La fama cuesta, y ser la mejor del mundo, más. Bien lo sabe María José Rienda, que, desde el pasado mes de mayo, está de pretemporada. Tras una semana en contacto con la nieve suiza, donde, a las órdenes de Mauro Pini ha trabajado sobre todo su técnica sobre los esquís, la campeona ha vuelto a Granada junto a su preparador físico, el bilbaíno Carlos Álvarez, con quien entrena a diario en las instalaciones del Palacio de Deportes.
Son las 10.30 horas y, hasta las 13.00, Rienda y Álvarez gestionan el tiempo con precisión. Cada ejercicio, cada descanso, todo está controlado. "Diariamente variamos la rutina dependiendo de la zona que queramos trabajar y de la finalidad: fuerza, equilibrio...", explica la esquiadora entre tanda y tanda del test de Bosco, apenas ocho minutos que aprovecha para hidratarse, apuntar y comentar con su preparador los parámetros que dan por un lado su pulsómetro y por otro el medidor de la alfombra sobre la que salta, una y otra vez. "Este test es nuestra guía, mide la altura a la que es capaz de saltar y así podemos analizar la velocidad, la potencia, la resistencia..., puedes controlar muchas variables", reseña Álvarez.
Hoy toca circuito, especialmente preparado para dejar a Rienda exhausta. En cada posta, la esquiadora se exige más y más. "Dosifica, dosifica, ya apretarás luego al final si acaso", le apunta su preparador. Ni caso. Rienda desprende una energía inagotable –asegura que desayuna cereales– y va a tope en los ejercicios, que se centran sobre todo en hacer trabajar las piernas, las dos herramientas de trabajo más importantes de la granadina, pero no las únicas.
"También es importante tener el tronco compensado, se busca la hipertrofia, que se desarrollen los músculos, para que pueda rendir al máximo en cada descenso", apunta el entrenador bilbaíno. "Hay que trabajarlo todo para conseguir el equilibrio y mejorar el rendimiento".
Todo este esfuerzo de la pretemporada ya está dejando huella en la fisonomía de la deportista, que tampoco descuida el trabajo técnico sobre los esquís. "Genéticamente, puedes tener una predisposición a ser buena esquiando, pero si no trabajas la técnica, no hay nada que hacer, esquiar sólo se puede mejorar esquiando", asevera Álvarez al tiempo que Rienda apostilla que "tengo una base grande, pero siempre hay que mejorar".
Y es que su técnica y su potente físico son los hilos con los que Rienda teje sus opciones de proclamarse campeona en la próxima edición de la Copa del Mundo y en los Mundiales que el próximo año acoge la ciudad sueca de Are.
Pero antes de todo eso hay que poner el cuerpo a punto. "Durante la temporada es muy complicado entrenar como lo hacemos ahora por falta de tiempo y porque, entre los viajes, la competición y el propio estrés de las carreras, estás demasiado cansado para este tipo de ejercicios", asevera Álvarez, quien añade que "lo que hacemos ahora es darle al cuerpo estímulos para que luego este mismo cuerpo esté preparado para otros estímulos. Después tocará dosificar el esfuerzo físico". Esta estricta planificación tiene por objeto mantener a la esquiadora en el mejor estado de forma durante los largos meses que dura la competición.
Será entonces, ya comenzada la temporada, cuando el bilbaíno cederá terreno y dejará la responsabilidad de decidir cuándo, cómo y cuánto entrenar a la propia María José Rienda.
Por otro lado, ni la esquiadora ni su equipo desdeñan la importancia del aspecto psicológico, la tercera pata en la preparación de cualquier deportista de elite. En este sentido, Rienda asegura que "es cuando comienzan las carreras cuando dedicamos más tiempo a ese terreno, a cómo llevar la presión, a previsualizar las carreras..., un trabajo que parece sencillo ¡pero no lo es para nada!".
"Mejor que el año pasado en Laredo". La localidad cántabra es de los lugares donde Rienda ha realizado parte de la pretemporada otros años. El apunte de Álvarez es significativo de la entrega con la que trabaja la campeona de Sierra Nevada.
Hoy toca descanso, el primero de esta concentración en seco que se prolongará a lo largo de esta semana. Después, más palizas para un cuerpo que funciona al ritmo que impone pulsómetro y cronómetro con los que Rienda "adorna" cada una de sus muñecas. Carlos Álvarez y María José Rienda forman tándem desde hace once años. "Me conoció antes a mí que a su marido", bromea el bilbaíno. Él es el encargado de dirigir a la campeona granadina en el terreno físico –de la técnica ya se ocupa el suizo Mauro Pini–.
"Nuestro trabajo no cambia desde hace años, seguimos con las mismas rutinas", explica el entrenador, quien añade que, en cuanto a la progresión física de su pupila, "María José sigue creciendo físicamente". "La más exigente con ella es ella misma, y es lógico, si no, no sería la número dos del mundo", arguye Álvarez.
Su trabajo se centra en corregir las posturas de la esquiadora en los diferentes ejercicios programados, medir pulsaciones y tiempos entre serie y serie de ejercicios y regular la intensidad para que, a la hora de la verdad, en esos segundos que dura un descenso de Copa del Mundo, Rienda sea capaz de dar el máximo.