Todos queremos comprar botas baratas, a buen precio. Y especialmente cuando has llevado las botas de esquí toda la vida pensando que te iban perfectas. Crees que tienes suerte porque, compres lo que compres, casi todo te va bien y no te molesta en ningún sitio. En este caso, el factor precio es casi el más importante a la hora de comprar unas botas. Hasta que, un día, das con alguien que realmente te hace ver que aquellas botas que te iban perfectas, pueden mejorar bastante. Y todo ello para esquiar mejor y disfrutar más.
Déjate, las botas de esquí son como un traje de confección. Los trajes que no está hechos a la medida de uno (bespoke) tienen una característica en común, y es que, por muy bien que creas que te sientan tal como los compras, siempre precisan de retoques para llegar a ese punto en el que no sobre nada cuando abroches, asome ese centímetro de camisa de las mangas, etc. Es posible que sin hacer nada quede bien, pero siempre puede mejorar. Y las mejoras, una vez implementadas, se notan y mucho.
Todos sabemos que en internet podemos encontrar algunas botas a precios de risa. Y sí, tendrás esa bota que piensas que te va bien. Pero te invito a que, un día, te pongas en manos de un verdadero especialista, ese que te cambiará para siempre tu concepción sobre el precio de las botas y que hará que te hagas la siguiente pregunta: ¿por qué no lo habré hecho antes?
¿Qué té hará un especialista en botas de esquí?
Lo primero, te mirará el pie, lo medirá bien, comprobará cómo es tu pisada y te aconsejará la bota que mejor se adapta a tu tipo de pie. Te dará una bota de esquí de tu talla y te insistirá en que esa es la tuya, por mucho que tú creas que aquello aprieta un poco. Y a partir de aquí, si hace falta, vendrá un mundo de termoformado, deformación de carcasa donde haga falta, cambio de suelas por unas grip walk para caminar mejor y más seguro, solución a problemas de juanetes, neuroma de morton, botines a medida, lifters,... Lo que sea para que esas botas, acaben siendo las mejores botas que has tenido nunca, aquellas que te gustaría que te duraran toda la vida y, por tanto, serán las de mejor relación calidad-precio.
Por pequeña que sea la cosa, desde un ligero hormigueo en los pies a una mini molestia que sale solo cuando esquiamos muchas horas, busca la solución, porque seguro que existe. Todo para que tus botas sean mejores. Y tú con ellas.
En mi caso, tengo el pie bastante ancho, demasiado para meterlo en según qué botas que, a priori, son las que me interesan por prestaciones. Un pie de unos 100 mm en su punto más ancho que tiene que meterse en unas Dalbello DRS140 de 97 mm, ya se ve que igual sale algún problema. Pues bien, puedo llevarlas y no pasa nada grave, pero a base de ir ganando muy poco a poco e ir probando, la sensación mejora mucho y tengo unas botas que me sujetan el pie y el talón como ninguna otra más "cómoda". Y si a esto le sumamos un pequeño problema de 5º metatarso que apareció la temporada pasada y que me hacía ver las estrellas en cada curva...
Por suerte, en Barcelona tenemos a un profesional que toca las botas como muy pocos, Víctor Salinas, de Sasco. Conozco a más de uno a quién solo él le "toca" las botas. Es un mago con formación en mecánica (todo esto de ajustar botas está muy relacionado) y una pasión por este tema como no he visto en nadie más, lo que le ha llevado a ser bootfitter de SIDAS España y SIDAS France. No es casualidad que bastantes veces me encuentre a algún corredor ajustando alguna cosa en su tienda.
Previo a tocar la bota, y es algo que ya llevaba en mis anteriores DRS140, es hacerse unas plantillas que cojan perfectamente tu forma del pie. Es la base de un buen bootfitting. Pueden ser custom o preformadas. En mi caso, las custom. Víctor se encarga de dejarlas perfectamente planas para que apoyen como deben.

