Breuil-Cervinia y Zermatt (febrero 2025).

Breuil-Cervinia y Zermatt (febrero 2025).
Imagen propia.
En una de las zonas más elevadas de los Alpes, a ambos lados de la frontera entre Italia y Suiza, se encuentra uno de los grandes dominios esquiables europeos. Un espacio de contrastes y mucho que ofrecer.

Fiel a mi actual interés por los grandes dominios esquiables, decidí solventar una deuda personal que tenía pendiente desde hacía muchísimo tiempo: conocer el espacio comprendido por Breuil-Cervinia y Zermatt. Una de las zonas más elevadas de los Alpes, a caballo entre Italia y Suiza. En esta ocasión cambié mis más habituales compañeros de viaje por otros dos amigos (Alba y Luciano) con quienes hacía décadas que no esquiaba. Ambos pertenecientes al gremio del profesorado de Educación Física y ambos verdaderos expertos en el esquí de travesía. Los dos, ella y él, por motivaciones ligeramente diferentes, habían decidido acompañarme en una inmersión de esquí alpino de pista.

Los largos desplazamientos a los Alpes desde mi tierra siempre oscilan entre la opción del coche propio o el avión. Personalmente sitúo mi barrera kilométrica de toma de decisión bastante más allá que otras personas, porque el coche me aporta mayor libertad de fechas y horarios, generalmente mayor ahorro, me evita los engorrosos transbordos aeroportuarios y, en algunas ocasiones, en el destino, me aportan cierto margen de maniobra para salvar algunas jornadas que se tuercen. En todo caso, no suelo incorporar nada relativo a los viajes de ida y regreso en mis reportajes porque no suelen aportar nada, salvo tediosas horas de autopista. Aunque esta vez sí que aportaron algo: la contemplación de la alargada cadena de volcanes de la Auvernia, con el Puy de Dôme destacando sobre los demás; y, especialmente, el paso bajo el Mont Blanc. El paso en sí mismo, el túnel, no ofrece nada de interés. Pero, a la ida, pudimos contemplar al gran coloso y a su estilizada Aiguille du Midi despejados y con buena luz al atardecer. En cuanto a la vuelta, casi más espectacular, toda la montaña, desde arriba hasta abajo, contemplada con la luz de la mañana desde su base al pasar por Courmayeur. Ambos, dos momentos emocionantes. Pero dejando de lado los traslados, hay que entrar en materia con el esquí.

Lo primero el apartamento. Situado en un edificio más bien feo, tenía aspecto de datar de los años setenta aproximadamente. Lo que entonces debía parecer moderno, ahora resultaba algo viejo. Por dentro era funcional, aunque no del todo cómodo por el envejecimiento. Con muchísima madera en paredes y muebles, y un claro desequilibrio entre una cama muy grande y dos pequeñas. A pesar de ello, nos arreglamos perfectamente para dormir, ducharnos, cocinar, descansar, etc. ¿Lo mejor? Varios detalles. Uno, veíamos el Cervino (cara sur) desde la mesa del salón comedor. Dos, teníamos garaje propio cerrado. Tres, salíamos y regresábamos con los esquís puestos al portal. Cuatro, un trato fácil, práctico y nada invasivo por parte de los dueños. Ni un reproche.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Forfait internacional. (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Plano de pistas. (Imagen: cervinia.it).

Primera jornada: conociendo el entorno de Breuil-Cervinia.

Tras el desayuno, caminamos hasta la base de la telecabina principal de Cervinia para realizar varias gestiones. Alba alquiló equipo completo (incluyendo unos Völkl SL flamantes) a buen precio y con rapidez, mientras nosotros recogíamos nuestros forfaits internacionales prepagados y nos hacíamos con varios planos de pistas. De aquella especie de base, que, como luego explicaré, fue el corazón de desarrollo de Breuil-Cervinia en el pasado, salen una telecabina y un teleférico (el que tomamos) paralelos que alcanzan el mismo punto: Plan Maison, a 2812m de altura. Hacía un día nublado, pero sin viento. Cielo cubierto muy en las alturas, así que sin problemas de visibilidad. En aquel dominio hay un llamativo predominio (casi rozando el absoluto) de pistas calificadas como rojas, aunque tal criterio resulta bastante amplio en lo que a la dificultad se refiere. Estuvimos esquiando por las zonas de la derecha del plano, encontrando nieve bastante dura. Camino de Valtournenche, realizamos, sin paradas, un magnífico descenso desde 2896m hasta 1524m. Nos encantó. De hecho, lo repetiríamos en varias ocasiones a lo largo de nuestra estancia allí. Es una pista muy variada y entretenida, con una primera parte superior que alterna schusses con muros sobre entorno muy alpino y desconectado de la zona de remontes. Después atraviesa una zona de pendientes suaves con cruces de pistas y remontes. Finalmente, se empina entre el bosque y las rocas, y va accediendo a zonas urbanas, incluyendo sendos pasos bajo un puente y un túnel. Nos gustó tanto que la repetimos, para lo cual hace falta empalmar una cabina y dos sillas.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Por fin cerca del Cervino. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Alba y Luciano al final de la "Pista 1" preparándose para tomar la telecabina. (Imagen propia).


