Los troncos son el mastil de los árboles y de muchos arbustos. Transmiten fuerza, vigor y son como la columna colosal de muchos vegetales que nos miran desde su altura y nos acompañan en los paseos por el bosque, la dehesa o la paramera que, aún medio pelada, siempre presenta algún arbusto para darnos sombra, cobijo, protección y referencia.
A principios de otoño y a falta de nieve, la naturaleza nos ofrece muchos motivos para disfrutar. Pasear por los bosques o por cualquier sitio donde encontramos algún árbol, aunque sea aislado, nos da la oportunidad de admirar su parte más recia y fuerte: el tronco. Visible ya que está la aire a diferencia de las raíces y permanente ya que a diferencia de algunas hojas no se cae. Troncos rectos, torcidos, retorcidos y, a veces, atormentados, con caras y formas, con personalidad, algunos mastodónticos y otros largos y delgados; oscuros, claros, de piel fina o con ásperas cortezas. Pero en cualquier caso, troncos que sujetan ramas, que surgen de la raíz hacia le cielo y nos observan impasibles en nuestros paseos. Incluso, si sabemos escuchar, nos hablan de todo lo que han visto y vivido a lo largo de su historia a veces centenaria y hasta milenaria. Troncos que merecen todo el respeto y admiración porque su veteranía lo exige.
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ADVERTENCIA: los deportes de nieve entrañan riesgos, la montaña es un entorno cambiante y a veces peligroso. NIX advierte de la necesidad de practicar estos deportes con experiencia sobrada, conocimientos técnicos, material adecuado, técnica suficiente y acompañados de guías UIAGM o monitores de esquí/snowboard titulados.
