Hace tiempo nos llegó una invitación de boda que me hizo especial ilusión, ya que es un personaje de esta casa y al que conocí gracias a este deporte que tanto nos gusta. Sí, hacía ilusión, pero la fecha.... ¡¡5 de diciembre!! A quién se le ocurre... Aunque tratándose de quién se trata, estábamos seguros que el evento no iba a defraudar.
Pues bien, llegó el día señalado, sábado 5 de diciembre. Mientras imaginaba unas hordas de esquiadores ávidos de nieve subiendo a pistas, nosotros nos preparábamos para 12 horas de auténtico festival blanco. Creo que no olvidaré nunca esta boda porque es el sueño de cualquier enfermo de nieve como el que os escribe.
Porque... ¿qué pasa cuando juntas en un recinto a unos locos del esquí y a cientos de invitados, la mayoría de los cuales también lo son, y les das carnaza? Pues que la cosa sale muy divertida.
Pedí permiso a los interesados, así que os dejo algunas perlas de la boda:

El comienzo ya prometía. Salida de la iglesia y primeros detalles de nieve: el vestido de la novia, el suelo, las bolsas de confetti,...
En el banquete, más, mucho más...



Era una boda llena de gente con temas de conversación del tipo "¿qué tal por Jackson Hole?" o "¿cuántos días esquías por temporada?". Vamos, algo asi como el paraíso. Y en la mesa nos tocó gente seria pero poco a poco empezamos a rascar y salieron todos del armario. Eran unos enfermos como nosotros. Lo pasamos genial.
Pero cuando pensábamos que lo habíamos visto todo, descubrimos el photocall... Una silla auténtica sujetada por una estructura. Estos novios se merecen una ola. ¡Espectacular!

La cosa empezó seria

Y poco a poco fue degenerando... Ya os digo que en esta foto hay mucha calidad de esquí. ¡Nos veremos las caras en las 12h!

Tres chalados de la nieve con el protagonista, que está peor que todos juntos. Por si fuera poco, aparece Gerard de Daffi con su revista, ¡vaya colofón!
¿Y a dónde van de luna de miel esta gente? Pues a Aspen, un destino perfecto. Este tipo es mi ídolo.
Y tras un evento así todavía teníamos más ganas de subir, así que maletas y rumbo a la Cerdanya para disfrutar del final de puente.

En pocas horas pasamos de "esquiar" así...

A hacerlo con el uniforme habitual:

No sabíamos qué nos encontraríamos. Nos llegaban noticias de que se esquiaba bastante tranquilo, cosa rara en el puente, y la verdad es que, a pesar de que en Masella y La Molina no estaba abierto demasiado (bastante más en Masella), se podía esquiaba bien.
El domingo llegamos muy tarde y sólo pudimos hacer dos bajadas. Lástima que los domingos no funciona Masella por la noche porque era el día perfecto. Nos tendremos que estrenar otro día.
El lunes fuimos a La Molina porque teníamos club y la conexión con Alp2500 todavía no está operativa. Pocas pistas abiertas pero se esquiaba bastante bien, aunque con algunos tramos con nieve dura. Una buena jornada de esquí familiar de 9 a 17h.









Unas cuantas bajadas de disfrute total y vuelta a Barcelona donde teníamos una comida. Es un lujo poder esquiar y llegar a comer.
En resumen, pintaba un puente un poco alocado y ha resultado que lo hemos pasado en grande. Estamos quemando los primeros cartuchos, encontrando las sensaciones en la nieve y con toda la temporada por delante. Y lo mejor es que tres días después toca volver a subir :-)