Tras disfrutar de algunas otras pistas por allí, iniciamos el regreso. Fue cuando pudimos ver a un macho de cabra montesa contemplando todo aquello desde una elevación muy cercana. Desde Cime Bianche (3090m), ya en la zona de Cervinia propiamente dicha, descendimos hasta la base a 2050m. Aquello, algo que acabaría siendo seña de identidad la mayor parte de la semana, se estaba convirtiendo en un esquí de largos descensos de grandes desniveles. En esta ocasión, para volver a ascender, optamos por la telecabina. Desde Plan Maison (2555m) parte una sucesión de tres sillas que alcanzan uno de los dos posibles pasos a Suiza. Está a 3301m, y al bajarlo nos encontramos en el glaciar Theodui, que es muy amplio y con una pendiente media muy suave. Todo aquello ya pertenece a Zermatt. Las pistas son muy suaves, y únicamente las disfrutamos hasta alcanzar Trockener Steg (2939m), que es una especie de centro neurálgico de comunicaciones de remontes y pistas, con una terminal enorme y muy moderna. Allí tomamos una de esas telecabinas de última generación que están un poco a caballo entre estas y los teleféricos, y son capaces de despachar a muchísima gente y de forma cómoda. El viaje en este remonte resulta espectacular porque ofrece vistas a la cara este del Cervino (4478m) por un lado; todo el espectáculo del macizo del Monte Rosa (4634m), las cumbres del Liskamm (4527m), el Castor (4228m), etc. las morrenas y los glaciares por el otro; así como la cumbre del Breithorn (4164m) y su glaciar en cascada de frente. Un auténtico traslado a las alturas de los Alpes. Una vez arriba, Matterhorn Glacier Paradise, nos encontramos en otra gran instalación que describiré en otra jornada, situada a 3883m de altura. Desde allí regresamos hacia Cervinia descendiendo hasta el otro posible paso, el Plateau Rosa (3480m), desde el que salé una pista que estaba con la nieve muy dura, y presentaba un ancho y pendiente muro inicial que, posteriormente, se transformaba en una ladera sobre la que había que descender a huevo, hasta asomarnos al eje principal de pistas de Cervinia. Entonces volvimos a descender del todo, y otro ascenso de cabina nos mostró la anodina cafetería superior bastante vacía, así que aprovechamos para tomar unos bocadillos y cafés.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Aspecto del glaciar Theodul con la arista sur-este del Matterhorn dominando el ambiente. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Los tres amigos. (Imagen: Alba).


El resto del día lo empleamos en esquiar las pistas inferiores del sector izquierdo del plano de Cervinia. Son rápidas y onduladas, con muchos cambios de rasante y varias opciones de descenso alternativas. Con ellas aprendimos a dar con la mejor opción de regresar al apartamento esquiando. El balance del día fue bueno: mucho esquí, nada de colas, nieve bastante o muy dura en la mayor parte de las zonas visitadas, paisajes inigualables y algo de gente en las pistas.

La tarde la dedicamos a conocer Breuil-Cervinia, algo que requiere algunas explicaciones de cierta enjundia. El pueblo es relativamente pequeño, se recorre pronto paseando. Hay otros núcleos más modernos algo diseminados o apartados, pero el casco antiguo estaba muy cerca y su visita lleva poco tiempo, especialmente su calle comercial principal.

Pero Cervinia tiene varios edificios de importante significado histórico y/o cultural. Uno de ellos es La Casa del Sole. Es un emblemático edificio de pisos, obra del arquitecto Carlo Mollino. Pudiendo o no gustar el edificio actualmente, es una obra que merece cierta explicación, algo que pospongo para un futuro reportaje dedicado enteramente a su autor. Evidentemente, aproveché para fotografiarlo, para poder ilustrar, de primera mano, ese próximo reportaje.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

En Breuil, el Cervino lo domina todo, y La Casa del Sole (el de pisos a la derecha) no se achanta. (Imagen propia).

Muy cerca de ese edificio, hay otro enorme y que se encuentra unido a las bases de la telecabina y del teleférico anteriormente citados repetidamente. Es muy grande, bastante viejo y se halla en estado ruinoso. Tal es así, que da una imagen de Breuil-Cervinia bastante lamentable. A pesar de ello, el edificio tiene interés y, quizás precisamente por ello, no se han decidido a demolerlo. Lo explico a través de fuentes ajenas:

Allá por 1930, el joven ingeniero de Biella, Dino Lora Totino, descubrió el encanto de Breuil y, con algunos amigos, empezó a soñar con sus posibilidades turísticas. Entonces, la conexión entre Breuil y Valtournenche no era más que un camino de mulas. El encanto de la zona contagió de alguna manera a Araldo di Crollalanza, ministro de obras públicas, cuando visitó Breuil en 1931, quien aprobó (y asignó fondos para) la construcción de una carretera que se concluyó en 1934. Un año más tarde, el prefecto de la provincia de Aosta, Angelo D’Eufemia, propuso denominar aquel área turística como Cervinia. Simultáneamente, Lora Totino y sus amigos fundaron la Sociedad Anónima Cervino para el desarrollo turístico de Breuil y empezaron a comprar terreno para construir un teleférico que conectase Plan Maison con Museroche, la única zona que ofrecía roca sólida sobre la que construir la estación inferior. Durante el verano de 1935 la cabaña de Museroche fue demolida, siendo sustituida por una estructura de hormigón de carácter funcional y simple que apuntaba hacia Plan Maison. En 1936 tuvo lugar la operación de transporte de los cables, maniobra que resultó legendaria. Tres bobinas de cable de 50 toneladas fueron acercadas por tren, y después transportadas en tres camiones a paso lento. Durante la primavera de 1936 se terminó la carretera (privada) que conectó la plaza de Breuil con la estación de partida de Museroche, así como la estación de llegada en Plan Maison. El teleférico se inauguró el 2 de agosto de 1936. El turismo se vio notablemente impulsado, trayendo consigo la instalación de servicio postal y telegráfico, enseguida telefónico, etc. Los accionistas decidieron entonces dar un paso más, acondicionando la parte superior de la estación teleférica de Museroche como hotel, restaurante y bar, y construyendo el restaurante Belvedere en la de Plan Maison. Así pues, la estación original de partida se convirtió en un amplio complejo, con el añadido de espacios funcionales, tejados a dos aguas, pisos inferiores, terraza, etc. Abrió sus puertas el primero de junio de 1937 con el nombre de Grande Albergo del Breuil – Gran Baita. Su primer director, Otto Bermann, le fue haciendo numerosos añadidos hasta que el 8 de julio de 1939 un incendio destruyó el ático, dañando, de paso, la planta inferior a este. Entonces, el hotel tenía capacidad para 120 huéspedes.

