Esta temporada, una caída contra unas piedras dejó mi flamante traje Descente Odermatt para el arrastre. Dos rotos en el pantalón e infinidad de agujeros era el nivel de los destrozos ocasionados.
Estaba de bajón, porque aunque cada año me den un traje y esté el reserva y el reserva del reserva, este traje lo elegí con mucha ilusión. Era un concepto diferente y además, era el traje del que era imagen el mismísimo Marco Odermatt, por lo que no deja de ser un equipo con una historia detrás.
![]() |
![]() |
![]() |
Todo el lateral derecho estaba destrozado, tanto en la chaqueta (menos), como el pantalón. Visto el panorama, ya me veía con todo el traje lleno de parches y no veía claro que pudiera quedar nada bien.
Pero como así no lo iba a llevar y no había nada que perder, lo llevé a mi tienda de confianza donde me hacen arreglos de prendas de vestir y probé suerte. Ya había visto alguna vez algún anorak de clubs conocidos y al menos parecía que tenían experiencia en este tipo de material.
Pues bien, me empezaron a hablar de un parche, de termosellados y de sacar tela de dentro de los bolsillos para hacer un parche con la misma tela que el pantalón y que este no se notara. Empezaba a ver la luz.
Cuando me llamaron para recogerlo fui volando. Tenía una mezcla de curiosidad y miedo por ver cómo había quedado... Y me quedé de piedra al verlo. Parecía que no tuviera nada. No se notaba que había estado lleno de agujeros. Y el parche, casi parece que sea de origen. En definitiva, un trabajo muy bien hecho. Habrá que ver cómo evoluciona con el tiempo, lavados, etc... pero de entrada, estoy muy contento con el resultado. Tanto, que los más de 80 € que me costó (lleva un montón de parches interiores termosellados, uno por cada agujero) me pareció poco.
Viendo imágenes actuales, resulta casi imposible detectar que está reparado. Hay que fijarse en la rodilla derecha, justo debajo del logo Descente, donde se aprecian las costuras del parche. Pero como este va de la cremallera hasta el color fluorescente, no parece un parche.


Así ha quedado
Y hasta aquí la crónica de cómo logré salvar mi equipo de esquí. Y por si a alguien le interesa, os dejo el contacto: La Cusitora.