Demandas condicionales en las pruebas de esquí alpino de élite. (Parte I de IV).

Demandas condicionales en las pruebas de esquí alpino de élite. (Parte I de IV).
Espacio creado por Damián Ortega. (Imagen propia).
Comienza aquí una serie de artículos dedicada al estudio del perfil condicional de los esquiadores (mujeres y hombres) de nivel de Copa del Mundo de alpino. Toda la serie está redactada y pensada para lectores con alto nivel de conocimientos en las ciencias del entrenamiento deportivo. No pretende ser pues una lectura "popular". Este primer artículo sitúa el tema y advierte de la dificultad del esquí alpino de competición como objeto de estudio.

Autor: J G L. Licenciado en Educación Física (INEF Madrid – UPM) - Máster en Alto Rendimiento Deportivo (COE – UAM) - Premio mejor trabajo de fin de Master COE - Exprofesor de Enseñanzas Deportivas de Régimen Especial (Consejería Educación Cantabria) - Exprofesor universitario (UC).

Advertencias previas:

Metiendo cantos es un espacio multifacético. Hasta ahora había incluido artículos de esquí relacionados con destinos, cultura, material, arte, personajes, cine, etc. Con esta entrega se inaugura un apartado temático dedicado al entrenamiento. En este caso, avisando de antemano que, por deformación exprofesional, el contenido no resultará apto para lectores que no tengan cierto nivel de conocimientos previo con respecto a las ciencias del deporte. No se trata de situarse al nivel de tertulia coloquial, sino de tratar aspectos científicos por si fueran de interés o utilidad para algún potencial sector de visitantes de Nevasport con inquietudes y conocimientos relacionados con el entrenamiento deportivo, por muy pequeño que dicho sector pueda ser. Desde su inicio, Metiendo cantos no busca cantidad (de visitas), sino calidad (de contenidos). Al menos, esto último, es lo que intenta ofrecer.

El presente artículo, así como sus futuras continuaciones, está dedicado al esquí de competición de alto nivel. Entendido este como de participantes en pruebas de Copa del Mundo (WC). Tanto mujeres como hombres. Cualquier traslado de datos, contenidos, conclusiones, etc. a niveles inferiores (especialmente el recreativo) es arriesgado, y puede generar errores importantes de interpretación de las necesidades y demandas que el esquí plantea, así como de recomendaciones de entrenamiento. Tal vez en un futuro abordemos asuntos de entrenamiento centrados en la realidad de esquiadores ajenos al ámbito competitivo. Es decir, con desempeño recreativo, aunque lo practiquen con buen nivel.

El esquí alpino de competición, un deporte complejo.

Desde un punto de vista de aproximación científica hacia su estudio, el esquí alpino puede considerarse como un deporte complejo y difícil de investigar. Lo es por muchas circunstancias que lo envuelven, siendo las ambientales un grupo de ellas, pero ni mucho menos el único. En el siguiente gráfico se pretende mostrar parte de tal complejidad, pero no de un modo exhaustivo, sino meramente sugerido.

factores

Algunos ejemplos de factores que tienen que ver con el rendimiento competitivo en el esquí alpino, clasificados por ámbitos clásicos del estudio de los deportes. No están todos los que hay, únicamente se ha pretendido enumerar y organizar conceptualmente algunos de ellos. (Imagen propia).

Hay que advertir que las diferentes ramas de clasificación del gráfico anterior no son independientes, sino que pueden estar, en mayor o menor medida, relacionadas (e interactuando) entre sí. Por ejemplo, muchos de los factores técnicos están estrechamente vinculados a los condicionales, así como los psicológicos con los sociales y contextuales. De igual manera, dentro de cada rama de clasificación los factores interactúan entre sí de modos variados. Así pues, la complejidad puede verse enmascarada por el ordenamiento artificial que cualquier intento de clasificación plantee. Clasificamos para tratar de acceder (comprender) al complejo sistema, pero no para aislar componentes, pues ello nos llevaría (como a lo largo de estos capítulos podremos ir viendo) a obtener visiones o interpretaciones sesgadas, erróneas o incompletas del esquí.