En 1940 fue promulgada [por obra y gracia de Benito Mussolini] la ley para retirar simbología inglesa o francesa, así que la denominación de Grande Albergo del Breuil fue reemplazada por la más italiana de La Gran Baita, la gran cabaña alpina. Poco tiempo después, el francés regresaría con una frase a la entrada del teleférico, tomada prestada de un restaurante a orillas del lago Leman, modificada hacia las montañas y atribuida a Lord Byron: «Feliz es quien largo tiempo en estas montañas pudiera descansar. Feliz es quien pudiera verlas de nuevo si las tuviera que abandonar». (Traducción propia).

A pesar de los sufrimientos durante la guerra, en Cervinia no se vivía mal. El 16 de marzo de 1944 el prefecto de Aosta mandó cerrar La Gran Baita por un periodo indefinido, debido a la «continua dificultad para cumplir las regulaciones de racionamiento, baile, venta de alcohol y licores, e incumplimiento de las políticas de precios», así como «las muestras de inmoralidad». Pronto serían cerrados el resto de los establecimientos del lugar, y confiscados todos sus bienes, hasta la llegada del armisticio. Posteriormente, La Gran Baita necesitó mucha inversión en reparaciones y reformas, acometidas inicialmente en 1948 y 1949, así como otras posteriores en torno a 1953. El establecimiento se cerró al público en 1969, manteniéndose en uso como oficina para competiciones, especialmente del kilómetro lanzado (1970-72), hasta que el 7 de abril de 1973 un nuevo incendio lo destruyó. (Extracto resumen traducido y resumido personalmente de lo publicado por hotelmiravidi.com).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Lamentable estado actual de La Gran Baita. (Imagen propia).

Cerca de la calle principal del pueblo, aunque por un lateral del núcleo urbano, se encuentra la oficina de turismo de los guías de montaña, la cual también tiene interés y protagonismo:

«Algunos pastores locales como Jean-Antoine Carrel habían mirado a su montaña hogareña [el Cervino] como algo alcanzable, e hizo los primeros intentos para ascender el Matterhorn por la cara sur. Muchos escaladores europeos veían el Matterhorn como un gran reto, y con la llegada de John Tyndall y Edward Whymper a Breuil comenzó la competición para el primer ascenso completo, ayudados por el conocimiento del territorio por parte de Jean-Antoine. Se hizo necesaria la construcción de algunas bases. Algunos ejemplos son el primer Refuge du Théodule (construido en 1852) a 3317m (10882,6 pies), el Jumeaux Hotel y el Hotel du Cervin.

Tras años de colaboración con Jean-Antoine Carrel, la competición fue ganada por Edward Whymper en 1865, tras haberse dado cuenta de que la cresta Hörnli era más sencilla de escalar. Apenas tres días después, Jean-Antoine Carrel fue capaz de escalar el Matterhorn por la más dificultosa cresta del León.

Tras el ascenso del equipo de Edward Whymper por la cara norte que se tornó en desastre mientras regresaban hacia Zermatt, Amé Gorret, un colega escalador y paisano de Jean-Antoine Carrel, se percató de que el turismo en Breuil podría incrementarse construyendo el primer refugio alpino en el Matterhorn. Amé Gorret pidió al Club Alpino Italiano apoyo para su proyecto, del cual resultó el refugio situado en la Cravate (4120m) del Matternorn, inaugurado en 1867. Como consecuencia de la deriva exploradora y del recién nacido movimiento del montañismo, la Società Guide del Cervino, una de las sociedades de guías más antiguas del mundo, fue fundada en Breuil en 1865». (Wikipedia inglés, traducción propia).

La Sociedad tiene su sede en un bonito chalet de madera. El ático está dedicado a museo de los guías del Cervino. Es pequeño, pero ofrece un interesante recorrido ordenado cronológicamente, con mucha fotografía y algo de material de escalada, exploración y montañismo. Por otro lado, fuera del edificio, a escasos metros, hay plantada una cabaña, la Luigi Amadeo di Savoia, la cual fue el refugio que se instaló en 1893, a 3840m de altura, en la cresta del León, y que fue sustituido en 1968 por el actual refugio Jean Antoine Carrel.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Sede de la Sociedad de guías del Cervino con la antigua cabaña-refugio Luigi Amadeo di Savoia justo delante. (Imagen propia).

 

Nuestra cena de aquella noche fue memorable y por gentileza de un buen apoyo que nos seguía en la distancia: carrilleras y morritos de cerdo, regados con buen tinto de Toro. ¡Infinitas gracias, Jaime!

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Dando cuenta de las carrilleras. (Imagen: Alba).

 

Segunda jornada: nevando.

Amaneció nevando, pero mantuvimos la que sería nuestra rutina matinal, así que, tras el desayuno, nos pusimos en marcha. Afortunadamente no soplaba nada de viento. Como hago siempre que precipita, me puse mi capa para esquiar. Nos quedamos esquiando por Cervinia por dos motivos: era terreno ya algo conocido, y explorar Suiza tampoco nos hubiera permitido disfrutar de sus paisajes. Comenzamos por la izquierda (según la vista del plano de pistas) para, poco a poco, irnos desplazando hacia la derecha, intentando esquiarlo todo. La visibilidad era justita, pero más que aceptable. Tras un descenso completo hasta Breuil, empalmamos dos cabinas y el teleférico que corona el Plateau Rosa, allí comprobamos que el acceso a Suiza estaba cerrado. También allí soplaba un viento fuerte y la visibilidad era muy mala. Quedaba claro que había que mantenerse esquiando en cotas medias (que allí son elevadas) y bajas. Tras un prudente descenso del muro y su consiguiente schuss, alcanzamos zona de mejor visibilidad y nos trasladamos a la zona de Valtournenche. ¡Acertamos! Buena visibilidad, mucho mejor nieve que el día anterior y nada de viento. Todo ello desde, aproximadamente, la cota 2800 hacia abajo.

