forma de libro en el número extraordinario del Boletín Glaciológico Aragonés, una evolución de los glaciares pirenaicos aragoneses desde 1880 a 1999 a través de 325 fotografías. Unos índices estremecedores que vienen a sumarse al grito dramático de los 100.000 glaciares que conforman la reserva de hielo de la Tierra, cuya pérdida de masa es consecuencia directa del calentamiento del planeta y el cambio climático provocado por el hombre.



Un trabajo realizado por Javier Chueca y Asunción Andrés, del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, institución que junto con la Diputación de Huesca (que ha prestado su fototeca) y el Gobierno de Aragón han hecho posible esta publicación, coordinada por Fernando Biarge y de cuyo archivo proceden el 49% de las espectaculares imágenes.




REDUCCION BRUTAL



Según este estudio, en la denominada Pequeña Edad de Hielo (años 1820-30) la extensión de los glaciares pirenaicos abarcaba 1.205,2 hectáreas, y en la actualidad, es decir, a finales del 2002, sólo subsisten unas 300 hectáreas. Esto supone una regresión en torno al 70-80%. Pero, si comparamos las 500 hectáreas que existían en 1992 con estas 300 actuales, la disminución en estos últimos diez años ha sido del 40%, lo que significa que --si se mantienen las condiciones climáticas actuales-- dentro de una década, en el 2012, tan sólo persistirán unas cien hectáreas.



Una cantidad demasiado pequeña como para dotar al glaciar de una capacidad de respuesta suficiente a las agresiones. Ello implicará una regresión todavía mayor, llegando a su desaparición completa entre los años 2015 y 2020. El resultado es que no será necesario esperar a la fecha anunciada del 2050 para ver cómo se esfuma este recurso natural de primer orden.



Las repercusiones de esta nueva situación serán inmediatas. Fernando Biarge asegura, por ejemplo, que de ser así, las estaciones de esquí tendrán que desplazarse a cotas más altas, los caudales de los ríos descenderán --por lo que debería ser tenido en cuenta a efectos del polémico trasvase del Ebro--, los riegos se verán afectados, etc.



Este grito de socorro se lanza coincidiendo con el año internacional de las montañas y los 200 años del comienzo del pirineísmo. Será una lástima que lleguemos tarde.


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