Salimos de Verbier el domingo 1 por la tarde. Dejábamos atrás los esquís de 120mm de patín y las hamburguesas a 22 euros de Suiza para sumergirnos en la cultura alpina más tradicional. Para llegar a nuestro primera parada, St Anton, tuvimos que superar el mítico Arlberlg Pass. Nevaba copiosamente, y cada uno pasamos el puerto como pudimos. Nosotros recurriendo a nuestras cadenas, con los habituales imprevistos (rotura de varias partes y reparación con bridas) y el equipo de Safe (Pablo y Sam) haciéndose todo el puerto marcha atrás para conseguir un mínimo de adherencia.
Tras amanecer a pie de pistas, seguía nevando, con visibilidad baja tendiendo a nula, por lo que tras el paseo de rigor por las emblemáticas calles de St Anton decidimos salir antes de comer hacia Gastein, para aprovechar allí los dos días de esquí antes de la ISPO. Como Pablo y Sam ya conocían la zona de anteriores escapadas, nos llevaron a una pizzería conocida, donde los dueños nos dieron la bienvenida y nos atendieron con esa hospitalidad tan cercana que sólo consiguen los austríacos.
Bad Gastein significa Baños de Gastein, pues la zona es conocida por sus famosas aguas termales. Nuestro plan de esquí pasaba por esquiar el martes en la zona de Gastein, saliendo desde Angertal (1175m). Con solete y buena visibilidad fuimos recorriendo la estación, disfrutando de pistas con mucha pendiente y nieve dura, en tramos muy dura. Aunque en general la temporada en esta zona de los Alpes no ha sido buena, la estación estaba a pleno rendimiento, con todas sus pistas abiertas y preparadas. Eso sí, nos pareció que había mucha gente, y tras indagar un poco nos informaron que habíamos coincidido con una semana de vacaciones regionales.
Por la tarde fuimos directamente a experimentar por nosotros mismos los beneficios de las aguas termales. El complejo se llama Alpentherme, está situado en Bad Hofgastein y tiene varias zonas. Nuestro recorrido comenzó en la piscina al aire libre, con la maravillosa sensación de sentir las temperaturas bajo cero en la cara mientras el cuerpo está cálidamente sumergido. De ahí a los toboganes, ha hacer un poco el "cafre": carreras por el tobogán individual (al llegar abajo puedes ver tu tiempo en una pantalla) y piques en el tubo más grande, luchas encarnizadas para no llegar el último y tener que pagar la correspondiente ronda de cervezas. Para relajarnos y volver a la calma, nada mejor que el baño turco y la sauna, desde la que puedes revolcarte en la nieve al más puro estilo nórdico.
El segundo día de esquí atacamos Sportgastein (1590 m). A esta zona se accede tras unos kilómetros de carretera sinuosa. Sólo hay dos remontes, una percha y una cabina con dos paradas, que te lleva hasta la cima del Kreuzkogel (2686 m). Con diferencia la zona que más nos gustó, la zona alta son pistas con pendientes medias, para exprimir al máximo nuestros afilados cantos. En la zona baja la inclinación es máxima, por lo que el giro corto derrapado se convierte en casi obligado.
Nos repusimos de la jornada de esquí con una tradicional comida en la base de la estación, salchicas, snitzchel (pavo empanado) y patatas. Por cierto a unos precios muy razonables, unos 10 eur por persona. Con el estómago lleno y las piernas cansadas introdujimos las coordenadas de Münich, donde al día siguiente (jueves) arrancó la ISPO, la mayor feria de esquí y outdoor del mundo.