Como nos había gustado tanto, completamos la larga “pista 1” (de la que tanto hablé en la jornada anterior) varias veces, alternándola con las demás variables por allí existentes. En un momento dado una de las sillas de retorno se mantuvo averiada, así que aprovechamos para sentarnos a comer algo en un bullicioso, pero ágil, refugio de aspecto alpino. Goulash y café. Muy rico y calentito. Al terminar nos encontramos la silla ya funcionando y emprendimos el regreso hacia Cervinia. Una vez en su área, descenso total hasta la base, cabina y desplazamiento hacia los remontes y pistas de la izquierda. Tras muchas bajadas, nos internamos por una pista negra no muy larga pero bastante interesante que nos recibió con muy buena nieve. Aunque había algo de gente en las pistas, las colas eran inexistentes, por lo que el día acabó pasando factura en forma de fatiga. A causa de la novedad, y en parte por lo cerrado del día, nuestro intento de acertar con el regreso esquiable al apartamento tuvo que finalizar con tres tentativas, así, nuestra pretendida retirada ligeramente prematura coincidió con el cierre de algunos remontes. El resultado fue otra gran jornada de esquí, aunque sin apenas fotos.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Con Luciano en la cabina de Valtournenche. (Imagen: Alba).

Aquel día nuestros temas de conversación resultaron especialmente interesantes. Recuerdo uno centrado en diferentes aspectos del trato de personas con dificultades físicas y/o psíquicas, que me resultó muy enriquecedor, además de corroborar, una vez más, el respeto, reconocimiento y admiración que me merecen mis dos amigos acompañantes. Ya en casa, la tarde discurrió con picoteo, duchas, tertulia y ratos de entretenimiento individual. Para cenar, ella arroz con añadidos, nosotros espaguetis con tomate, chorizo y queso.

Quizás este sea un buen momento para explicar lo del binomio nominativo Breuil-Cervinia. Breuil era el topónimo original de la zona donde actualmente está enclavada la estación. Lo de Cervinia fue una idea posterior, buscando un reclamo comercial cuando se iniciaron las intenciones de promoción turística. Efectivamente, el nombre cuajó internacionalmente y, todavía, así es conocida por la mayor parte de la gente. Sin embargo, en la actualidad quieren recuperar en cierta medida la denominación previa. De ahí que se refieran a la estación como Breuil-Cervinia, algo que personalmente intento respetar. Por otro lado, el verdadero núcleo urbano histórico, el que fijaba población antes de la irrupción del esquí en este área, era Valtournenche. De hecho, sigue siendo una localidad de cierto tamaño e importancia. Digamos que Breuil-Cervinia fue una expansión moderna (a pesar de que a nuestros ojos ya empiece a parecer algo obsoleta) provocada por el turismo de montaña e invernal. La verdad es que a Valtournenche no le hicimos ningún caso más allá del esquí, pero, al pasar por allí con el coche me di cuenta de que quizás pudiera tener mucha vida y algunos atractivos históricos y culturales que ofrecer. Lo que pasa es que su pie de pistas está demasiado separado de la localidad como para plantearse un alojamiento sin coche (aunque hay autobuses).

Tercera jornada: el enemigo de Cervinia.

La cosa parecía empezar bien: día despejado y nosotros dispuestos a explorar Zermatt. Pero, al asomarnos a la silla en la que empezaba nuestra mejor vía de ascenso, vimos que estaba parada. También la cabina de la base y el teleférico. La megafonía anunciaba la apertura de la primera de ellas en media hora, pero eso no solucionaba nuestra intención. Regresamos al portal del apartamento para consultar la web interactiva. Ya nuestro apoyo en casa nos ponía al corriente: fuertes vientos en las alturas, todo Zermatt funcionando, pero los pasos desde Italia cerrados, la mayor parte de Cervinia sin funcionar por los vientos, pero prácticamente todo Valtournenche operativo, aunque sin conexión entre ambas. Se ve que el viento se cebaba el colector montañoso que representa Cervinia. Estuvimos allí esperando y consultando para ver si algo cambiaba, pero no tenía trazas de ello, así que decidimos coger el coche y plantarnos en la base de Valtournenche (está muy cerca; la opción de Zermatt es inviable porque representa unos 250km de ida). Allí hay aparcamiento gratuito, así que en poco tiempo estuvimos esquiando todo aquello. La nieve variaba en su estado de unas zonas a otras. Muy dura por los ejes centrales de las pistas, pero cada vez más agradable por los laterales, a medida que el raspado general de los practicantes la hacía acumularse allí. Había algo más de gente por ser casi la única opción, aunque solo afectaba a una de las colas (y tampoco en exceso). Eso sí, soplaba bastante viento, situación en la que se agradecieron las cúpulas de las sillas. Bajamos varias veces todas las rojas disponibles y nuestra querida “pista 1”.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Alba, pese a todo, disfrutando. ¡Esa es la actitud! (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Mis amigos posando al salir de una cabina. (Imagen propia).


Para comer regresamos al restaurante del día anterior. Hay allí una camarera que habla español porque su marido lo es. Me saludó al reconocerme del día anterior y estuvimos hablando un poco. Básicamente de las anchoas de Cantabria y el origen siciliano de su quehacer artesanal. En esta ocasión yo me decanté por un plato de polenta al estilo de Aosta. Estaba bueno, pero me resultó demasiado contundente. Esquiando por allí descubrimos que había mucho público hablando extraños idiomas con apariencia fonética eslava, así como nórdicos. Muy pocos italianos o franceses. La última bajada (por la 1) la disfrutamos especialmente. Corrimos mucho por los tramos superiores y nos dedicamos a recrearnos con wedel por los amontonamientos de nieve de los bordes de la pista en las zonas bajas. De vuelta al garaje, aprovechamos la luz de la tarde para, sin cambiarnos, dar una vuelta por Breuil y hacer algunas compras en el supermercado.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

El viento rara vez se deja notar en las fotos, pero en las alturas soplaba fuerte. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Parte de las zonas esquiables de ese día. (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Tarde luminosa en Breuil-Cervinia. (Imagen propia).


