Los trabajos van a suponer lo que técnicamente se denomina el clareamiento de los bosques de la mayoría de los municipios serranos. En muchos casos, la densidad de árboles es de 3.000 a 4.000 unidades por hectárea, cuando la proporción adecuada, dice la Junta de Andalucía, es no pasar de los 1.000 casi en ningún caso.
El gran objetivo de los tratamientos selvícolas que se ejecutan en Sierra Nevada -y que continuarán hasta 2008- es el de prevenir incendios o, en caso de que se declaren, que sean lo menos dañinos posible. Para ello, además de reducir el número de árboles existente, se está recurriendo a la plantación de nuevas especies, como encinas o robles, que por un lado aportan heterogeneidad a la sierra y además tienen un mejor comportamiento en caso de incendio.
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"A veces no se comprende que para mejorar el bosque haya que quitar algunos árboles. Políticamente es arriesgado, pero si no se hace esto, los bosques de pino acabarán devorados por el fuego", manifestó ayer Gerardo Sánchez, delegado provincial de la Consejería de Medio Ambiente.
Según las explicaciones del director del Parque de Sierra Nevada, Javier Sánchez, en el año 1956 se hizo el primer vuelo fotográfico sobre la zona del Marquesado. Aparecía tan pelado como una bola de billar. Hoy, tras las repoblaciones de pinos que se produjeron, no hay modo de ver el suelo de lo tupido que está el pinar.
Adiós al ejército
"Queremos pasar de un ejército de árboles a una vegetación más natural", resumió ayer Javier Sánchez.
Según sus manifestaciones, hay cuatro grandes objetivos con esta actuación. Por un lado, mejorar las condiciones ecológicas de la zona. Por otro, lograr también una mejor situación paisajística. Además, beneficiar tanto al sector turístico como al ganadero. Y sobre todo, preparar mejor el monte para afrontar posibles incendios forestales. "Romper la homogeneidad y pasar a un sistema más heterogéneo es beneficioso para todos", remarcaron Gerardo Sánchez y Javier Sánchez.