Bueno, parece que toca afrontar la realidad y, a pesar de tener todo preparado, habrá que esperar unos días (parece que muy pocos) para que podamos empezar a esquiar en el Pirineo.
El problema de fondo es que estamos muy mal acostumbrados a que la temporada empiece casi cada año incluso antes del puente, pero debemos ser conscientes de que eso no tiene nada de natural en nuestras latitudes. Y de hecho, si no existiera este puente, seguramente nos pasaría como en tantos otros países, en los que la temporada de verdad empieza en Navidad.
Es importante recordar que la nieve llegará, como siempre lo ha hecho. Aunque algunos se empeñen en ser catastróficos y predecir inviernos sin nieve, la realidad es que llevamos muchos años inmersos en la problemática del cambio climático y, al mismo tiempo, esquiando más que nunca. Porque sí, las cosas han cambiado, es evidente, y quién sabe qué pasará en 20 años. Pero, junto a un cambio en el clima, también lo ha hecho la tecnología y por eso estamos ahora maldiciendo por culpa de no podernos calzar los esquís a primeros de diciembre. Porque hemos pasado a considerar lo normal algo que es extraordinario, como estar esquiando ahora. Los que ya llevamos unas cuantas bajadas hechas, tenemos un poco más clara esta excepcionalidad.
Y son estos momentos de incertidumbre los que reavivan los comentarios negativos. Aunque, como pasa con tantas otras cosas, basta un mínimo cambio para que cambie la perspectiva y ese pesimismo galopante se convierta en una alegría desbordada. Ya sucedió la temporada pasada, cuando llegó la nieve justo a tiempo.
Mientras esperamos la nieve que está a punto de llegar, preparémonos bien para tener una gran temporada. Porque, como ya tituló Shakespeare en una de sus obras, Bien está lo que bien acaba (All's well that ends well). Y no hay que olvidar el refrán popular que se repetía como un mantra en Cataluña hasta hace cuatro días: "any de rovellons, neu fins els collons" (año de níscalos, nieve hasta los cojones).
¡Nos vemos en las pistas!