Pasé parte de la tarde preparando una marmita que quedó bastante bien. El acompañamiento de vino de Toro nos llegó para todas las noches. Acabamos acostándonos prontísimo. En mi caso, con la seria preocupación de que el viento nos fastidiara parcialmente el viaje, impidiéndonos esquiar en Suiza, que era uno de mis objetivos prioritarios.

El asunto del viento en Cervinia no es baladí. Ha de tenerse en cuenta porque, por lo visto, surge con cierta frecuencia, y cuando sucede, el dominio pasa de muy grande y deseable, a raquítico. Yo no lo sabía de antemano, me enteré allí, pero aquí queda el aviso. Ya comenté en otro reportaje que es algo que también afecta ocasionalmente a Sestriere, pero allí, disponer de coche ofrece muchas más opciones. Aquí hay tres, todas con el mismo forfait internacional: Valtournenche, que es buena, pero insuficiente para toda una semana; Tornong; y Chamois; estás dos últimas, estaciones muy pequeñitas que no nos hizo falta visitar, pero que, al menos, podrían habernos ofrecido, en caso de necesidad, sendas alternativas de turismo-esquí.

Cuarta jornada: ¡Zermatt!

Los avisos de Jaime ya echaban chispas en la distancia desde España: el día prometía sol, calma y apertura de los pasos hacia Suiza. Desayunamos testando las progresivas aperturas de remontes. Lo malo fue la infame cola con que nos topamos en la primera silla. Lo peor no fue el tiempo que pasamos en ella, sino la frustrante sensación de caos y desorganización reinante, porque no estaba preparada para conducir a tanta gente de forma ordenada y respetuosa. Para colmo, hasta alguna monitora dio muestras de irresponsable falta de profesionalidad al entorpecer el paso de la gente (a pesar de llevar una única y adulta alumna) y dejar que varios huecos se fueran vacíos. Lo mejor, por contra, el que cada nueva silla de ascenso mostrara cada vez mucha menos gente. Así que completamos nuestro itinerario de ascenso, consistente en una sucesión de dos sillas, seguido de un corto descenso hasta otra sucesión de tres sillas, y alcanzamos Suiza a través del paso Theodul.

Una vez allí, empezó nuestra gran tourné por todo el plano de pistas suizo. Primero las pistas de schuss del glaciar. Allí todo estaba mucho más despejado de gente, y ya no tuvimos más colas en todo el resto del día. Además, el Cervino (allí Matterhorn) estaba precioso y mucho más cercano. Descendimos una pista negra que finalizaba en camino negro hasta la base de Furi (1867m), de donde salen dos cabinas y un teleférico en tres direcciones diferentes. Vimos Zermatt desde arriba, pero decidimos no descender hasta la localidad por ofrecer pocas posibilidades de esquí. Una cabina nos remontó hasta Riffelberg (2582m), que es un plateau con varias opciones esquiables y donde cruzan los trenes de cremallera que ascienden hasta el observatorio de Gornergrat (3089m). Aquella zona presenta un aspecto muy suizo, con el tren, los remontes, las pistas, y los trazados para trineo. Me recordó en cierta medida a Wengen. Continuamos el ascenso hasta cerca del observatorio mediante una silla. Desde allí, un largo descenso de roja, negra y camino nos permitió llegar a Gant (2223m), que está en medio del lecho de un valle que proviene del glaciar Findel. Es un entorno de aspecto muy natural, silvestre y aislado. Mediante una silla remontamos la ladera opuesta hasta Blauherd (2571m). Su descenso por una vaguada con pista roja nos colocó en el extremo final del plano de pistas. Habíamos llegado hasta allí a través de un itinerario de media altura. El regreso lo haríamos por otro de gran altura.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Zermatt a la vista en el profundo lecho del valle. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Alba aproximándose a Furi. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Luciano por la misma zona. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Nutrida presencia de trenes de cremallera por algunas pistas. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Los cuatro (J, A, L y el Matterhorn) en una silla. (Imagen propia).


Empezaba el espectáculo del esquí itinerante paisajístico de lo sublime. Una cabina nos llevó hasta Rothorn (3103m). Desde allí, la vista del glaciar Findel y de su espectacular morrena le dejan a uno extasiado. Y no digamos su prolongado descenso, que se va abriendo e internando en aquellos parajes, alejándose temporalmente de los remontes. Es lo que yo denomino una pista panorámica (sin prescindir de la diversión y la pendiente). Termina en el anteriormente citado Gant, donde entonces, en dirección opuesta, tomamos un teleférico hasta Hohtälli (3286m). Aunque parezca exagerado, la vista desde allí es todavía más impactante, pues muestra todo el macizo del Monte Rosa con sus glaciares (Gorner, Grenz y Schwärz) convergiendo en una morrena y colector principal. El descenso desde allí implica ir conectando varias pistas rojas muy diferentes. Conviene llevar la cuenta de sus numeraciones para alcanzar el punto final deseado, que en nuestro caso era Furi.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

El glaciar Findel y su morrena. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

El macizo del Monte Rosa. (Imagen propia).


Ya en pleno regreso, la opción de la cabina Matterhorn Express es estupenda porque mueve mucha gente, no tenía cola y ofrece hasta cuatro posibles apeaderos. Nosotros la utilizamos hasta su final en Trockener Steg. Allí nos subimos a una silla que sale a su derecha, muy próxima a la cara este del Matterhorn. Dispone de dos pistas rojas largas y de pendiente media. La completamos un par de veces saliéndonos de las pistas, aprovechando una nieve sin pisar que, aunque cosida de huellas viejas, se conservaba muy bien por la altitud. Resultaron muy disfrutonas. Ya en el intercambiador (aquello parece una moderna estación de metro), nos subimos a la supercabina del Matterhorn Glacier Paradise. Allí, atravesando un túnel caminando y tomando un ascensor, se accede al exterior y a unas escaleras metálicas que dan a un mirador. Merece la pena porque la vista es espectacular en 360º. El Breithorn casi parece al alcance de la mano. El inmenso, suave y limpio manto nival de la parte superior del glaciar Theodul queda a nuestros pies. La vista de la cara este del Matterhorn es directa y de tú a tú.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

El Breithorn desde el mirador Matterhorn Glacier Paradise. (Imagen propia).