Ajustando mis plantillas

A punto de empezar...
El proceso con las botas empieza deformando la carcasa, buscando que coja algo de mi forma. Primero se calienta y con las botas puestas, va cogiendo tu forma. Para acabar, se aplica frío para "bloquear" la forma. Este proceso se realiza,dependiendo de las botas, pero algunas lo permiten.
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Esto sería un ajuste básico, pero ya puestos, he empezado a buscar esa bota perfectamente adaptada... Y claro, en Sasco me han recogido el guante y allá vamos.
Seguimos ganando el espacio necesario para que ese 5º metatarso no nos fastidie. Es un proceso que conviene hacerlo poco a poco para no acabar haciendo la bota más ancha de lo necesario. Si es necesario, en varias estapas.
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¿Ponemos unos lifters?
Como vamos caminando por ahí y se va gastando la suela, si ponemos unos lifters, además de cantear un poco mejor, tendremos una pieza que podremos sustituir fácilmente. Pues nada, aplanar la suela, añadir los lifters en puntera y talón y, para mantener la misma altiura de las pestañas, rebajar por encima con una fresadora.
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Estamos en un punto en el que el juanete no me afecta para nada y la bota va perfecta a nivel de sensaciones. Peeeroooooo, todavía, cuando las llevo puestas, cada cierto tiempo tengo de aflojar los ganchos porque me aparece un hormigueo en el pie. Vamos, que falta algo de espacio. Es algo que me pasa siempre con cualquier bota más o menos nueva y que va mejorando con los días hasta desaparecer, pero estamos buscando las botas perfectas, así que manos a la obra.
Ese espacio lo intentaremos ganar en la "suela" intermedia, esa pieza que llevan las botas en la parte inferior y que hace que apoyemos el pie sobte plano. Se acaba de dejar completamente plana y se ganan décimas de mm en algunos puntos.

El canting
Y, ya puestos, ¿podemos mirar el canting con plomadas, no? Claro, allá vamos. En mi caso, ando muy cerca de lo que viene de serie, pero es algo que puede permitir esquiar con una posición más natural. Y luego está el que busca una respuesta específica, en función de si giro corto o amplio y se puede trabajar desde la suela directamente. . Pero eso ya es un terreno que a mí no me aplica.
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Estas son las cosas que me he hecho en las botas, pero se pueden trabajar las que necesites. Y tiene un coste, lógicamente, ya que es tiempo de trabajo, pero cuando ves lo que consigues mejorar tus botas, ese extra te parece la mejor inversión del mundo. Y, sobre todo, ponte en manos de alguien que tenga el conocimiento y que viva con pasión la mejora de tu material. En mi caso, creo que estoy en muy buenas manos.
Y sí, habrá alguno que dirá "me las compro por internet, que me ahorro 50 euros y me voy a ver al especialista a que me retoque algo si tengo problemas". Dejando de lado la concepción que pueda tener de este tipo de actuación (ya no he puesto el caso del que se la mira en la tienda y luego la compra fuera), intenta ponerte en el otro lado. Piensa cómo te desvivirías como propietario de una tienda para que un buen cliente acabe satisfecho con sus botas o, al revés, qué ilusión tendrás para satisfacer a aquel que no es más que un oportunista.
Si te gusta de verdad esquiar, hazte cliente de una buena tienda de esquí, donde sepan de verdad lo que hacen. Seguro que conoces alguna que tengas más o menos cerca. Porque a los buenos clientes se les mima más que a los que no lo son. Y buen cliente no es solo el que compra mucho, también es aquel que cuando tiene que comprar, siempre piensa en hacerlo en su tienda de confianza y se pone en manos de alguien que sabe de verdad.
Porque en este caso, no es que lo barato salga caro, es que, a veces, lo que parece caro, no lo es nada. Si te gusta de verdad esquiar, no escatimes en tus botas de esquí. Descubrirás el valor que tienen y lo agradecerás en cada bajada.