Los aspectos materiales, por lo general, tienen que ver con avances tecnológicos ajenos al esquiador y su equipo de apoyo. Provienen de fabricantes. La acción del equipo de competición se centraría en el ajuste y preparación del material: afilado, encerado… mantenimiento del material de competición.  Dentro de los apartados de instalaciones e infraestructuras estarían incluidas las pistas específicas de entrenamiento, puertas, sistemas de cronometraje, filmación, remonte, etc. Y, tanto en material personal o de equipo, como en infraestructuras e instalaciones, cobra mucha importancia todo lo que tiene que ver con el entrenamiento sin nieve: patinando, en cintas rodantes, trabajos de fuerza, ergómetros específicos, etc. Nada de ello será tratado aquí. Lo primero, el material que el esquiador utiliza de modo individual, es muy importante que esté bien preparado. Sin embargo, las carreras no se ganan por utilizar el mejor material (aunque las marcas pretendan irradiar esa imagen), no es en este sentido un factor tan vinculante como lo es en los deportes del motor. Sin embargo, tal y como ocurre en multitud de modalidades, llevar mal material, o en malas condiciones de preparación, sí que puede hacer perder carreras y puestos. Todo lo demás material, infraestructuras, etc. añadidos a los esquís, botas y demás enseres de uso individual sobre la nieve, podríamos enmarcarlo dentro de una categoría denominada como de recursos. Una categoría que tampoco influye directamente sobre cada resultado en cada carrera (no define puestos ni tiempos), pero sí que influye a corto, medio y largo plazo sobre las trayectorias deportivas de los esquiadores (días de esquí al año, calidad de sus entrenamientos específicos o generales, etc.). Por eso mismo, todo este ramal clasificatorio está muy relacionado con el que hemos denominado parcialmente contextual.

Y, por similar lógica, tampoco en el ámbito social, contextual o de entorno pueden encontrarse variables que correlacionen fuertemente con el rendimiento en competición, o que expliquen los resultados en gran medida. De nuevo estamos ante un conjunto de factores de mucha importancia, pero incapaces de discriminar el nivel de rendimiento concreto de cada persona. Por si fuera poco, este ámbito es también tremendamente complejo en el caso del esquí alpino, pues obliga a sus competidores a vivir en un mundo y régimen de vida muy poco convencionales, tanto desde un punto de vista físico (las montañas invernales) como social (internados, concentraciones en parajes algo desolados, dinámica de permanentes viajes, etc.).  El cine, en algunas ocasiones, la literatura en otras, e incluso las entrevistas e historias de vida de algunos esquiadores (ya sean estas periodísticas, informales o aplicadas con rigor especializado) pueden servirnos para hacernos una idea de a qué nos estamos refiriendo con todo esto. Dificultades de adaptación, problemas emocionales, síndrome de burn out (deportista quemado), abandonos tempranos, etc. Otro aspecto importante que ha quedado incorporado a esta rama de la clasificación es el de las oportunidades y posibilidades de acceso al mundo de la competición del esquí alpino. Aspecto que ya avanzábamos aludiendo al ramal denominado material. En él se hacen presentes muchas barreras. Geográficas, climáticas, económicas, de conciliación familiar, laboral y académica, u otras. Tampoco trataremos estos asuntos, pero aquí quedan anotados.

La psicología deportiva hace tiempo que también trabaja con seriedad y rigor en la búsqueda de evidencias y soluciones que favorezcan el desempeño de los deportistas. Por la trayectoria mostrada hasta ahora, sus aproximaciones generales parecen acomodarse bastante mejor a la diversidad de modalidades deportivas que otros ámbitos de estudio como el de la técnica, la táctica o lo condicional. Muchas de las necesidades, cualidades y situaciones deportivas del ámbito psicológico son comunes, aplicables o surgen en modalidades deportivas totalmente diferentes, y su tratamiento a cada modalidad pasa por asociarlas al ámbito anterior (social, contextual…). Podría decirse que la especificidad, en este tipo de aspectos, es relativamente sencilla de abordar. Lo cual no quiere decir que fácil. Sencillo ver que se tratará de concentración, motivación, ajuste del nivel de activación, visualización, etc. (todo ellos temas clásicos dentro de la psicología deportiva), que habrá que aplicar de forma específica (en la realidad de los esquiadores alpinos).  Difícil aplicar las estrategias necesarias en cada individuo (dinámicas de grupo aparte). Quizás lo más específico (por diferente) que se nos pueda ocurrir en el caso del esquí alpino sea la gestión del riesgo percibido (el miedo) en el caso de los competidores de descenso (DH). La historia de este deporte ha venido dando numerosas muestras de excelentes esquiadores incapaces de obtener buenos resultados en los descensos o incluso de participar en ellos. Probablemente no por falta de pericia técnica ni de facultades condicionales, sino por otras posibles causas que puedan tener que ver con la percepción personal del riesgo, y la gestión de sus temores. No es esta una cuestión que haya sido estudiada (publicada) en la literatura científica, pero sí que se antoja como un tema psicológico muy específico. Pero este trabajo tampoco va a ir dedicado al apartado de la psicología.

