Esta temporada seguimos pasándolo en grande. Y debo reconocer que se está produciendo una transformación en mi persona. Sí, los que me conocéis un poco sabéis que soy un easter reconvertido algo a la fuerza, pero las circunstancias me están llevando al convencimiento de que estamos donde tenemos que estar y que aquí se está muy bien.
Este fin de semana se ha vuelto a producir otro episodio que refuerza este pensamiento. Cuando el sábado tienes un evento familiar de primer orden que no se puede eludir, tienes dos opciones, o no esquiar ese fin de semana o jugaártelo todo a la carta de la proximidad, esquiar un día a tope y asistir al evento. Y como podéis imaginar, la única opción que se contempla es esquiar.
Pues bien, a pesar de la apuesta, el sábado la cosa no pintaba nada bien. Los mensajes que llegaban eran algo desalentadores, con mal tiempo y condiciones de nieve que pintaban mal. Pero cuando te lo has jugado todo al rojo, no hay mal tiempo que valga, y menos en una zona donde siempre se acaba imponiendo el sol, asi que nadie nos iba a hacer bajar las velas.
Y del dicho al hecho. Fue dejar pasar un poco de tiempo y el sol hizo acto de presencia. Pudimos hacer unas buenas bajadas y contabilizar un día más en el casillero. Que a 24 de noviembre llevemos 5 días esquiados es algo que no sé cuándo se podrá volver a repetir, asi que a disfrutar del momento.


Y a uno se le queda una cara así siempre que lleva esquís en los pies. Fue un día de seguir practicando cosas.

Y de nuevo, parada en Cap del Bosc para reponer fuerzas. Aquí esperamos poder ver muchas pruebas de la Copa del Mundo. No se me ocurre mejor sitio para seguirlas.



Pues nada, otra semana finiquitada y ya con la mirada puesta en el próximo fin de semana. Es genial afrontar los lunes así. No sé a vosotros, pero a mí me pasan las semanas volando. Hasta la próxima!!