Tocaba volver a Cervinia por el glaciar, el muro, el schuss y varias rojas: ¡1833m de desnivel sin interrupciones! Pocas veces encuentra un esquiador algo así. En algún tramo, incluso pude disfrutar de unos ya incipientes baches. Lo malo fueron los dos pinchazos lumbares que sentí al ir finalizando la jornada. Así que acabé esquiando en modo ECO hasta la telecabina, y descendiendo posteriormente hasta el apartamento para dar por cerrada una jornada memorable.

Tarde de picoteo porque aquel día no había habido parada para comer nada. Tras la ducha, Alba me sometió a un breve pero eficaz tratamiento de calor de artemisa y masaje terapéutico, que reforcé con ibuprofeno. Después salimos a pasear por el pueblo y nos topamos con un pasacalle de carnaval folclórico local. Estábamos de muy buen humor y nos reímos mucho. Tras un breve paso por el laberíntico y concurrido super, nos plantamos en el apartamento para cenar un estupendo potaje de garbanzos con chorizo, huevos y restos de los morritos de cerdo. Inmejorable.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Mientras mi hijo, en casa, salía a cantar las marzas, a mi me entretenía el folclore local de Aosta. (Imagen propia).

 

Quinta jornada: Cervino-Matterhorn y números redondos.

¡Vaya despedida! Estuvimos en pistas un poco más temprano que otros días. Todo pintaba bien: sol, previsión de apertura de los pasos a Suiza, nada de viento. Incluso no había cola en la primera silla. Ni en la segunda. Ni en las dos primeras que llevan al acceso habitual. Pero… ¡sí! hubo un pero. La tercera de las de acceso no estaba lista. ¡Italia! (luego comentaré a qué me refiero). Así que, en vez de esperar, como éramos un grupo adaptativo, seguimos esquiando. Descenso hacia Cervinia (excelente momento de carveo sobre nieve recién pisada y sin gente en las pistas) para tomar la cabina. No tuvimos problemas en las dos que hay seguidas, pero claro, en el teleférico para pasar a Suiza había un atasco tremendo. Nueva adaptación: más carveo hasta abajo para reiniciar el ascenso por la otra vía, confiando en que cuando llegáramos a la última silla, esta ya estuviera operativa y sin gente. ¡Acertamos! Una vez arriba, ya estábamos en Suiza. Todo lo anterior, siempre con la cara sur del Cervino sobre nosotros. Entonces, al pasar a Suiza, bajo su arista sureste.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

De nuevo en Suiza. Zermatt al fondo. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Un ejemplo de las construcciones autóctonas sobre pilotes. (Imagen propia).

 

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Hay varios lugares dispuestos para que la gente pose con el Matterhorn como fondo. Aquí, si recortas la imagen haciéndola coincidir con el marco azul, la gente pensaría que te la has hecho en casa con un poster. (Imagen: Alba).



Una vez allí, cogimos la silla que sale desde Trockener Steg para bajar por una pista alejada de su cable, que desciende muy cerca del Matterhorn, hasta un punto denominado Furgg. Allí se puede tomar un tramo corto de la telecabina cuando baja a Furi, porque, precisamente en ese trecho, lo que hace es ascender hasta Schwarsee (2583m). Desde allí, una larga pista roja lleva hasta Furi. Primero mediante pendientes onduladas, más tarde a través de un paisajístico itinerario separado, que transcurre bajo la cara norte (¡por fin!) del Matterhorn, muy cerca de él. Es un recorrido delicioso que finaliza mediante un largo camino boscoso y helado a la sombra. Aquello nos gustó tanto que tomamos la telecabina en Furi hasta la parada intermedia de Schwarsee, para volver a descender bajo la cara sombría del Matterhorn, aunque aquella segunda vez, hasta la base de un telesilla de última generación que da servicio a aquella zona apartada. Lo utilizamos varias veces para descender distintas pistas rojas y una negra. Al final, regresamos al camino hacia Furi. En la ladera opuesta, soleada, hay alguna aldea con casas de madera y cabañas sobre pilotes (como los hórreos y las paneras) que son típicas de algunos pueblos de la zona alpina fronteriza ítalo-suiza. En la parte más rural de Furi, aquella en la que se apiñan algunas cabañas y chalets antes de alcanzar la macroestación de remontes, había varias terrazas para reponer fuerzas. Escogimos una con muy buena pinta, terraza, sol, ambiente agradable, tranquilidad y encanto visual. Nada que ver con algunas cafeterías del sector de Valtournenche, que días antes nos habían rechazado por la necesidad de reservar mesa para comer (mejor me reservo mi opinión sobre tal actitud en un entorno alpino en el que se supone que si estás esquiando un amplio dominio, no deberías estar pendiente de estar a ninguna hora concreta en algún punto exacto. En mi opinión, un síntoma más de cierto interés por implantar en el turismo esquiador el nefasto modelo del turismo de masas estabulado). El caso es que allí, con amplia mesa, pieles de vaca en los asientos, limpieza, amable trato y aire libre, pasamos un magnífico rato de vacaciones sin estrés, saboreando una sopa al vino blanco y cecina, y un strudel de manzana con helado y natillas. Momentazo lujo.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Luciano y el Matterhorn. Me consta que se lo ha trepado hasta bastante arriba. (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Aldea próxima a Zermatt. (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Los tres en pleno descanso placentero. (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Strudel de manzana. (Imagen propia).