Hay una clara rotundidad por parte de los científicos del deporte en afirmar que son los aspectos técnicos (nivel de esquí) los que mayor importancia tienen de cara al logro de un mayor o menor rendimiento en competición. Los mejores son los que mejor esquían en cada una de las disciplinas del esquí alpino y, muchas veces, son las mismas personas las que suelen dominar varias de ellas. Para alcanzar la excelencia necesaria esquiando (como para todo tipo de excelencia deportiva, pero en especial aquella que depende de forma prioritaria de factores de dominio y competencia técnica) hacen falta miles de horas de aprendizaje y práctica. La mítica cifra aproximada de las 10.000 horas, que barajan muchos especialistas (y que Richard Sennett corrobora para cualquier tipo de experto: artesano, músico, deportista, etc.), no es una exageración, aunque, en el caso del esquí sea difícil de alcanzar de modo específico (esquiando); de hecho, hay autores más recientes que la amplían hasta las 15.000. Por eso, para el esquí alpino, esas ramificaciones de factores que hemos denominado de material (en este caso referidas a localizaciones, instalaciones e infraestructuras) y sociales, contextuales y de entorno, resultan vitales para el desarrollo experto o, en su caso, limitantes. Ello nos lleva a concluir que tales conjuntos de factores, materiales y de contexto, etc. se convierten en condiciones necesarias, pero no suficientes para llegar al nivel de WC. Esto es algo que queda históricamente corroborado con la habitual procedencia de la mayoría de los campeones hasta ahora: alpinos, nórdicos, norteamericanos, balcánicos… aunque otro tipo de estrategias individuales que podríamos calificar como de deslocalización voluntaria planificada, puedan simular actualmente procedencias atípicas que, en realidad, de hecho, serían falsas (caso de jóvenes que, procedentes de países sin o con poca presencia de nieve, son formados desde edades muy tempranas, y de manera intensiva y en el extranjero, como futuros competidores de esquí alpino). Esta prioritaria dependencia que el rendimiento tiene con respecto a la competencia técnica hace que los factores condicionales resulten de alguna manera secundarios. Son necesarios y hasta imprescindibles para rendir al máximo, pero no son los que establecen el rendimiento final. No ganan los más fuertes, resistentes, potentes, sino los que mejor esquían. En otras palabras, también los factores condicionales, hasta ciertos niveles, son condición necesaria pero no suficiente para rendir entre los mejores. Los más altos niveles técnicos no podrían ejecutarse sin ciertos niveles mínimos de condición física, pero tales niveles no son los que marcan la diferencia entre los esquiadores. Se pueda creer esta afirmación o no, nos va a quedar claramente ratificada a través del repaso científico que acometeremos en posteriores partes de este trabajo. Por si fuera poco, no sólo hacen falta ciertos niveles condicionales para poder alcanzar determinadas ejecuciones técnicas, sino que, de igual forma, la práctica y el entrenamiento a altos niveles de ejecución técnica provocan un acondicionamiento totalmente específico. La relación es pues bidireccional y se realimenta constantemente. Un problema añadido a todo este asunto es que únicamente hay dos vías para evaluar el rendimiento técnico:

-     Una es objetiva y cuantitativa: el cronómetro aplicado al descenso de los trazados. Algo que se puede hacer en régimen de entrenamiento o competición, pero que no es estandarizable, ya que se ve alterado por las cambiantes condiciones de la nieve, así como por las diferencias de unos trazados a otros. Así pues, es la competición la que nos dice (como siempre) quién es mejor. Buena noticia desde el punto de vista de la ética deportiva, pero nefasta para la investigación deportiva.

