Los manchones blancos que vemos desde los valles pirenaicos, asturianos o cántabros, desde la ciudad de Granada, desde Segovia, Béjar, Barco de Ávila o Madrid no son lo mismo. En términos generales podemos decir que hay manchas de nieve que las llamamos neveros en la mayoría de las zonas, ventisqueros en Sierra Nevada, congestas en el Pirineo Oriental y son eso, restos supervivientes de la nieve del invierno. Por lo general, sobre todo en Gredos y Picos de Europa suelen estar en zonas muy sombrías y encajonadas bajo paredes de roca. Están formados por la nieve acumulada por la precipitación, por el viento y, sobre todo, por restos acumulados de las avalanchas, que depositan una nieve tan compactada que es capaz de resistir el calor y la lluvia durante meses.
Neveros, heleros y glaciares
Pero también hay otras manchas blancas que no son nieve sino hielo, a veces cubierto de nieve y, al final del verano, sin nieve superficial que más que blancas pasan a ser grises, estas manchas son los heleros. Un helero es el residuo de hielo fósil que permanece de lo que fue un antiguo glaciar, son los últimos restos inertes de un extinguido glaciar. Los heleros no son nieve sino hielo, aunque normalmente estarán cubiertos de nieve que puede llegar a desaparecer con el paso del verano. Al ser los últimos restos de un glaciar, siempre se encuentran mezclados con numerosas partículas y grandes restos minerales (tierra, piedras, rocas) que aparecen cuando la capa de nieve superficial se derrite. Incluso los hay con más restos de piedras y rocas que de hielo como el helero del Corral del Veleta que en años de mucha sequía y calor ha llegado casi a desaparecer, permaneciendo sólo el hielo oculto o semisoterrado entre las piedras, y quedando el hielo prácticamente oculto bajo el material de derrubio.
Los glaciares, que sólo existen en las zonas más altas del Pirineo, son más que manchas, grandes campos blancos que a pesar del proceso de regresión que sufren, aún los hay que ocupan algunas hectáreas de superficie y tienen decenas de metros de grosor como los glaciares del macizo de las Maladetas, Vignemale y Monte Perdido. Se puede decir que sólo en el Pirineo hay glaciares, en el resto de nuestras montañas cualquier mancha de nieve será eso, un resto de nieve endurecida. Las únicas dos excepciones que resultan tan curiosas como interesantes, las encontramos en el helero del Corral del Veleta (Sierra Nevada) y los heleros de Picos de Europa de los que se cuentan hasta siete además de un par de neveros que no consta que hayan desaparecido nunca. Quizás el más importante y conocido sea el helero del Jou Negro (Macizo Central de los Picos de Europa).
Las manchas de nieve son un indicador de la nieve que hubo en la temporada de nieve y también una difusa y poco científica referencia más para poder calificar a un verano como normal, caluroso o fresco; pero aún siendo tan poco exacta, sirve para poder evaluar cómo fue la climatología del año. En nuestras latitudes que los neveros aguanten hasta agosto o incluso lleguen a empalmar con las nieves otoñales es casi un milagro por debajo de los 2.500 metros en el norte peninsular y 3.000 en el sur. En general, podemos decir que la tendencia de los neveros y de las nieves perpetuas, así como los heleros y glaciares españoles es a la regresión por efecto del lento pero constante calentamiento que sufre todo el Planeta.
Por último, añadir que el proceso de regresión o aumento (si lo hubiese) de heleros o glaciares es mucho más lento y progresivo, ya que el hielo es mucho más resistente a la fusión y lento en su formación. Un período de cinco o diez años es el mínimo necesario para poder evaluar la evolución general de un glaciar o un helero. Sin embargo, los neveros formados por nieve más o menos compactada, se mantienen o desaparecen en un periodo muy corto de semanas o meses. Ya que la nieve es mucho más perecedera y la capa de nieve sufre muchas variaciones de una temporada a otra.
Los otros "neveros" y las neveras
También recibían el nombre de “neveros” las personas que se dedicaban a almacenar y transportar la nieve desde las montañas hasta las ciudades o los valles. una profesión que, hasta la aparición del frío industrial (Charles Tellier 1.867), se mantuvo a lo largo de la historia en todas las culturas y civilizaciones. La nieve y el hielo han sido siempre el mejor conservante de alimentos, por lo que especialmente desde el siglo XV al XIX el negocio relacionado con el almacenamiento, transporte del hielo y propiedad de las zonas de acumulación fue una actividad económica de suma importancia.
En las montañas, a los ventisqueros naturales era frecuente que les añadiesen muros a manera de presas para que la captación de nieve fuese mayor. En Guadarrama todavía son visibles estos muros de finales en algunos ventisqueros como el de La Condesa, muy cerca de la cumbre de Guarramillas (Bola del Mundo). En sitios donde la nieve aguantaba mucho, la recogida de la nieve se hacía directamente de los neveros o ventisqueros, de ahí que muchas rutas en nuestras montañas lleven el nombre de “Camino de los Neveros” o parecido, pero en lugares donde la nieve desaparecía tras las nevadas, lo frecuente era la construcción de neveras o pozos de nieve que eran grandes huecos excavados en el suelo y cubiertos, donde se echaba la nieve recogida en los alrededores, se prensaba y se cubría de paja para su mejor conservación y posterior transporte. Hay neveras y pozos de nieve en prácticamente toda la geografía española y especialmente en las cordilleras litorales andaluzas, levantinas y Mallorca para la conservación del pescado que se vendía y transportaba al interior. En Madrid existieron grandes pozos (almacenes de nieve) hasta principios del XX muy cerca de lo que hoy es la Plaza de Bilbao. A estos pozos llegaban los neveros con sus carros cargados de la nieve recogida el día anterior en Guadarrama, el viaje lo hacían de noche para evitar el calor.
El hielo para el uso gastronómico (helados y sorbetes) era algo caro y exclusivo de nobles y corte. Fue muy codiciado en la corte árabe andaluza que lo recogía en todos las sierras béticas, subbéticas y principalmente en Sierra Nevada. Los romanos y los Griegos lo usaron a gran escala y también eran famosos los helados y otras delicias de hielo en la corte Persa o en la Azteca de Mejico, que recogía las nieve de las faldas del Popocatepetz.
ADVERTENCIA: los deportes de nieve entrañan riesgos, la montaña es un entorno cambiante y a veces peligroso. NIX advierte de la necesidad de practicar estos deportes con experiencia sobrada, conocimientos técnicos, material adecuado, técnica suficiente y acompañados de guías UIAGM o monitores de esquí/snowboard titulados.