De regreso en la telecabina procedente de Furi, vimos un puñado de rebecos pastando en las calvas de una ladera. Transbordamos a la super-telecabina hasta el Glacier Paradise, y aquella última vez lo descendimos por una negra de nieve durísima, antes de empalmar con el retorno habitual. Por cierto, que, desde aquel collado, los Alpes se nos mostraron con todo su esplendor, con una nítida vista del macizo del Mont Blanc y del Gran Paradiso. En aquella última ocasión, tras bajar el muro y schuss, nos desplazamos hacia la silla más cercana al área de Valtournenche para, sin llegar a pasar allí, despedirnos de las pistas de Cervinia situadas en a la derecha de su eje principal. La repetimos variando sus descensos, y acabamos regresando a la base de Breuil por una pista que se acerca a un barrio más moderno de la estación. Allí hay una corta silla de servicio para quienes se alojan en aquel área. No la tomamos, pero gracias a aquella aproximación disfrutamos de una variante algo exigente y retorcida que nos causó buena impresión. En la base, nos subimos a la telecabina por última vez, y acabamos empalmando las tres sillas de acceso a Suiza para encarar un último largo descenso desde el paso Theodul hasta el apartamento, unos 1200m de desnivel. Un final redondo rubricado con números redondos: aquel día, según la aplicación de Luciano, habíamos completado 100km esquiando (remontes incluidos) y 9000m de desnivel descendido sobre los esquís. Grandes espacios y prolongados desniveles.

b

El macizo del Mont Blanc en el horizonte. (Imagen propia).

La tarde discurrió muy tranquila: amigable charla, preparación del viaje de regreso y cena a base de sobras. El deseado viaje había satisfecho las altas expectativas que en él tenía depositadas. Pude además cumplir los objetivos personales que me había planteado. Pocos espacios ofrecen tanto desnivel y, sobre todo, tan espectacular paisaje de máxima altitud alpina y profusión de glaciares. En cuanto a los trazados, bastante variados y recomendables, aunque hay dominios que me han gustado mucho más en ese aspecto. A parte del riesgo del viento en Cervinia, encontré una marcada diferencia entre las zonas de los dos países. Cada estación de esquí del planeta tiene sus propias características, idiosincrasia y, si se me apura, estilo. Pero, con los años que llevo esquiando y lo que he podido viajar, me atrevo a afirmar que, en cierto modo, cada país también muestra cierto estilo de planteamiento esquiador en sus estaciones. Soy poco dado a inclinarme por el español por varias razones que no vienen al caso. El norteamericano es muy diferente al europeo y, dentro de los Alpes, Francia, Austria, Suiza e Italia me resultan bastante diferenciables entre sí. En este caso, tales diferencias son muy palpables y, puestos a elegir, por paisaje, modernidad de los remontes, organización y gestión de los usuarios, etc. Me quedo de largo con la zona helvética. A Cervinia le hace falta renovar la flota, aplicar cierta profesionalidad en los flujos de gente cuando los hay, y demostrar mucha mayor puntualidad en los horarios matinales de remontes. Y es que, hasta en los pequeños detalles encontramos diferencias: el plano de pistas de Zermatt, sobre la misma imagen que el de Cervinia, era más generoso en tamaño y papel.

Finalizo con algunos asuntillos de potencial de interés. Al transcurrir las jornadas, así como observando el tráfico de regreso, pudimos comprobar que la población esquiadora durante aquella semana fue de enorme diversidad. Además de lo anteriormente comentado, escuchamos algunos ingleses, españoles (muy pocos), belgas, y vimos muchos coches de Holanda, pero sería muy difícil decantarse por alguna nacionalidad mayoritaria. El casco es obligatorio para los menores de 18 años. Lo lleva casi todo el mundo y los que no lo hacen son, en su mayoría (como en todas partes) varones de 40-50-60 años que, ya bien arrugados y encanecidos (algunos incluso con incipientes barrigas), desprenden cierto aura de creerse todavía guapos y atractivos. Tanto en la parte italiana como en la suiza hay carteles que avisan de que es obligatorio esquiar con seguro de responsabilidad civil ante accidentes. No vimos que lo controlaran, pero en caso de colisión lo demandan. También, llegado el caso (e igualmente está advertido), se puede aplicar control de alcoholemia.

El Cervino o Matterhorn es una pirámide de tres lados aparentes: sur, este y norte (aunque puede interpretarse como de cuatro, si consideramos la norte como dividida en dos por una cresta menos marcada, lo que nos originaría un lado suplementario algo orientado hacia el oeste). En todo caso, su forma piramidal es muy evidente. Si nos decidimos por la interpretación de tres caras, hay que decir que podemos esquiar bajo todas ellas, y disfrutar de sus vistas con claridad. La sur domina las pistas de Cervinia. La este las del glaciar Furg, del dominio de Zermatt. En cuanto a la norte, es perfectamente apreciable desde una pista que desciende desde la silla Hirli. Así pues, la montaña queda casi completamente rodeada por el espacio esquiable.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Montaje con diferentes vistas del Cervino o Matterhorn. Caras y aristas (A). (Imagen propia).

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Vista cartográfica del Cervino con detalle de los remontes más próximos. Por el sur, en azul, algunas pistas de Cervinia. Por el este, en rojo, una pista de Zermatt. Al norte, en negro, otra pista "panorámica" de Zermatt. (Montaje propio sobre base de es-es.topographic-map.com).


De regreso a casa, Alba, quien volvió de allí encantada, me pasó una información sobre un tal Cayo Antistio Vetus. Fue un legado (legatus augusti propraetore) romano de gran confianza para Augusto, cuya misión fue la de conquistar y doblegar a los cántabros allá por el 26 AC. Bajo su mandato pudieron llegar a integrarse cuatro legiones. Se especula que su elección para el dominio de la abrupta Cantabria se pudo deber a su previa experiencia en guerra de montaña, obtenida contra los salasos en el valle de Aosta.

Breuil-Cervinia y Zermatt.

Cayo Antistio Vetus, protagonizado por Borja Gómez González. Las casualidades no se detienen, resulta que Borja y yo hemos sido colegas profesionales durante un par de años. (Imagen: guerrascantabras.net).