-    La otra es subjetiva y cualitativa: la observación experta, reforzada por la filmación e incluso el análisis biomecánico y computerizado, pueden ayudar mucho a identificar patrones técnicos óptimos, ejecuciones, fallos, avances de aprendizaje, correcciones, etc. Incluso, si se quisiera y pareciera sensato, hasta estilo o belleza. Pero una cosa es la teorización técnica, y otra bien diferente la eficacia de cara al cronómetro. Por eso, la investigación (especialmente si pretende conservar una mínima esencia positivista) encuentra muchísimas dificultades cada vez que intenta diseñar experimentos o comprobar hipótesis que afectan a cuestiones puramente técnicas. Las cuales, hay que insistir en ello, son las principales responsables del rendimiento deportivo en el esquí alpino.

-      A los métodos de los puntos (FIS, FEDI, etc.) podríamos considerarlos como dentro de una vía intermedia cuali-cuantitativa. Acaban expresándose cuantitativamente, pero su captación de datos procede de metodologías arbitrarias no necesariamente fieles, equilibradas o directamente relacionadas con los tiempos cronometrados. Como iremos viendo con posterioridad en varias investigaciones que se irán citando en los siguientes capítulos, su resultado depende de muchos factores que hacen que los puntos no reflejen del todo el rendimiento. Descartes de pruebas por conveniencia, sistemas de asignación de los puntos, parones por lesión, nivel competitivo de la concurrencia participante, factores económicos, de planificación de las temporadas, etc. Son pegas esgrimidas por numerosos investigadores a la hora de considerar a los sistemas de puntuación como una variable sobre la que apoyar las investigaciones que tratan de relacionar a los factores condicionales con el rendimiento.

Tras este superficial repaso, alcanzamos el grupo de los que hemos denominado factores condicionales, que va a ser, a la postre, en el que se centre la serie de artículos que se inicia con este. Tradicionalmente se denominan factores condicionales a aquellos que tienen que ver con la condición física de los deportistas. Incluyen comúnmente cuestiones fisiológicas y biomecánicas. Tratan, resumidamente, de aquello que tiene que ver con las cuatro cualidades físicas básicas: resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad (o amplitud de movimiento); y, a modo de habitual estrella invitada, la potencia, que no es básica por resultar de la interacción de la fuerza y la velocidad. En realidad, no son cualidades separadas ya que, por ejemplo, la fuerza, la velocidad y la potencia, se ven muy afectadas por las intensidades y duraciones de los esfuerzos, en definitiva, por la resistencia, así que, como se verá, por lo general no pueden ni deben tratarse del todo separadas.

El gráfico de partida es únicamente ilustrativo, no pretende ser completo, sino únicamente mostrar algunos ejemplos de conceptos en cada categoría o rama planteadas. La flexibilidad no aparece por ser considerada como un factor de poca relevancia para el rendimiento en esquí alpino. Necesaria a nivel preventivo y de requisito técnico, pero no definitoria del nivel de rendimiento en absoluto. Con la velocidad pasa algo muy parecido. Aunque resulte chocante (ante una observación superficial), la velocidad como cualidad física apenas resulta necesaria en el esquí alpino (lo veremos ratificado por algunos autores). La velocidad de reacción no resulta vital en una salida que, además de ser cantada, acciona individualmente cada cronometraje. Y la fijeza previa y no cambiante de cada trazado minimiza totalmente las sorpresas que pudieran derivarse de la acción, dependiendo, las correcciones y respuestas, de las propias acciones previas de cada competidor. En cuanto a la velocidad de ejecución, la ciencia pronto nos dirá que es sustancialmente menor que en muchas otras acciones deportivas. Los gestos son bastante menos veloces de lo aparentemente podríamos suponer y, planteada como frecuencia (repetición de gestos aproximadamente similares) en las sucesiones de virajes, es relativamente moderada (incluso en slalom (SL)) comparada con las frecuencias de ciclo de los velocistas de la mayoría de los deportes cíclicos. La velocidad que sí es alta en esquí alpino es la de desplazamiento (sobre todo en DH y supergigante (SG)), pero, al igual que sucede a caballo, en moto o en automóvil, no es el esquiador quién se desplaza y propulsa propiamente, sino los esquís los que se deslizan a costa de la atracción de la gravedad.