Sin título



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13 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    03/04/2025 08:36
    #1
    Excelente reportaje !! :+:

    Yo también tenía éste gran pendiente, como tú, y aproveché para conocerlo a principios de Marzo (tuvimos 3 días increibles) y la verdad es que me encantó. Cada zona tiene sus particularidades y bien merece su visita.

    Volveré !! :)

    Gracias por compartir !

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    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    03/04/2025 08:40
    #2
    De nada, gracias a ti por la lectura y el comentario. Que vuelvas a poder disfrutarlo pronto.

    karma del mensaje: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    03/04/2025 13:49
    #3
    Buen report. La primera vez que fuí a Cervinia, me desencantó por todo. Pistas y pueblo no era lo que esperaba... pero volví de nuevo, y ésa vez descubrí una Cervinia diferente. Es un dominio tan amplio y variado, que hay que cogerle la vuelta...
    Lo del viento es un clásico en Cervinia, y su talón de Aquiles. Pero tiene otros muchos "pros" que la hacen un lugar muy interesante.
    Lamentable lo de los edificios centrales en ruinas o muy dejados, pero también es cierto que hay varios hoteles de un nivel MUY alto. La segunda vez, estuve alojado en uno de ellos, y éso ayudó bastante también, al cambio en mi percepción del lugar.
    Un gran report como siempre, y me ha encantado el sello final de "Libre de IA". :+:

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    03/04/2025 17:33
    #4
    #3 Gracias. Que no se me interprete mal, he sido y sigo siendo muy "tecnológico" para muchas cosas, pero para otras no. Actualmente la mentira (aunque no llamen así) está permanentemente presente en casi todos los ámbitos, incluso ha sido legitimada por corrientes filosóficas recientes. Estamos ya casi a punto de hacerla del todo indistinguible gracias a la IA en textos, imágenes, audios y filmaciones. Por ello, considero que ha de declararse si se usa o no en los contenidos. Sé que la mayoría no lo hará, pero yo sí, de ahí mi sello final, me alegro que te haya gustado.

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    • Gracias!
  • #5
    Fecha comentario:
    03/04/2025 17:54
    #5
    buen repor :+: :+: :+:

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    • Gracias!
  • #6
    Fecha comentario:
    04/04/2025 09:30
    #6
    Muchas gracias por compartir el reportaje. Yo he visitado esta estación varias veces, tanto por Suiza como por Italia y me parece que el nombre lo dice todo, Matterhorn Ski Paradise!!! Es un PARAISO de nieve, montañas, paisaje,.....sin lugar a dudas 10000%%% recomendable visitarlo.

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  • #7
    Fecha comentario:
    04/04/2025 13:38
    #7
    Estuve en Cervinia-Zermat un 20 de Abril de 2019. El invierno havia sido muy genereso en cuanto a nevadas y el domino se encontraba abierto al 100% con la excepción de Valtourneche. Zermatt me encantó, aunque no lo podimoms conocer en su totalidad, Cervinia en un principio me pareció poca cosa, peró a medida que la vas conociendo te enamora cada vez más. Nunca olvidare aquella nieve crema primavera de ultima hora, que gozada.
    Deseando volver algún dia. Felicidades y gracias por el Reportaje

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    • Gracias!
  • #8
    Fecha comentario:
    05/04/2025 08:22
    #8
    Me encantan tanto Zermatt cómo Cervinia, saludos! :+:

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    • Gracias!
  • #9
    Fecha comentario:
    05/04/2025 18:00
    #9
    Buen reportaje , yo estuve hace ya unos años , el sitio muy bonito , pero zermat , tiene un plato a 2500 que te metes una remada de escándalo , eso no me gustó nada baje casi del Breitor , y esa remada me mató , buenas huellas

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    • Gracias!
  • #10
    Fecha comentario:
    06/04/2025 22:57
    #10
    delmer, magnífico y muy bien documentado reportaje. A nivel histórico, varias pinceladas que no conocía. Mi grupo y servidor hemos visitado el dominio en 2 ocasiones (Reportaje publicado de las 2 visitas) y aunque los buenos recuerdos son muy gratos, también sufrimos la parte negativa de los fuertes vientos, con el perjuicio propio que conlleva.
    Las fotos geniales y el relato muy propio y de interés.
    Felicidades y enhorabuena al grupo por haberlo podido disfrutar.
    Un saludo.

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    • Gracias!
  • #11
    Fecha comentario:
    07/04/2025 09:02
    #11
    #9 El plateau al que te refieres creo que lo identifico perfectamente. Hay por allí una de las estaciones en las que los trenes de cremallera que suben y bajan se cruzan. Lo que pasa es que nosotros lo pasamos subiendo en remontes al ir, y descendimos por pistas rojas al volver. No remamos. Quizás, ahora, viendo el mapa, puedo imaginar que el descenso por la pista azul nº 38 pudiera exigir remar, lo digo porque va pegada a otra de trineos y esos tramos suelen ser de muy poca pendiente. En todo caso, durante nuestra estancia, las altitudes medias y bajas tenían nieve muy dura y rápida, y ya sabemos todos que el estado de la nieve influye mucho en los schusses y el tener que remar mucho, poco o nada. Gracias por la lectura y el comentario.

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    • Gracias!
  • #12
    Fecha comentario:
    07/04/2025 09:17
    #12
    #10 Muchas gracias por tus palabras, acabo de visitar tus dos reportajes con sus múltiples fotos. Efectivamente, el viento es un enemigo propio de Cervinia (que no de Zermatt). El primer día, cuando recogimos los forfaits internacionales, la empleada ya nos advirtió que en caso de cierre de remontes no se devolvía el dinero. Mi experiencia me dice que cuando te advierten algo así por defecto y como parte del protocolo, es que pasa con cierta frecuencia. En realidad únicamente nos afectó un día, y lo salvamos bien con el coche.
    Que sigáis viajando y disfrutando por muchas temporadas.

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    • Gracias!
  • #13
    Fecha comentario:
    08/04/2025 18:07
    #13
    Excelente reportaje de una de mis grandes pendientes!!!!

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!

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