Por eso el gráfico ha destacado dos grupos de cualidades. Las que tienen que ver con la resistencia y con la fuerza. En próximos capítulos iremos desmenuzando tales cualidades. De forma más sencilla, aunque no necesariamente resuelta, para el caso de la resistencia, el cual afecta tanto a la de tipo anaeróbico (AN) como aeróbico (AE). Y de forma más difícil de ordenar para la fuerza, porque inevitablemente se ve relacionada con la potencia (fuerza x velocidad), porque se manifiesta en diversas formas de acción (concéntrica, excéntrica e isométrica), porque está inevitablemente relacionada con los tipos de resistencia y porque se ve afectada por diferentes distribuciones de tipos de fibras musculares.

En el próximo capítulo de esta serie (que no tiene por qué ser el siguiente dentro de los publicados en Metiendo cantos), abordaremos el estado del arte de los aspectos condicionales del esquí alpino al finalizar el siglo XX.

A modo de síntesis temporal, quedémonos con unas breves conclusiones:

  • Desde el punto de vista de su estudio, el rendimiento en el esquí alpino es un asunto de gran complejidad.
  • La técnica, y no los aspectos condicionales, representan el conjunto de factores más directamente relacionado con el rendimiento en el esquí alpino.
  • Lo anterior sugiere varias consecuencias que tienen mucho que ver con el mérito de los deportistas: 
    • Menor posibilidad por parte del esquí alpino de alta competición de verse afectado o alterado en los resultados por el fantasma del dopaje.
    • Baja dependencia de los factores condicionales (innatos o fruto de un entrenamiento sobredimensionado).
    • Altísima dependencia que el rendimiento tiene de ser excelentes esquiadores (ellas y ellos).
    • Valor que en los entrenadores deben de tener sus competencias pedagógicas, didácticas, de análisis técnico, etc.
Sin título




 

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  • Demandas condicionales en las pruebas de esquí alpino de élite. (Parte II de IV). Publicado el 30/10/2025

6 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    01/10/2025 01:05
    #1
    Ostras el esqui por definicion no es deporte complejo, no tiene Adversario ni Compañero

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0

  • #2
    Fecha comentario:
    01/10/2025 09:08
    #2
    #1 :) Je, je, no voy a discutir con alguien que utiliza un apodo tan parecido al del ilustre P. Parlebas. Y menos sobre teorías de la EF.
    Si consideramos el esquí alpino de competición mediante algunas de las taxonomías utilizadas tradicionalmente para clasificar las modalidades deportivas, el esquí no es complejo. Tiene cierta complejidad en su mecanismo de ejecución; poca en el perceptivo (mediatizado esto por las condiciones ambientales) y mínima o casi despreciable en el de toma de decisión. Además, con muy poca incertidumbre.
    Sin embargo, mi texto no va por ahí, ni tiene nada que ver con ello, sino con otros tipos de complejidad. Una general (únicamente en esta primera entrega introductoria), que incluye factores sociales, materiales, ambientales, etc. que las mencionadas taxonomías no consideran. Y otra, la que aquí importa, que tiene que ver con los factores condicionales (que es sobre lo que van a ir los cuatro artículos). Y en eso, me ratifico: "Desde un punto de vista de aproximación científica hacia su estudio [lo de condicional ya aparece especificado en el título], el esquí alpino puede considerarse como un deporte complejo y difícil de investigar". Si tienes paciencia y te interesa el tema, en las entregas sucesivas podrás ver qué dice al respecto la comunidad científica y adoptar tu propio criterio personal.
    En todo caso, gracias por el comentario, me ha hecho "refrescar" ciertos contenidos teóricos ;)

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    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    10/10/2025 18:19
    #3
    Magnífico giro del blog. Aunque el anterior me parecía extraordinario, este también me atrae.

    Me alegra leer bien argumentado que no sea un deporte complejo contra lo que suele decirse. Respecto a lo de la condición física igual, por supuesto, contando con unos mínimos como señalas.

    Si me permitís la anécdota, conocí personalmente a una atleta de la Copa del Mundo que fue la revelación de su época hasta que se retiró por lesión. Era increíble ver lo poco que entrenaba el físico y cómo su desidia hacia el gimnasio rozaba la vagancia, a decir de sus entrenadores. Ignoro si esto tuvo que ver con sus lesiones y abandono de las carreras, pero el caso es que, en los años que estuvo arrasando en tres disciplinas de la WC, tiraba por los suelos el aserto de que la condición física supone la mayor parte del rendimiento.

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    11/10/2025 13:11
    #4
    #3 Gracias. No hay que preocuparse, más que un giro temático, se trata de una ampliación de temas tratados, seguirá habiendo también de los otros ;)
    En las tres entregas restantes que completarán esta primera se ira viendo que la una buena condición física es necesaria para el alto rendimiento en esquí alpino, pero no suficiente para alcanzar los mejores resultados, en el sentido de que no es la que establece el resultado.
    En el caso de la corredora de la que hablas, muy probablemente, contaría con cualidades físicas de partida algo altas y, desde luego, suficientes, ya fuese por genética, "historia" de vida o de todo un poco.
    Lo que sí hay que tener claro es que uno de los aspectos más importantes de la condición física en el esquí es el de prevención de lesiones. Aparecerá mencionado en alguna de las entregas, pero no me dedicaré a él porque no es el tema principal que estoy tratando. Pero una buena prueba de ello es que, en las dos búsquedas de bibliografía científica que llevé a cabo, una hace dos décadas y media, y otra actual, me he topado con más trabajos de investigación sobre lesiones en esquí alpino que sobre entrenamiento.

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    • Gracias!
  • #5
    Fecha comentario:
    14/10/2025 13:56
    #5

    Me alegra leer o al menos interpretar de mi lectura que la técnica cobra protagonismo en el resultado final por encima de otros factores.

    Cabría ahora preguntarse si esa tecnica se adquiere como apunta el texto (y todos los textos del universo) en mayor medida a las horas de entrenamiento o se adquiere mas gracias al talento innato del deportista. O al menos poder establecer un % de cada uno.

    Digo esto porque estoy cansado de oír hablar en este deporte y tantos otros que solo con "trabajo" llegan los resultados en detrimento del "talento". Cuando es obvio (para mi) que trabajo sin talento siempre sumará menos que talento sin trabajo,(entendiendo como poco trabajo a un esquiador que si entrena en pista y algo fuera de ella, no vayamos a desvariar)

    Parece que ser talentoso es poco menos que un pecado y que lo realmente virtuoso es trabajar. Se que la tecnica se consigue con entrenamiento y cuanto mas mejor pero yo al menos tengo claro que el talento es un % mayor al trabajo.

    Que opinais?

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

  • #6
    Fecha comentario:
    14/10/2025 17:45
    #6
    ¡Menudo melón que has abierto! desde la perspectiva de las ciencias del deporte, daría (y de hecho da) para una serie de artículos e incluso libros. Cuando se habla de talento se hace integración de muchos factores que se suponen innatos, aunque algunos lo son y otros no tanto. Por ejemplo genética, pero también contextuales (afectivo, de acceso a ambientes de aprendizaje motriz desde el nacimiento, etc.; donde intervienen la familia los colegios, campamentos, amigos, "pueblo de los abuelos", etc.), acierto en las fases de desarrollo psicomotriz, etc. La discusión es estéril porque resulta imposible (no hay conocimiento suficientemente desarrollado al respecto) otorgar valoraciones porcentuales a cada factor y ni siquiera identificar todos los posibles factores.
    Otro aspecto clave del hipotético "talento" como concepto integral resumido, tiene que ver con cómo va siendo tratado, es decir, cómo se le enseña (inicialmente) y como se especializa y entrena técnicamente (en fases posteriores). Si se hace bien dará mejores resultados que si se hace mal. Importante en ello el papel de quién enseña a esquiar y de los entrenadores. ¿Cómo es bien y cómo mal? difícil respuesta y variable para cada caso, en eso están las didácticas específicas de cada modalidad, así como las genéricas pedagogía, psicología, etc.
    En cualquier caso, espero que en las siguientes entregas se compruebe que para "estar ahí" a nivel WC hace falta mucho trabajo condicional (a algunos les hará falta más y a otros menos). Insisto, no parece que sea el que marque la diferencia, pero sin el suficiente (que es alto) no se está.

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    • Gracias!

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